Louise Bourgeois, "en el negocio del dolor"
Una galer¨ªa de Madrid re¨²ne piezas recientes de la gran dama de la escultura
La obra de Louise Bourgeois (Par¨ªs, 1911) llega a Madrid. Considerada una de las' grandes figuras de la escultura de este siglo, su trabajo no alcanz¨® notoriedad hasta 1982 cuando el MOMA le dedic¨® una gran retrospectiva .Ma?ana, la galer¨ªa Soledad Lorenzo inaugura una muestra que re¨²ne tres grandes piezas y dibujos recientes de Bourgeois y algunas esculturas de los sesenta y ochenta, que reflejan la pluralidad de registros de un artista que defini¨® alguna vez su trabajo en estos t¨¦rminos :"estoy en el negocio del dolor. Para dar sentido y forma a la frustraci¨®n y el sufrimiento".
La gran dama de la escultura de este siglo abandon¨® el anonimato para convertirse en un nombre de referencia del arte de este siglo despu¨¦s de haber trabajado incansablemente en la sombra durante m¨¢s de cuarenta a?os. En 1939, Louise Bourgeois ense?¨® por primera vez su obra en una exposici¨®n de grabados en el Brooklyn Museum de Nueva York. Y, sin embargo, hasta 1982 no salt¨® esa invisible frontera que separa el reconocimiento de los expertos del brillo de los elegidos. De la mano de la comisaria Deborah Wye, el MOMA abri¨® entonces sus puertas a la obra de una mujer de m¨¢s de setenta a?os que, por su frescura, rigor y originalidad pon¨ªa patas arriba las categor¨ªas de los cr¨ªticos, las propuestas de las figuras emergentes y los gustos de los aficionados, del p¨²blico. "Bourgeois no perteneci¨® a grupo alguno, fue una solitaria total", dictamin¨® en aquellas fechas el gran cr¨ªtico Robert Hughes, "su obra parece tener una rara cualidad troglod¨ªtica, como algo p¨¢lido bajo un tronco, el producto vulnerable de una obsesi¨®n ' pero con un aguij¨®n en la cola".
La experiencia femenina
Louise Bourgeois no fue un ni?a mimada por el griter¨ªo de las vanguardias. Naci¨® en Par¨ªs en 1911 y se fue a vivir a Nueva York en 1938 cuando se cas¨® con el cr¨ªtico de arte Robert Goldwater. No dej¨® de hacer cosas: sus personajes de madera tallada o sus mujeres-casa en la segunda mitad de los cuarenta, los fragmentos de cuerpos con los que se obsesion¨® en los sesenta, instalaciones, performances... "El campo al que constantemente vuelve la obra de Bourgeois es la experiencia femenina", escribi¨® Hughes. Tambi¨¦n se reconoci¨® en su obra una peculiar influencia del surrealismo o se dijo que ten¨ªa muchas afinidades con los iconos de las religiones antiguas. Louise Bourgeois, por su parte, en un texto que escribi¨® sobre sus Celdas de 1991, resumi¨® su actitud ante su trabajo con palabras que trataban m¨¢s de las cosas de la vida que de los grandes t¨¦rminos del arte: "La existencia de dolores no se puede negar. No propongo remedios o excusas. S¨®lo los quiero mirar y hablar de ellos".Esas palabras que Bourgeois utiliz¨® para definir sus Celdas acaso sirvan para entender el aliento que inspira su obra completa. Ma?ana, en la galer¨ªa Soledad Lorenzo, de Madrid (Orfila, 5), su, Ara?a (1994), su Celda (Manos y espejo) (1995), sus piezas en bronce (fechadas en 1962, 1967, 1969 y 1993) o en m¨¢rmol (1984), sus dibujos o su singular Le Defi III (1993) permitir¨¢n descubrir la mirada de una mujer que ha traducido a trav¨¦s de las formas las complicadas emociones que sacuden al habitante del siglo XX: el miedo, la ingravidez, la soledad poblada de amenazas, los retos de lo informe o el refugio en la banalidad del orden, la ternura. Louise Bourgeois, que sigue trabajando en su estudio de Nueva York, solitaria siempre, no podr¨¢ estar presente en la inauguraci¨®n de la exposici¨®n.Robert, Mapplethorpe retrat¨® el elegante porte y la sonrisa ir¨®nica de Louise Bourgeois en 1982. La artista pos¨® con una de sus esculturas f¨¢licas bajo el brazo, y la llevaba como quien lleva una barra de pan reci¨¦n comprada. Estrella de Diego ha escrito que la artista "nos coloca un espejo de frente, nos invita a asomamos y en sus habit¨¢culos de la memoria los que asoman voraces son nuestros recuerdos que acuden de visita". De sus piezas se ha dicho tambi¨¦n que son presencias que desconciertan, pero que hacen que te sientas confortable. "De manera que existe esta rabia de no saber c¨®mo cumplir con tu destino", escribi¨® Louise Bourgeois. "Es el dolor de no saber c¨®mo hacer para que te quieran. Este dolor nunca se va, y no sabes qu¨¦ hacer".
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