Venecia no sabe c¨®mo salvarse de su naufragio
Una muestra expone los retos de la ciudad 30 a?os despu¨¦s de la gran inundaci¨®n
"Salvar a Venecia" es m¨¢s que un eslogan. Se ha convertido en un sector de actividad que ha generado sus veneci¨®logos de varias nacionalidades, dotados de sus consiguientes lenguajes herm¨¦ticos, mezcla de sociolog¨ªa, econom¨ªa, ingenier¨ªa y urbanismo, mientras la ciudad m¨¢s preciada del patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico de la humanidad, y del turismo, se sigue degradando. Y hundiendo. Una gran exposici¨®n ha venido a precisar los problemas, las soluciones y las pol¨¦micas cuando se cumplen 30 a?os de la inundaci¨®n que sembr¨® la alarma en todo mundo.
Las cosas han mejorado, pero la fragilidad de la ciudad lacustre sigue siendo enorme, y probablemente irreversible. Lo revela la gravedad de las aguas altas, o inundaciones peri¨®dicas, consideradas normales, que se han registrado en esta efem¨¦rides de aquel 1966, cuando pareci¨® que el mar se tragaba la Seren¨ªsima y los fluidos pestilentes de los canales subieron m¨¢s de 1,20 metros sobre el suelo de la bas¨ªlica de San Marcos.Laboratorio Venecia, organismo patrocinado por todas las instituciones italianas e internacionales que se ocupan del problema, no es parco a la hora de enumerar los elementos actuales de la crisis. "La agresi¨®n de la contaminaci¨®n, de un oleaje que ha estado fuera de control durante demasiado tiempo, la frecuencia acentuada de las aguas altas normales una manutenci¨®n no adecuada de la ciudad y de sus edificios, una baja tasa de innovaci¨®n, el uso intensivo y a veces no respetuoso de algunas de sus partes, la misma presi¨®n antr¨®pica ejercitada por 10 millones de turistas (anuales), han acentuado la fragilidad f¨ªsica de la ciudad", se lee en los folletos de la exposici¨®n montada en el Museo Correr, el importante centro de la plaza de San Marcos.
Los efectos destructivos de esta situaci¨®n sobre la vida cotidiana y sobre el tejido social venecianos quedan reflejados en la estad¨ªstica b¨¢sica de los ¨²ltimos 30 a?os. Entre 1966 y 1996, la poblaci¨®n de Venecia ha pasado de 123.000 habitantes a 72.000; la edad media ha subido de 37 a 47 a?os; los nacimientos, de 1.497 a 383; las casas y palacios desocupados han pasado de 1.032 a 4.940; las plazas hoteleras, de 6.600 a 30.450; los restaurantes, de 252 a 630.
Venecia es, en definitiva, una ciudad que envejece y se despuebla aunque crezca el n¨²mero de empleos -de 38.000 a 52.000- y la renta generada, gracias a una actividad econ¨®mica que se est¨¢ convirtiendo en ¨²nica: el turismo. El otro sector vivo de la Venecia actual es la Universidad, que en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas ha quintuplicado sus efectivos, hasta contar con 30.500 estudiantes. Todo lo dem¨¢s es museo sometido a grave deterioro por exigencias ambientales y econ¨®micas contradictorias.
La industria que circunda a la ciudad vieja desde la llamada tierra firme, la manipulaci¨®n secular de los r¨ªos que afluyen a la laguna, la excavaci¨®n de canales dentro de ¨¦sta para consentir el paso actual de m¨¢s de 10 millones de toneladas anuales de petr¨®leo, la modificaci¨®n de las bocas naturales del puerto, son factores que han contribuido a la crisis.
La ra¨ªz del problema
Pero la ra¨ªz del problema es natural e inevitable: Venecia se hunde desde siempre. Durante lo que va de siglo, ha ca¨ªdo 23 cent¨ªmetros como consecuencia de dos fen¨®nemos que se complementan: la erosi¨®n y la subida del nivel de mar. El primer fen¨®meno ha sido contenido desde que, en 1970, se dej¨® de consumir masivamente el agua del subsuelo, aunque prosigue un hundimiento natural a raz¨®n de 0,4 mil¨ªmetros al a?o. En cuanto a la subida del nivel del mar, las previsiones de los analistas del calentamiento de la Tierra son preocupantes.Las perspectivas no parecen dejar mucho tiempo para las pol¨¦micas, pero las hay, y han quedado reflejadas en la exposici¨®n del aniversario. El Ayuntamiento, dirigido por el alcalde-fil¨®sofo Massimo Cacciari, propone combatir la contaminaci¨®n con depuradoras, redise?ar los canales m¨¢s nocivos y controlar la velocidad de las embarcaciones para reducir el oleaje que socava los cimientos de los edificios, potenciar la restauraci¨®n de ¨¦stos, alzar los muelles y aislar los desag¨¹es y el suelo de la plaza de San Marcos que filtra el agua, entre otras medidas.
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