Tragacete, el depredador
El cazador, de 51 a?os, logra su sexto t¨ªtulo de Espa?a
Cuando el deporte no es un juego ni hay posibilidad de esconderse en el compa?ero, cuando se trata de revivir un acto ancestral, casi de supervivencia, las gestas no tienen l¨ªmite. "O t¨² o yo", dicta la naturaleza. Entonces aparece Ismael Tragacete para inmortalizar su leyenda. El s¨¢bado logr¨® un nuevo triunfo para aumentar su historial de depredador.Campe¨®n de Espa?a de caza por sexta vez. ?Y qu¨¦? Pues que no hay ser humano sobre la tierra capaz de aguantar tanto. Sobre los cinco campeonatos consecutivos que gan¨® forj¨® una leyenda; al conseguir el sexto, ocho a?os despu¨¦s, ha dado pie para que las generaciones venideras de cazadores hablen m¨¢s de un tal Tragacete, que cazaba a finales del siglo XX, que de la mism¨ªsima diosa Diana.
Tragacete no caza, depreda. Aprendi¨® a cazar cuando, de pastor, ve¨ªa c¨®mo el zorro cercaba a las perdices. "Si el raposo es capaz de cogerlas con la boca, ?no voy yo a ser capaz de cogerlas con la mano!", pens¨®. Imitando la aproximaci¨®n del zorro a la pieza, en c¨ªrculos, comprob¨® c¨®mo ¨¦sta, en lugar de elegir la huida, optaba por aplastarse y camuflarse.
Al sigilo hab¨ªa que unir la vista del ¨¢guila. Tragacete tambi¨¦n la ten¨ªa y la conserva. All¨ª donde los mortales vemos terrones en los sembrados, ¨¦l observa c¨®mo se trata de una perdiz y distingue si es macho o hembra.Cansado de coger caza con la mano, un d¨ªa se vio con la escopeta al hombro. Mejor maestro no pudo tener: su padre era manco y tiraba como los ¨¢ngeles, m¨¢s por necesidad para alimentar a todos sus hijos que por decisi¨®n divina. A Ismael, con las dos manos y unas condiciones sobrehumanas para moverse por la naturaleza, le comenz¨® a parecer f¨¢cil eso de cazar: un d¨ªa mat¨® 17 palomas de un solo tiro.Sigilo, vista, punter¨ªa... ?Y resistencia? M¨¢s que un caballo. Un d¨ªa quiso irse de su pueblo toledano hasta Madrid andando en una sola jornada, por eso de que eran 100 kil¨®metros, justos. "Si yo cazando, entre el barro, con 10 kilos de piezas a la espalda, me hago 50 kil¨®metros en una ma?ana, ?qu¨¦ no voy a ser capaz de hacer sin peso y sobre piso firme?".
Una operaci¨®n de rodilla para poner fin a sus dolencias -lleva unos clavos desde que tuvo una ca¨ªda sobre el andamio cuando trabajaba de alba?il- le impidi¨® ponerse en marcha para tan larga traves¨ªa, pero no para continuar cazando.
Gan¨® un campeonato, luego otro, y otro, y otro, y otro. Hasta cinco consecutivos. Incre¨ªble. Nunca un cazador mostr¨® tanta superioridad como Tragacete. Sus triunfos han llegado en, todo tipo de terrenos, lo que descarta la posibilidad de que se, haya visto favorecido. El m¨¢s accidentado de todos ellos fue el cuarto, que tuvo que celebrarlo en la UVI. Fue en 1987 cuando exhausto por el esfuerzo de la jornada, fue ingresado en una cl¨ªnica.
A los campeonatos se presentan los l7 mejores cazadores de toda Espa?a despu¨¦s de haber superado las eliminatorias sociales, provinciales y auton¨®micas. Son todos unos fieras, como el mismo Tragacete, porque la Espa?a rural est¨¢ plagada de gentes cuya memoria cineg¨¦tica, cuando se trataba de cazar o morir, esta muy reciente.
A Tragacete le llegaron a acusar de todo y super¨® cuantas adversidades le pusieron. Le llevaron a terrenos donde hab¨ªa sobreabundancia de caza y ¨¦l encontraba m¨¢s que nadie, donde apenas hab¨ªa una docena de piezas y ¨¦l cazaba la mitad, limitaron la cantidad de cartuchos a llevar para penalizar los fallos y a ¨¦l le dio igual.
Ni los a?os, ni la reglamentaci¨®n, ni los rivales, ni nada le importa. Es Tragacete, el coloso de la caza, en su pueblo hace ya tiempo que se dieron, cuenta de ello y su figura est¨¢ inmortalizada en una calle que lleva su nombre.
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