El futuro del doctorado
Los estudios de doctorado o de tercer ciclo son el ¨²ltimo y m¨¢s elevado escal¨®n de la ense?anza universitaria. El desarrollo de la Ley de Reforma Universitaria (LRU) establece requisitos para la obtenci¨®n del t¨ªtulo de doctor, esencialmente dos: superar los cursos del programa de doctorado correspondiente a la especialidad escogida y defender una tesis doctoral consistente en un trabajo original de investigaci¨®n. A finales del pasado curso circularon rumores sobre las intenciones del ministerio de acometer una reforma en profundidad. De hecho, parece que en la primera toma de contacto de los responsables ministeriales con el Consejo de Universidades, este asunto ocup¨® un lugar prioritario.Los fines y el funcionamiento de este grado acad¨¦mico tropiezan con importantes dificultades que, en parte, pueden enmarcarse en el contexto de alto ¨ªndice de paro y falta de expectativas que afectan a un gran n¨²mero. de carreras, pero tambi¨¦n obedecen a ciertas deficiencias de concepci¨®n y organizaci¨®n. En las disciplinas experimentales, uno de los mayores problemas reside en la falta de adecuaci¨®n entre la formaci¨®n de un doctorando y las exigencias reales del mercado de trabajo. Se origina as¨ª una grave indefinici¨®n respecto de la cualificaci¨®n laboral de los doctores, causa de la escasa relevancia profesional que se otorga al doctorado.
La acreditaci¨®n del t¨ªtulo de doctor s¨®lo es un requisito imprescindible en la Universidad y los centros p¨²blicos de investigaci¨®n. Tradicionalmente, el tercer ciclo ha servido como cantera de futuros profesores universitarios e investigadores del CSIC. Ni en el ejercicio profesional, libre o en la empresa privada, ni en otras esferas de la Administraci¨®n se considera de forma preferente el doctorado, que suele constituir un m¨¦rito adicional para aumentar el baremo de los concursantes. El reflejo de esta situaci¨®n en la empresa privada es Ilustrativo: en las ofertas de trabajo de la prensa es muy infrecuente encontrar entre las condiciones la de ser doctor. Por el contrario, se suele valorar la realizaci¨®n de determinados masters en materias relacionadas con el futuro desarrollo laboral. Gran parte de los efectos negativos de este estado de cosas empiezan a dejarse sentir en la propia instituci¨®n universitaria. Ha sido una pr¨¢ctica com¨²n otorgar acceso preferente al tercer ciclo a los licenciados que un¨ªan a su vocaci¨®n investigadora un expediente acad¨¦mico brillante que les permit¨ªa conseguir una beca para el doctorado. Sin embargo, una fracci¨®n significativa de estos alumnos se cuestiona comenzar sus estudios de doctorado ante la incertidumbre laboral que les aguarda.
En el otro extremo de la pir¨¢mide la situaci¨®n es igualmente preocupante: doctores que una vez finalizada su tesis han completado su formaci¨®n mediante estancias de trabajo en centros extranjeros de gran prestigio se encuentran al regresar con la imposibilidad de poder acceder a una plaza de investigador al encontrarse las plantillas de la Universidad y del CSIC pr¨¢cticamente saturadas.
Un objetivo esencial del doctorado deber¨ªa ser formar investigadores cualificados no s¨®lo para integrarse en los centros de investigaci¨®n p¨²blicos, sino para atender a los grandes retos cient¨ªficos y t¨¦cnicos que la sociedad tiene planteados y que tambi¨¦n se canalizan v¨ªa compa?¨ªas de innovaci¨®n y desarrollo. Las posibles reformas no deben limitarse al contenido de los programas; resulta imprescindible y urgente tratar de encontrar soluciones que aseguren en la pr¨¢ctica el papel relevante que la LRU asigna a los estudios de doctorado y permitan evitar la tremenda frustraci¨®n personal y el enorme derroche de medios que supone preparar investigadores muy capaces sin expectativas de poder llegar a ejercer como tales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.