L¨ªder en pol¨ªtica exterior
En una de aquellas inefables cartas que el general Franco, como Jefe del Estado de la Naci¨®n Espa?ola", dirigi¨®" al .Pretendiente al trono de la misma naci¨®n" le explicaba, con su habitual didactismo, que Ias naciones en el exterior se gu¨ªan por su propio inter¨¦s y no por sentimentalismo; pesan las realidades y no las ficciones". Y, con objeto de que no confiara demasiado en la ayuda extranjera para restaurar la .monarqu¨ªa en Espa?a, le pon¨ªa como ejemplo "la alianza de su Majestad Brit¨¢nica con Stalin". ?Podr¨ªa encotrarse algo m¨¢s chocante que una majestad brit¨¢nica aliada con un comunista ruso? Pues ah¨ª ten¨ªa el Pretendiente el ejemplo para que fuera aprendiendo. Si lo exig¨ªa el inter¨¦s. de la naci¨®n, Su Majestad se aliar¨ªa con el diablo, no importa que fuera rojo, azul o caqui.Don Juan de Borb¨®n aprendi¨® en sus carnes, como antes don Manuel Aza?a, la dura lecci¨®n: los Estados se gu¨ªan por sus intereses, no por sus sentimientos, que no los tienen. Pero, por lo que se refiere a don Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el aprendizaje se presenta un poco m¨¢s complicado. Ha habido tanta dejaci¨®n y abandono de principios e ideolog¨ªas en tantos frentes interiores que necesitaba con urgencia aparecer como l¨ªder de alguna causa exterior, la que fuere. Con los nacionalistas presumiendo en p¨²blico de sacar cada vez m¨¢s dividendos de sus votos, con la prensa amiga cada vez m¨¢s sulfurada por el mantenimiento del secreto de los papeles secretos, no le quedaba al presidente del PP m¨¢s que el frente exterior para demostrar a sus fieles que se manten¨ªa ideol¨®gicamente firme, sin fisuras.
Espa?a, se dijeron los populares, puede esperar, pero Cuba no. Y hasta Cuba se desplazaron sus aguerridas avanzadillas para emprender una particular cruzada de salvaci¨®n, nada menos que la de exportar la democracia a la isla, del brazo de Mas Canosa. No necesitaron enterarse de las conversaciones entre la diplomacia vaticana y el dictador cubano; tampoco parecen haber consultado a los irlandeses, tan papistas como el m¨ªsmo Papa de Roma. Les bast¨® con el curso acelerado en teor¨ªa de ?uegos tomado hace unos d¨ªas por Aznar para dar toda una lecci¨®n de estrategia. Mueve pieza, dicen que dijo a Castro, porque, cuando t¨² muevas pieza, yo tambi¨¦n mover¨¦ pieza. Parec¨ªa una de esas ocurrencias de alguno de los asesores que se estrujan la cabeza en La Moncloa para que el presidente salga airoso de las entrevistas con una frase pr¨¦t ¨¢ porter, Pero no; era verdad. Por mucho que cueste creerlo, Aznar propin¨® a Castro la ya c¨¦lebre consigna, los dos all¨ª sentados ante un imaginario tablero de ajedrez.
Los resultados de tanta osad¨ªa no se han hecho esperar. Mientras los portavoces del PP pregonan, ufanos, que Espana ha conseguido por primera vez ?por primera vez, oiga!- el liderazgo de la Uni¨®n Europea en pol¨ªtica exterior, Fidel Castro aconseja con mal contenida irritaci¨®n a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar que asista al curso sobre intereses y sentimientos de los Estados que Franco imparti¨®, incansable, durante 40, a?os. Mientras tanto, los irlandeses, atentos a la m¨²sica que llega de San Pedro, suavizan el texto espa?ol, los italianos reparten sonrisas y el Papa anuncia, rejuvenecido por la expectativa de aventar desde dentro los escombros de un baluarte en ruinas, su triunfal viaje a Cuba sin consultar a la diplomacia espa?ola, que debe estar desde hace seis meses de vacaciones forzosas. Malo es en el interior abandonar con tanta precipitaci¨®n un esquema de gobierno, el armaz¨®n ideol¨®gico de una pol¨ªtica, y no sustituirlo m¨¢s que por frases vac¨ªas. Pero todav¨ªa es peor aparecer, en el exterior, como fervoroso cruzado de una causa en vez de como paciente constructor de unos intereses. Franco habr¨ªa sonre¨ªdo ante lo sofisticado del mueve pieza, muevo pieza, de Aznar. Si al menos le hubiera cantado aquello de "¨¦chale guindas al pavo, Fidel, que yo le echar¨¦ a la pava azuquita, canela y clavo"... Habr¨ªa quedado todo tan entra?ablemente nuestro...
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