Redundante

En la tercera visita madrile?a, los Cuervos Negros se entregaron a su pasi¨®n improvisadora, de puro extendimiento de los temas, y se les fue la mano con ello. Es verdad que resulta se?a de identidad propia: rhythm and blues, soul y rock & roll tomado en dosis libertinas cuando se est¨¢ encima de un escenario. Bien, se acepta porque ya se les conoce. Pero lanzarse a dos horas de desparrame sobre su repertorio no es precisamente lo que se entiende por una noche divertida.Tal vez sea ese car¨¢cter hippy que subyace en la banda sure?onorteamericana el que les lleve a tratar su propio material como Dios les da a entender cada noche.La referencia al estado original de cada canci¨®n es a veces m¨ªnima: el sexteto se lanza a la aventura del momento y parece improvisar sobre el instante. La espectacularidad de Shake your money maker, embriagador deb¨² envuelto en cruce de guitarras, ha quedado atr¨¢s. Ahora la m¨²sica de los de Atlanta se enraiza en t¨¦rminos m¨¢s suaves y hasta l¨¢nguidos. Para muestra indiscutible de lo que hubiera sido el concierto con otra actitud, el ¨²ltimo n¨²mero fue Jealous again, pieza contagiosa de sus primeros pasos. A la actuaci¨®n le falt¨® mayor agilidad.