Tim Burton ataca con una divertida pandilla de marcianos completamente terrestres
Rid¨ªcula versi¨®n estilo mariachi de 'Romeo y Julieta' de William Shakespeare
La gran esperanza norteamericana de esta Berlinale era ?Marte ataca! y no ha defraudado. Ayer se ven¨ªa abajo (entre el regocijo y las ovaciones) la enorme sala repleta del Palacio del Festival berlin¨¦s. Es esta ¨²ltima obra de Tim Burton un original¨ªsimo y trepidante entretenimiento, pero tambi¨¦n bastante m¨¢s que eso: un ir¨®nico, en ocasiones feroz, arreglo de cuentas del cineasta estadounidense con las cosas que no le agradan de su pa¨ªs, que son muchas y las pulveriza con una desenvoltura y un talento arrolladores. Complet¨® la jornada una rid¨ªcula versi¨®n californiana, de las llamadas de estilo mariachi, de Romeo y Julieta, de William Shakespeare.
ENVIADO ESPECIAL
Continu¨® luego la juerga de risa y aplausos ya en calma, durante la viva conferencia de prensa que Burton y su mujer, Lisa Marie -que hace un peque?o y gracioso papel en la pel¨ªcula-, protagonizaron en el Auditorio Intercontinental. Con estudiada pinta de loco, a Burton -que en realidad tiene debajo de los pelos desordenados una cabeza perfectamente en orden- se le notaron la comodidad y las ganas de contagiar su estado de ¨¢nimo, l¨®gicas en quien acababa de ver su obra disfrutada y entendida por una multitud que sabe ver cine, que se re¨ªa o aplaud¨ªa en los momentos exactos y que lo hac¨ªa con la elocuencia que las respuestas adquieren cuando se produce una verdadera comunicaci¨®n entre la pantalla y la sala.Cuando Burton se apea de ret¨®ricas batmanianas, pisa a ras de suelo y, apoyado en mitos populares menos engolados, hace met¨¢foras sobre cosas que ocurren -como hizo en Ed Wood y ahora en ?Marte ataca!- en su pa¨ªs y de rebote en todo Occidente, alcanza las formas m¨¢s complejas de la simplicidad y se convierte en un artista superdotado, superior, clarividente y sin equivalencias en ning¨²n otro cineasta actual.
Su pandilla de marcianos, gentuza fe¨ªsima y de una mala uva tan graciosa y exagerada que acaba por hacerles caer simp¨¢ticos, son en realidad unos bichos completamente terrestres, r¨¦plicas con aspecto de caricatura ir¨®nica de los innumerables idiotas e idioteces que vienen desde su planeta a aniquilar en ¨¦ste. Por ejemplo: se oy¨® durante la proyecci¨®n un "?bravo!" simult¨¢neo, procedente de las cuatro esquinas de la sala, cuando uno de estos marcianos, killers de maquinita electr¨®nica, se carga en Las Vegas un monumento al donut.
Emulsi¨®n de vitriolo
Y cuando el presidente Jack Nicholson y el jefe del Pent¨¢gono jod Steiger hablan de estrategia y acaban discutiendo con ladridos marcianos sobre la conveniencia o no de tirar a los bichos invasores la bomba at¨®mica. Y en la invocaci¨®n a Nancy Reagan que la alelada primera dama Glenn Close hace antes de ser aplastada por la ara?a del vest¨ªbulo de la Casa Blanca. Y en la escena en que la chica marciana pistolera se disfraza de mu?eca barbie para no infundir sospechas. Y en muchos hallazgos m¨¢s, filmados con emulsi¨®n de puro vitriolo, de magn¨ªfica y tronchante mala leche.Por no hablar del completamente mendaz discurso presidencial de Nicholson y, posteriormente, cuando la guerra se desata, su explicaci¨®n (que tiene dinamita) de que aquella cat¨¢strofe se debe a "un malentendido cultural", que lo dice todo: el marcianismo es una cultura y, por cierto, muy extendida en la tierra, por lo que no hace falta importarla de Marte.
Todo es gozoso en este espect¨¢culo, del que se sale reconfortado por la agilidad que Burton posee para echar por los suelos, con un manotazo liberador o con una argucia visual imprevisible, los signos de la estupidez y la mediocridad que hoy invaden el, planeta. La inteligencia se al¨ªa a la locura bajo la melena alborotada del cineasta y luego puede decir, con sonrisa de chiquillo que no ha roto un plato: "No, no me atribuyan ustedes cosas que yo no he dicho. Yo no me cargo esto o aquello. Quienes se lo cargan son los marcianos, que tienen muy buena punter¨ªa".
Tambi¨¦n tienen buena punter¨ªa otros marcianos vecinos de Burton. Son los pobladores latinos de Verona Beach, localidad californiana donde el gang de pistolones mariachis de la familia Montag¨² y la familia Capulet andan a la gre?a mientras sus herederos Romeo y Julieta se aman y se casan en secreto. A un muchacho berlin¨¦s de 12 o 13 a?os le enchufaron el micr¨®fono de una televisi¨®n a la salida del cine y solt¨® este perfecto an¨¢lisis (me lo tradujeron as¨ª) de Romeo y Julieta: "Al principio, cuando hay tela, la pel¨ªcula mola; pero luego se ponen a decir chorradas y la cagan". No hace falta decir que tales chorradas las escribi¨® Shakespeare y que as¨ª suenan dichas por Leonardo DiCaprio y Claire Dan¨¦s, dirigidos por un tal Baz Luhrmann, que obviamente es el defecador.
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