Los Quince optan hoy por seguir la reforma de Maastricht o empezar de nuevo desde cero
![Xavier Vidal-Folch](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Faedae0bb-0d6e-459f-9dfe-2706e5fe4722.png?auth=a063b8a6c517022901a88a95f4c1505572e8da3a560efb661a27e9349d5e2921&width=100&height=100&smart=true)
Los jefes de Estado o de Gobierno de la Uni¨®n Europea (UE) inician hoy en Dubl¨ªn una cumbre que estar¨¢ obsesivamente marcada por la lucha contra la delincuencia y que deber¨¢ despejar dos inc¨®gnitas. La primera de ellas es si se prosigue la reforma del Tratado de Maastricht sobre las pautas del borrador elaborado por la presidencia irlandesa, o se empieza de nuevo, desde cero. La segunda inc¨®gnita es si se va a bendecir el pol¨¦mico pacto de estabilidad presupuestaria para despu¨¦s de lanzada la moneda ¨²nica europea.
Los l¨ªderes aprobar¨¢n varias iniciativas contra la criminalidad y el narcotr¨¢fico. Y escenificar¨¢n un duelo entre documentos sobre el Maastricht-2: el texto articulado de la presidencia irlandesa que resume el trabajo de la Conferencia Intergubernamental (CIG) y la carta de Helmut Kohl y Jacques Chirac.No son documentos completamente opuestos, pero s¨ª muy diferentes. As¨ª, Dubl¨ªn propone ampliar algunas libertades: propone incorporar al Tratado los derechos humanos, una cl¨¢usula de no discriminaci¨®n entre ciudadanos y un cap¨ªtulo para establecer una "estrategia com¨²n" que cree empleo. Kohl y Chirac se olvidan de esas prioridades.
Ambos documentos dan m¨¢s prioridad a la lucha contra la delincuencia organizada (terrorismo, redes de narcotr¨¢fico o de trata de personas) y a la salvaguardia de la seguridad ciudadana por encima -o como condici¨®n muy previa- de la ampliaci¨®n de libertades como la de circulaci¨®n de las personas dentro de las fronteras de la Uni¨®n. Ello, mediante pol¨ªticas comunes sobre visados, refugiados, asilo y cooperaci¨®n aduanera. Pero la propuesta francoalemana es mucho m¨¢s tajante y suprime el derecho de asilo entre pa¨ªses de la UE, como pretende Espa?a.
Par¨ªs y Bonn son m¨¢s audaces -y m¨¢s intergubernamentalistas- que Dubl¨ªn en la propuesta de la Pol¨ªtica exterior y de Seguridad Com¨²n (PESC), nombrando un m¨ªster PESC o superministro que encarnar¨ªa "una voz y un rostro" de Europa, o en la exigencia de integrar "progresivamente" a la Uni¨®n Europa Occidental en la UE.
Y mientras la presidencia no se define sobre las encontradas propuestas de reforma institucional, la pareja Kohl-Chirac exige ampliar el n¨²mero de decisiones que se toman por mayor¨ªa cualificada -reduciendo el requisito de unanimidad- y aumentar la ponderaci¨®n de los votos de que disponen los pa¨ªses grandes en el Consejo.
El ministro franc¨¦s Herv¨¦ de Charette calific¨® de "mediocre" el documento irland¨¦s. El brit¨¢nico Malcom Rifkind lo ensalz¨® porque refleja de forma "completa y correcta" las distintas posiciones. Los pequenos del Benelux lo consideran aceptable".
Nadie lo ataca globalmente. Pero todos le encuentran alg¨²n pero. El Gobierno espa?ol centra sus reservas en la escasa ambici¨®n que a su juicio despliega sobre el asilo (pues no lo suprime) y en la creaci¨®n de un espacio judicial y policial com¨²n para perseguir la criminalidad y el terrorismo. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar centrar¨¢ en ello su intervenci¨®n y reclamar¨¢ que el nuevo Tratado incluya un Estatuto de las Regiones Perif¨¦ricas, que d¨¦ mayor protecci¨®n a las Canar¨ªas, Azores y Territorios de Ultramar franceses.
El problema es si se arrojar¨¢ a la papelera el trabajo de seis meses de la presidencia irlandesa, cuyo esfuerzo todos alaban. ?Se consagrar¨¢ su borrador como texto de referencia, aun sin ignorar las otras contribuciones nacionales o bilaterales? 60 se le considerar¨¢ un documento m¨¢s, como el germanofranc¨¦s, en cuyo caso la presidencia holandesa deber¨¢ iniciar en enero la reforma desde cero? Cuando se negoci¨® Maastricht, Holanda rechaz¨® el borrador de Luxemburgo y redact¨® otro. Pero ante su fracaso, tuvo que recuperarlo. Se perdi¨® tiempo y dinamismo. Otros asuntos ser¨¢n los avances hacia la uni¨®n monetaria y los Pactos Territoriales para el Empleo, los restos que el presidente de la Comisi¨®n, Santer, pudo salvar de su gran Pacto naufragado en Florencia.
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