Una larga espera
Los camioneros espa?oles entienden y comparten las reivindicaciones planteadas por los franceses
El tr¨¢fico discurr¨ªa ayer con normalidad en la red de carreteras que unen la frontera de Ir¨²n con Burdeos. Al sur de Francia, la escasez de camiones y las aglomeraciones de turismos ante las surtidores de gasolina eran los ¨²nicos s¨ªntomas que alertaban de los problemas ocasionados por la huelga de camioneros. A medida que se avanzaba hac¨ªa el Norte, crec¨ªa la longitud de las filas de veh¨ªculos que esperaban para repostar y aumentaban los surtidores cerrados por falta de suministro.A 20 kil¨®metros al norte de Burdeos, aparec¨ªa el primer tap¨®n en la autopista que lleva hacia Par¨ªs. Un piquete imped¨ªa desde la semana anterior el paso de camiones. En las cercan¨ªas de Saint Andr¨¦ de Cubzac, los camiones de origen espa?ol se alternaban en la cuneta con franceses, portugueses, polacos y alemanes.
Casi al fin de una hilera de m¨¢s de un kil¨®metro, Juan Bengoa y Carmelo Rituerto, dos conductores de Otxandiano (Vizcaya) que se turnan al volante del mismo cami¨®n, hablaban de lo mismo desde el lunes. "S¨®lo pensamos en si abrir¨¢n o no abrir¨¢n", repet¨ªan. Pero ni ellos ni sus compa?eros parec¨ªan irritarse. Los tel¨¦fonos m¨®viles les mantienen en contacto con las familias y las empresas, y aliv¨ªan el aislamiento. "Lo llevamos con resignaci¨®n", dec¨ªa Bengoa. Adem¨¢s de la resignaci¨®n, jugaba en su contra la barra de hierro con la que los huelgistas les invitaron el d¨ªa anterior a no mover los camiones.
Los espa?oles est¨¢n de acuerdo con las reivindicaciones de los camioneros franceses, y empiezan a ver la necesidad de exigir lo mismo que sus colegas. "A partir de los 55 a?os pierdes muchos reflejos. Ganamos poco y metemos muchas horas", reconoce Rituerto, un ch¨®fer con m¨¢s de 25 a?os de experiencia al volante. La carga de los espa?oles atrapados al norte de Burdeos no peligra, pero la que transporta desde Murcia hasta Escocia lan John Hands estaba ayer a punto de echarse a perder. "El br¨¦col no agunta m¨¢s. Se ha acabado el gas para mantener el refrigerador, se ha derretido el hielo, y ma?ana la verdura s¨®lo ser¨¢ basura", se lamentaba. A un lado de la carretera, unas lonas proteg¨ªan las parrillas donde todos estos d¨ªas de huelga se asan las salchichas y las chuletas, y se hierve el caf¨¦. Bajo la lluvia, el olor del rancho abr¨ªa el apetito.
"Hay para todos. De momento tenemos comida suficiente en los camiones y hornillos para calentarla, pero tampoco viene mal la que nos dan", dec¨ªan los espa?oles. Claude Cecillon, del sindicato CFDT, supervisaba el abastecimiento de v¨ªveres. "Sabemos que esta situaci¨®n es muy problem¨¢tica para los peque?os transportistas, pero tratamos de construir la Europa social, no s¨®lo la econ¨®mica. Lo que es bueno para los franceses, ser¨¢ bueno para todos los camioneros europeos", vaticinaba.
En el piquete que cortaba el paso en direcci¨®n al sur los trabajadores ped¨ªan unas monedas a los conductores de los turismos. Poco a poco el bote se iba llenando. "La colecta es para la comida. Hemos llegado a recoger al d¨ªa entre 2.000 y 3.000 francos". La Cruz Roja garantiza la asistencia sanitaria. Alfredo G¨®mez, un castellano de Tierra de Campos, requiri¨® ayer la presencia de un m¨¦dico por unos granos en la espalda. "Que venga el c¨®nsul y pague la receta", reclamaba. Mientras, se distra¨ªa con otros asuntos. Es testigo de Jehov¨¢ y para aliviar la espera hacia proselitismo entre los periodistas.
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