Llega la luz al legado secreto de Miguel de Molina
Uno de los herederos del cantante trae a Espa?a las memorias y la poes¨ªa in¨¦ditas del artista malague?o
En un discreto morral de lona azul, Alejandro Salade (Buenos Aires, 1965), sobrino nieto del cantante Miguel de Molina, lleva un tesoro. Con su hatillo al hombro lleg¨® a Madrid hace unos d¨ªas, empe?ado en dar a conocer en Espa?a la parte menos conocida y fascinante de tan controvertida figura de la canci¨®n espa?ola, un legado in¨¦dito que incluye las memorias del artista, su larga labor de poeta en silencio que abarca m¨¢s de cuarenta a?os, y su pintura, muchos cuadros de peque?o formato, casi siempre naturalezas muertas y paisajes. Completan ese patrimonio el fabuloso vestuario de escena dise?ado por ¨¦l mismo; m¨¢s de un millar de fotograf¨ªas de su vida social y art¨ªstica; un monumental archivo de partituras y discos de pasta, y una extensa biblioteca repleta de notas aut¨®grafas y de epistolario.La idea inicial de Alejandro Salade, nieto de una hermana de Miguel de Molina, fue salvar la casa del barrio bonarense de Belgrano donde vivi¨® gran parte de su vida Miguel de Molina, un evocador chal¨¦ con algo de aire andaluz y un mosaico con virgen en su cancela que encerraba los recuerdos de toda la vida del artista. "La casa fue demolida finalmente en marzo de este a?o para levantar en ella un edificio de ocho plantas", explica Salade. "No conseguimos mantenerla en pie para hacer un museo y reunir el legado. Una vez arruinada esta posibilidad, mi viaje a Espa?a responde al prop¨®sito de editar las memorias, concentrar las fuerzas de todos los interesados' hacer un espect¨¢culo de homenaje en 1997, con toda seriedad, y depositar aqu¨ª los recuerdos del t¨ªo".
Con respecto a los manuscritos, Alejandro cuenta: "Era una selva de papeles. Hay cuadernos ordenados de algunos a?os llevados en forma de diario que arrancan de los a?os cuarenta, y algunos proceden de la ¨¦poca del destierro en C¨¢ceres y Bu?ol tras los cesos del teatro Pav¨®n de Madrid cuando le proh¨ªben trabajar, hasta su primera huida de Argentina. Hay un relato dur¨ªsimo de cuando va a salir hacia Valencia el d¨ªa del cumplea?os e su madre y vienen os de paisano a detenerle. Despu¨¦s hay notas escritas en papeles sueltos que revelan la urgencia por perder un recuerdo o un hecho al que daba importancia. Hay papeles escritos asta de una semana antes de morir". El propio Miguel de Molina quer¨ªa dar a a luz, estas memorias: "Era su mayor inter¨¦s, ¨¦l quer¨ªa publicarlas en vida, pero no tuvo tiempo".
"Hasta los trece a?os frecuent¨¢bamos la casa de Miguel de Molina", recuerda Alejandro. despu¨¦s hubo un alejamiento n la familia y lo que sab¨ªamos de ¨¦l era a trav¨¦s de la prensa. Conservaba mis recuerdos de infancia, hasta nos cos¨ªa los pantalones. Cada vez que ¨ªbamos a su asa sal¨ªamos con unos pantalones puestos hechos por ¨¦l, que por cierto no nos gustaban nada. En 1990 fui yo quien me volv¨ª a cercar a ¨¦l. Todos me dec¨ªan: 'est¨¢s loco, te echar¨¢ volando en cuanto llegues'. Hac¨ªa 15 a?os que no le ve¨ªa y se emocion¨®. Me o que era el mejor regalo de Navidad que hab¨ªa tenido en muchos a?os. Comenc¨¦ a ir a diario verle y desde entonces ya no le dej¨¦; mantuvimos una relaci¨®n muy emotiva hasta su muerte". Y el joven pariente va m¨¢s lejos. Para ¨¦l fue muy importante en su ¨²ltima etapa reencontrar un familiar cercano y poder contare su visi¨®n de las cosas del pasado, como recuperar el puente de a sangre antes de la muerte. Era como decir '?Qu¨¦ te habr¨¢n contado de m¨ª? Esc¨²chame, oye mi verdad'. Era un artista rebelde que no perdi¨® nunca su vitalidad y era un gran fabulador tanto como un gran coleccionista; ten¨ªa cosas muy buenas y valiosas junto a otras que no lo eran tanto, pero cuando le preguntabas por algo, tej¨ªa alrededor del objeto tal historia, a veces cierta, a veces leyenda, que acababas por creerlo todo".
Al morir Miguel de Molina, Alejandro encuentra algunas sorpresas: "Fue empezar a abrir habitaciones y encontrar cuadernos y muchas cosas m¨¢s. Toda su pintura y sus poes¨ªas que ya conoc¨ªa, pero no en su totalidad. A partir del a?o 80, Miguel de Molina pone en los cuadernos ya el t¨ªtulo de memorias junto al de Bot¨ªn de guerra, que as¨ª es como quer¨ªa que se titulasen". La poes¨ªa tiene casi siempre un car¨¢cter ¨ªntimo: "No soy un lector de poes¨ªa, y no puedo hacer una valoraci¨®n, pero hay mucho de folclore y de ¨ªntimo, es una poes¨ªa sincera, tal como en las memorias tambi¨¦n habla extensa y claramente de su sexualidad y de sus romances, sin tapujos. Todo lo que se ha dicho de Miguel es poco y p¨¢lido al lado de lo que cuenta ¨¦l mismo, y por eso con las memorias quiero que se haga una edici¨®n ¨ªntegra, sin suprimir nada, pues para eso ¨¦l lo escribi¨®".
El retrato ¨ªntimo del artista no est¨¢ exento de su cara dram¨¢tica, y Alejandro lo reconoce. "Era un solitario y un noct¨¢mbulo que se entregaba durante horas y pasionalmente al trabajo, ya fuera escribir o pintar. Poco a poco redujo su espacio vital en la casa hasta un ¨¢ngulo de un sal¨®n donde se ovillaba en un sof¨¢ teniendo a mano sus pinceles, sus manuscritos, la televisi¨®n. Como todos los ocasos, tambi¨¦n tuvo su parte oscura y terrible. Pero de puertas afuera iba de punta en blanco, se pon¨ªa el personaje de Miguel de Molina, impecable siempre". Al llegar a decir esto, Alejandro pierde la distancia y entra en el terreno de la emoci¨®n: "Me he encargado de esto de forma natural. Al final mi abuela [su hermana] le reencontr¨® y estuvo a su lado. Pero ella es una mujer mayor y es as¨ª que yo empec¨¦ a ordenar y clasificar y descubrir todo lo que hab¨ªa en aquellas estancias cerradas desde hac¨ªa a?os, donde te pod¨ªas encontrar desde un brillante hasta una rata, aunque casi siempre est¨¢bamos m¨¢s cerca de las ratas que de los brillantes".
El 10 de abril de 1997, en la Plaza de Capuchinos de M¨¢laga se inaugurar¨¢ un monumento a Miguel de Molina ideado por escultor Suso de Marcos. Para Alejandro Salade ¨¦ste ser¨ªa el pistoletazo de salida ara armar su idea de homenaje definitivo y estable a su t¨ªo: "Haremos una exposici¨®n itinerante que se pueda ver en Espa?a y en Buenos Aires, adem¨¢s de la edici¨®n de sus memorias y de su obra en verso, que a¨²n est¨¢ por terminar de clasificar".
Alejandro Salade tiene mucho que aclarar con respecto al propio legado. "Salen discos y los derechos desaparecen; hasta dejaron de pagarle un programa que grab¨® para una te levisi¨®n espa?ola. Al morir, hac¨ªa m¨¢s de 35 a?os que no actuaba, y todos esos a?os viviendo de qu¨¦. Tampoco su vida fue un paseo y no acostumbraba a cobrar por entrevistas o algo as¨ª. Ahora estoy abierto a las propuestas que hubiera y valorarlas. Lo que no quiero es que se disperse, sino que se guarde y se conozca al t¨ªo en su amplitud. Era una personalidad m¨¢s grande y variada de lo que se cree y que no se limita al m¨ªtico int¨¦rprete de La bien pag¨¢".
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