Mosc¨² y Minsk
EL ACERCAMIENTO entre Rusia y Bielorrusia se va abriendo paso d¨ªa a d¨ªa, impulsado tanto desde Mosc¨² como desde Minsk. La ¨²ltima oferta de Yeltsin va en la direcci¨®n de una reunificaci¨®n, aguzada quiz¨¢s por la b¨²squeda de una respuesta a la futura ampliaci¨®n de la OTAN. Una estrategia que los dos pa¨ªses ya asociados desde la primavera pasada en una "comunidad" se plantean por etapas y que facilitar¨ªa una presencia reforzada de tropas rueas en la frontera con una Polonia miembro de la Alianza. Atl¨¢ntica.Pero esta reunificaci¨®n, en la que muchos rusos -incluidos posibles futuros sustitutos de Yeltsin, como L¨¦bed o Lushkov-, muy dados a una geopol¨ªtica decimon¨®nica, vienen pensando desde el desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en 1991, responde, junto a la indudable rusofilia que impera en Bielorrusia, a intereses intr¨ªnsecos de Rusia. Mosc¨² apoy¨® claramente a Alexandr Lukashenko en el enfrentamiento con el Parlamento para la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum que otorg¨® poderes dictatoriales al presidente bielorruso.
Aunque la reunificaci¨®n podr¨ªa suponer un lastre para la propia econom¨ªa, debido a los retrasos en las reformas bielorrusas, Mosc¨², como refleja en la carta de Yeltsin a su hom¨®logo bielorruso, busca un paso seguro para el gas y el petr¨®leo rusos hacia Occidente ante las dudas que cunden sobre la actitud de Ucrania. ?sta, pieza clave sin ubicaci¨®n clara en el panorama de la nueva Europa, se ha portado con sensatez al entregar todas las armas nucleares que quedaban en su territorio. Sus relaciones con Mosc¨² no han mejorado por ello. Las diferencias sobre Crimea y sobre el reparto de la Flota del Mar Negro sig7uen vivas. Pero los estrategas moscovitas parecen abandonar la idea de una vuelta de Ucrania al imperio.
El caso es que, de nuevo, el espectro de una Europa dividida, esta vez entre un imperio ruso y su ¨®rbita, y un resto atlantizado, vuelve a despertar. Mala cosa, si se materializa, pues entonces Europa resultar¨¢ menos segura de lo que es hoy. Especialmente si, como amenaza, Mosc¨² incumple los acuerdos firmados de reducci¨®n de armamentos. Las piezas se est¨¢n empezando a mover en un tablero europeo donde este a?o se juega una importante y complicada partida. Con Yeltsin enfermo.
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