Las monjas juegan al escondite
Una muestra recoge el arte de las tradiciones navide?as de los conventos de clausura
Este a?o san Jos¨¦ se ha librado del castigo al que le someten las Carboneras, una de las 35 clausuras que hay en la Comunidad de Madrid. Todos los a?os las religiosas de ese convento desnudan una figura del santo y lo encierran en un desv¨¢n durante dos meses. Su enfado se debe a que en su d¨ªa el santo var¨®n dud¨® de Mar¨ªa al verla embarazada. Y el motivo de la dispensa de este a?o es que la figura de san Jos¨¦, que forma parte del conjunto La Visitaci¨®n junto a otra de Mar¨ªa, est¨¢ en el Museo Municipal participando en la exposici¨®n Vida y arte de las clausuras madrile?as. El ciclo de la Navidad.Durante dos a?os, Letizia Arbeteta y Jos¨¦ F¨¦lix de Vicente han preparado esta muestra, que recoge an¨¦cdotas y piezas de arte totalmente desconocidas para el gran p¨²blico, procedentes de 10 conventos de clausura madrile?os: las Descalzas Reales, la Encarnaci¨®n, las Comendadoras de Santiago, las Trinitarias, las Salesas, la Latina, San Pascual, las Benedictinas de San Pl¨¢cido y las Carboneras.
A la Virgen de la Candelaria salieron a despedirla las monjas que conviven con ella. La circunstancia era, importante para todas porque esta imagen abandonaba por primera vez el convento donde ha residido m¨¢s de tres siglos. Tambi¨¦n de manera excepcional se ha liberado de las cadenas al drag¨®n que tiene a sus pies la Inmaculada Concepci¨®n, La Abadesa, de otro de estos conventos. Por razones de seguridad, simb¨®licamente, las monjas atan al monstruo que acompa?a a esta Virgen a la cruz que tiene al lado cuando est¨¢ en el convento.
Y tambi¨¦n por seguridad, no se facilita la procedencia de las piezas. S¨ª quieren resaltar los dos comisarios la estupenda colaboraci¨®n que han prestado las religiosas que, por culpa de esta muestra, han tenido que renunciar a pasar las navidades con objetos de gran importancia para ellas en estas fechas.
El Ni?o Perdido
Tampoco podr¨¢n realizar muchos de los juegos t¨ªpicos de esta ¨¦poca. Por ejemplo, nadie va a encontrar al Ni?o Perdidito, la versi¨®n sacra del juego del escondite que se practica en la Encarnaci¨®n. Hasta hace muy poco, alguien escond¨ªa un Ni?o Jes¨²s tallado en marfil del siglo XVII, que hubo que sustituir por otro de pl¨¢stico que no levanta mucho entusiasmo. El premio para la monja que lo encuentra es tener en su celda hasta el d¨ªa de Reyes la figura del Ni?o que ella elija.No podr¨¢ ir de cama en cama el Ni?o de la Ronda que sacan las Trinitarias el d¨ªa de A?o Nuevo. Las monjas, en procesi¨®n, van con una figurita de marfil de principios del siglo XVII de celda en celda. En cada parada se acuesta al Ni?o y cantan y recitan poemas en su honor. Si las s¨¢banas no son muy finas, preparan un pa?uelo doblado en zigzag para recibirle.
Nunca se sabe qui¨¦n es la que roba los dulces que las Benedictinas dejan junto a la figura de Mar¨ªa, que est¨¢ a punto de dar a luz, Jos¨¦ (los dos de los siglos XVII-XVIII), y una burra de cart¨®n con una vela. Cuando al d¨ªa siguiente la madre, dice: "Hay ladrones en el convento", nadie responde. Pero a la ma?ana siguiente, 24 de diciembre, las golosinas aparecen repartidas por los platos.
Los manolitos son otros de los grandes protagonistas de la Navidad en los conventos de Madrid. Las religiosas llaman as¨ª al Ni?o Jes¨²s que sientan en un trono el d¨ªa 1 de enero, festividad de San Manuel. No se sienta en cualquier sitio a estos ni?os. Uno de ellos dispone de la sillita que Eugenia de Montijo regal¨® al infante don Alfonso (que luego fue Alfonso XII). Otro, nada menos que de un trono de Fernando VI.
Todos los cuidados de las monjas para sus ni?os son pocos. Al Ni?o Divino Infante le han vestido como a un cardenal. Y bajo los faldones, la ropa interior tambi¨¦n est¨¢ cuidada al detalle.
El ropero del Ni?o Jes¨²s Esposo, El Papa, (siglo XVII) har¨ªa las delicias de cualquier ni?a: dos tiaras papales, capa pontifical, casullas, amitos, camisas, med¨ªas de hilo, zapatos de plata, pectoral y anillo a la medida, todo en finas telas y bordados. Lo de esposo es porque es el encargado de llevar el velo de la novicia en la mano en las bodas m¨ªsticas de Cristo con la Iglesia.
Dec¨ªa santa Teresa: "Tambi¨¦n entre los pucheros anda el Se?or". Por la cocina de las Trinitarias anda el Ni?o Jes¨²s Cocinero, vestido con un mandil y gorro alto. Lleva cubiertos de pl¨¢stico en un bolsillo y un pollo asado en una mano. Con los dedos de la otra hace un gesto goloso. Y por culpa del amor que le tienen sus monjas, seg¨²n dijo una religiosa, el Ni?o Jes¨²s Cautivito est¨¢ lleno de cadenas.
Vida y arte en las clausuras madrile?as, en el Museo Municipal (Fuencarral, 78; metro Tribunal). Hasta el 26 de enero. 300 pesetas.
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