Santos varones
Desde peque?ito me ha cautivado la figura del santo Job, b¨ªblico var¨®n, temeroso de Dios, padre de siete hijos y tres hijas, espejo a su vez de virtudes y belleza, due?o de grandes reba?os, oficiante cotidiano de holocaustos a Jehov¨¢, etc¨¦tera. El Se?or, movido por su piedad y misericordia, seg¨²n nos cuenta Ezequiel, quiso ponerle a prueba: un hurac¨¢n mat¨® a sus diez hijos, un rayo extermin¨® a sus reba?os, sin olvidarse de los pastores, el propio Job contrajo "una ¨²lcera muy mala, desde la planta del pie hasta lo alto de la cabeza" y "¨¦l, sentado en un estercolero, con un casco de teja se ra¨ªa la podredumbre", mientras, inamovible en su fe, reiteraba: "Dios me lo dio, Dios me lo quit¨®, bendito sea su santo nombre". Y me cautiv¨®, digo, como personaje de una Historia Sagrada plena de crueldad, horror y a veces belleza, no es que le tomara de ejemplo: todav¨ªa, para mi desgracia eterna, no he logrado comprender el sadismo de los dioses hacia sus fieles, ni el que ¨¦stos ejercitan, en nombre de aqu¨¦llos, hacia quienes no comparten su credo.Y, bueno, este introito, nunca mejor dicho, constituye una mera antesala de algo que debo revelar a mis ¨¢vidos lectores antes de que estalle en mi interior y me despedace, con gran lujo de visceronas desparramadas y otros espantos: se trata de que aqu¨ª abajo, en este valle de l¨¢grimas de nuestros Madriles cotidianos, existe toda una legi¨®n de santos Job an¨®nimos y vigentes. En medio del caos circulatorio cotidiano, de la barah¨²nda de automovilistas egoc¨¦ntricamente encolerizados por cualquier futesa, los motoristas suicidas, los peatones temerarios, las err¨¢ticas ambulancias, el prohombre o prohombrillo que pasa precedido por la Polic¨ªa Municipal a golpe de sirena, raudo e insolidario, las calles cortadas sin previo aviso, la multiobra que no cesa, las manifestaciones, los maratones, las nevadas y diluvios, el embotellamiento del siglo, estos aut¨¦nticos ¨¢ngeles guardianes, los p¨ªos conductores de la Empresa Municipal de Transportes, acarrean a los madrile?os de ac¨¢ para all¨¢ sin torcer el gesto, sin perder la flema y mucho menos el control, superando las mil asechanzas que se materializan a su paso, logrando alt¨ªsimos ¨ªndices de seguridad para los pasajeros, deposit¨¢ndoles una y otra vez con pericia, tras un periplo acaso infernal, en su parada de destino. Conductores-cobradores en una pieza, estos seres admirables no s¨®lo han de aplicar sus cinco sentidos a la conducci¨®n del veh¨ªculo, sino a la apertura y cierre de puertas, el examen y en su caso aprobaci¨®n de los variopintos carn¨¦s que les sit¨²an bajo las narices, el control auditivo de los clings emitidos por el bonob¨²s en estado de gracia...
Adem¨¢s, hay muchas l¨ªneas conflictivas, aunque s¨®lo me quede sitio para el 5, pongo por caso, de recorrido churrigueresco: sufro como un chino cada vez que pretende torcer por Alonso Cano, desde Mart¨ªnez Campos, y alg¨²n merluzo ha aparcado en el giro, que es casi siempre. ?Con qu¨¦ infinita habilidad sabe el conductor soslayar el obst¨¢culo, siempre que sea milim¨¦tricamente soslayable! Pero ah¨ª no acaba el problema, sino que empieza, porque Alonso Cano es una aut¨¦ntica v¨ªa dolorosa con continuo estacionamiento en doble fila, y no s¨®lo de coches, sino de grandes furgonetas y peque?os camiones. Y as¨ª sucesivamente. O tomemos el 3, afligido tambi¨¦n por un itinerario barroco. Subir por San Mateo, torcer por Fuencarral, desembocar en Bail¨¦n o, ya de retorno, llegar malamente a Presidente Carmona, por la sempiterna obra del aparcamiento, y encontrarse con que alg¨²n otro merluzo ha ignorado la se?al de no estacionar y bloqueado por ende el acceso a la parada final, ef¨ªmero Shangri-la para estos titanes del servicio p¨²blico. Adem¨¢s, y como ya fue apuntado en una tribuna anterior, el 3 es un tierno geri¨¢trico ambulante: el conductor ha de ejercer tambi¨¦n como ATS, inclinar su autob¨²s de piso bajo cual arrodillan sus camellos los tuareg para que pueda descender la clientela, etc¨¦tera. ?Y todo ello sin una queja ni un reproche!
Considerando cuanto antecede, solicito un inmediato aumento de sueldo para estos Job contempor¨¢neos y, si alguien tiene vara alta en el Vaticano (creo que el m¨¢s cualificado ser¨ªa nuestro querido se?or alcalde, que adem¨¢s es el general¨ªsimo de la EMT), una propuesta de futura canonizaci¨®n colectiva para tan santos varones.
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