?Indulto para Navacerrada!
Veo, leo, y al principio no me lo creo. Han sido demasiadas certidumbres dolorosas, demasiadas informaciones negativas feuilles mortes. Pero, es cierto: del peri¨®dico que tengo entre las manos brota y crece una m¨²sica celestial, me nimba y arrulla, me embelesa. Porque ahora veo, leo y creo. De milagro no me lanzo a la calle profiriendo aullidos de gozo, propinando besos a diestro y siniestro. Es algo sublime, inesperado, tan enorme para m¨ª como si ETA anunciara su abandono de las armas, su renuncia a la sangre, su deseo de abolir la tortura moral que desde hace decenios proyecta y ejerce sobre todos nosotros. Leo, al fin, una noticia positiva en un peri¨®dico, mi peri¨®dico, y adem¨¢s procede de la Comunidad de Madrid, lo que la convierte en noticia de, por lo menos, cinco estrellas. Se trata de que no hay dinero, gracias a Dios (por suerte, todav¨ªa se le ve alg¨²n detalle), para sacar adelante el llamado Plan de Ecodesarrollo. No habr¨¢, pues, ni aparcamientos subterr¨¢neos, ni supertelef¨¦rico desde los pueblos vecinos, ni pilares gigantescos con carreteras individuales de acceso y el desastre ecol¨®gigo resultante, no habr¨¢ "gran plazoleta peatonal con ¨¢nimo de lugar de encuentro rodeada de p¨®rticos...", ?cielos! Y Alfonso Barea, consejero delegado de Deporte y Monta?a, ha hablado con voz de ¨¢ngel, querub¨ªn, seraf¨ªn, trono, dominaci¨®n, para tachar el cancelado proyecto de "propagand¨ªstico, fara¨®nico y una barbaridad". Ha hablado con voz, no de prohombre, sino de se?or sensato y normal, para a?adir "la sierra ha llegado a su I¨ªmite. No caben ni m¨¢s aparcamientos ni m¨¢s edificaciones monstruosas". Yo me acuerdo del anciano Sime¨®n y, mientras contin¨²o pellizc¨¢ndome, por si acaso, recito aquello de: "Se?or, ahora ya puedo morir tranquilo".Estoy tan contento que ni siquiera deseo preguntarme si, en el caso de que hubiese habido dinero, el famoso Plan de Ecodesarrollo habr¨ªa sido tachado ahora de "propagand¨ªstico", "fara¨®nico" y "barbaridad" o si, por el contrario, a estas horas estar¨ªan trepando ya por las laderas de Navacerrada las excavadoras y las supersierras mec¨¢nicas para poner manos a la obra. M¨¢s vale no meneallo. Porque resulta mucho m¨¢s evang¨¦lico pensar que ha sido obrado en verdad un gran milagro y la humanidad, incluidos. sus prohombres, han recuperado aquella cualidad que anta?o distingui¨® a algunos de sus miembros y que se llam¨® -acaso haya quien lo recuerde- "sentido com¨²n". Algunos indocumentados hasta llegaron a afirmar que se trataba del "m¨¢s com¨²n de los sentidos". ?Turur¨²!
Perm¨ªtanme los m¨¢s desmemoriados que ponga algunos ejemplos ilustrativos de lo que era aquel don, y de c¨®mo funcionaba: el se?or Barea, ya citado, nos ofrece una buena muestra al reconocer que Ia sierra ha llegado a su l¨ªmite". Sentido com¨²n ser¨ªa tambi¨¦n admitir, con todas las consecuencias, que esa sierra constituye un bien incalculable para todos los madrile?os -y, desde luego, para nuestros queridos hermanos los segovianos-, que su ep¨ªgono y t¨®tem es Navacerrada, que nos proporcionan ox¨ªgeno puro y agua cristalina, campo y luceros, bellezas inenarrables y cambiantes con el paso de las estaciones, vivencias infantiles que los capitalinos llevamos siempre dentro, como un tesoro, a lo largo de nuestra vida. Sentido com¨²n es aceptar que un aparcamiento para 1.500 veh¨ªculos constituye un tope m¨¢ximo m¨¢s que razonable all¨¢ arriba (a m¨ª me produce espanto atravesar aquella explanada de asfalto en plena naturaleza), y que aumentarlo producir¨ªa da?os irreparables en todo el entorno. Sentido com¨²n es comprender, ingurgitar, digerir que cuando el buen Dios decide enviarnos una nevada grandiosa (otro buen detalle del Susodicho: me parece que me estoy convirtiendo), un hurac¨¢n, tif¨®n, lluvia monz¨®nica, sequ¨ªa apocal¨ªptica, la ¨²nica actitud posible que nos queda es capear lo mejor posible la cat¨¢strofe. Ojal¨¢ todas las devastaciones del mundo fueran del mismo calibre que el pigmeo enfurru?amiento de no encontrar espacio para dejar el coche en Navacerrada. S¨ª, ya s¨¦ que debe resultar estupendo, una vez arribados all¨ª con mil sacrificios y sufrimientos, deslizarse sobre la nieve a bordo de una bolsa de pl¨¢stico, pero ?valdr¨¢ la pena destrozar la sierra, que es de todos, para que unos miles de bolseros practiquen tan refinado deporte?
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