El zar enfermo

Es evidente que Yeltsin es un hombre muy enfermo. ( ... ) No se le ha visto en p¨²blico, ni siquiera en televisi¨®n, desde el 9 de junio. ?Es esto importante? Si Rusia fuera un pa¨ªs con una Constituci¨®n probada, en el que imperara la ley y en el que existiera un saludable equilibrio entre sus instituciones, puede que no. Pero la Constituci¨®n que el propio Yeltsin dise?¨® concentraba amplios poderes en manos del jefe del Estado. No hay un vicepresidente que pueda gobernar el pa¨ªs mediante decretos, y el jefe del Estado puede disolver el Parlamento y su Gobierno a voluntad. ( ... ) Los socios de Yeltsin se aferran con desesperaci¨®n al poder y a los privilegios que comporta, temerosos de que unas nuevas elecciones ( ... ) puedan dar la victoria al ex general L¨¦bed. No sobrevir¨ªan a ese cambio, y sin duda prefieren mantener cuanto sea posible el mito de la autoridad presidencial. Adem¨¢s, en Mosc¨² circulan preocupantes rumores de planes para cambiar la Constituci¨®n y retrasar las elecciones si Yeltsin tiene que dimitir. En Occidente, algunos pueden sentirse tentados a aceptar tales planes por temor a lo que podr¨ªa suponer la alternativa de L¨¦bed o de un ex comunista. Lo que desean es una transici¨®n pos-Yeltsin estable. Pero lo cierto es que la transici¨®n ya ha comenzado. El peligro es que un prolongado periodo a la deriva bajo un presidente incapacitado deje en total descr¨¦dito a todos los relacionados con el Kremlin y sus posibles reformas. 28 de enero