La cajita de pensar
Entre los rumores m¨¢s vistosos que corr¨ªan por el colegio de los Sagrados Corazones -Mart¨ªn de los Heros, 91- durante el curso 1965-66 hab¨ªa dos que llamaban poderosamente la atenci¨®n: uno alud¨ªa a la velocidad m¨¢xima de cierto b¨®lido, el legendario P¨¢jaro Azul, y otro hablaba de un apellido eterno: Iturriberricorrigorrimancoerratacoechea. Dieciocho s¨ªlabas a la mochila. Al parecer, este apellido exist¨ªa de verdad, y pertenec¨ªa a un pastor vasco que viv¨ªa en las monta?as y no hablaba castellano. Por aquel tiempo no estaba de moda el periodismo de investigaci¨®n y, en consecuencia, nunca pudimos confirmar la certeza del soplo, pero muchos de nosotros lo dimos por bueno e incluso llegamos a sacar conclusiones: el tal Iturriberricorrigorrimancoerratacoechea, por las trazas, deb¨ªa ser un personaje bastante eg¨®latra y figur¨®n, por no decir un subversivo.Pues bien, 31 a?os despu¨¦s, aqu¨ª, en Madrid, ha surgido un individuo que se apellida m¨¢s corto, s¨®lo Quintana, pero que supera en expectativas a nuestro amiguete vasco. Dicho caballero es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Educaci¨®n de la Universidad Complutense, y ha escrito un libro (La psicolog¨ªa de la personalidad y sus trastornos) en el que expone sus opiniones sobre las caracter¨ªsticas y atributos de la especie humana. Entre otras cosas, este sujeto divide a los hombres en tres ramas, a saber: listos, tontos y lentos. O lo que es lo mismo: blancos, negros y amarillos. En apariencia, a todos dedica reproches y cumplidos, pero lo cierto es que se le ve el plumero desde las ant¨ªpodas. De modo sigiloso, pero muy bien marcado, y dependiendo de la raza en juego, el autor intercala a su conveniencia grandes virtudes y peque?as deficiencias, o viceversa, en un torpe intento por confundir o cubrirse las espaldas. As¨ª, los blancos son sombr¨ªos, inconstantes, desorganizados, ampulosos o pendencieros, pero, casualmente, disponen de una inteligencia superior. Con los negros y amarillos aplica el mismo m¨¦todo, aunque invirtiendo los t¨¦rminos: los primeros tienen buena memoria, son m¨¢s resistentes y acreditan mayor talento para las manifestaciones art¨ªsticas, pero ocurre que son primitivos, cobardes y poco dotados para la reflexi¨®n. Y los amarillos son pr¨¢cticos, realistas y prudentes, si bien ps¨ªquicamente lentos, torpes y poco creativos.
Pero lo que m¨¢s llama la atenci¨®n en este caso es que tambi¨¦n hay indicios de timo. S¨ª, porque s¨²bitamente, sin avisar a los estudiantes, y en un requiebro inveros¨ªmil, el catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Educaci¨®n ha optado por cambiar de especialidad y convertirse en bi¨®logo, etn¨®logo y antrop¨®logo, todo al tiempo y por efecto de una revelaci¨®n. Es decir, innobleza, timo y, para redondear, recochineo.
Sin duda alguna, el catedr¨¢tico Quintana tiene derecho a divulgar sus ideas del modo que considere m¨¢s conveniente, pero asumiendo los riesgos; incluido el descr¨¦dito propio. Estoy, pues, en contra de todo intento de censura oficial hacia su libro; aunque eso no significa que el tramposo deba salir bien parado. De hecho, resulta extremadamente indecoroso que un profesor "sugiera" a sus alumnos comprar un libro que ¨¦l mismo ha escrito, y todav¨ªa m¨¢s si deja entrever un aprobado a todo aquel que siga su indicaci¨®n. Asqueroso, sin duda, pero tambi¨¦n un gran negocio, muy extendido, al parecer, entre la masa docente.
En su defensa, el catedr¨¢tico Quintana argumenta que ¨¦sas son sus teor¨ªas y que nadie puede obligarle a renunciar a ellas. Tiene raz¨®n. Est¨¢ en su derecho; como lo estoy yo a la hora de formularle varias preguntas. Por ejemplo: ?recibe usted malos tratos en la guarder¨ªa? O apurando un poco m¨¢s: ?qu¨¦ tipo de pa?ales usa? ?Con solapas dobles? ?Con avisador de pis? ?Con barreras antifugas? Y tengo mis razones para preguntarlo, ya que dormir bien es un ejercicio important¨ªsimo a la hora de lograr un desarrollo mental sano y vigoroso; y en este punto, la verdad, no parece usted hallarse en buena situaci¨®n. Qu¨¦ le vamos a hacer: a veces, la cajita de pensar se le abolla a uno por las junturas y no hay modo de parar la fuga de neuronas. De coraz¨®n, catedr¨¢tico: cu¨ªdese, descanse, inspire aire puro y no piense en nada. Es m¨¢s: si es posible, no vuelva a salir de casa.
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