Ausencias m¨ªsticas
Jack Nicholson, un magn¨ªfico exagerador vocacional, sobreact¨²a cuanto quiere en ?Marte ataca! Es lo que le pide el director de la corrosiva farsa y no hace falta decir que Nicholson obedece encantado. Su presencia ayer en Berl¨ªn estaba anunciada y a este actor le gusta (ya lo hizo hace unos meses en Venecia) ba?arse en multitudes. Pero Nicholson no vino, y es el ¨²ltimo de un reguero de deserciones. Ni un solo rostro de Hollywood se asom¨® por aqu¨ª este a?o, cuando antes llegaban, en manada. La Berlinale ha cambiado de estrategia programadora, se ha desmarcado de las majors californianas y les ha programado con el mismo rasero que a las cinematograf¨ªas de Europa. Intolerable, han murmurado los capos hollywoodenses, y sus chicos y chicas han tomado nota.Para que la obediencia no se les note demasiado, las estrellas se han excusado en una rid¨ªcula cl¨¢usula de conciencia y, quienes no han fingido estar trabajando, han proclamado su indignaci¨®n m¨ªstica por las dificultades legales que una secta religiosa (a la que por lo visto pertenece Tom Cruise) encuentra en Alemania. Y as¨ª de gruesa es la lista de guapas y guapos que han dejado como regalo su vac¨ªo: Winona Ryder, Sandra Bullock, Daniel Day Lewis, Joan Allen, Woody Harrelson, John Voight, Robert de Niro, Leonardo DiCaprio, Claire Danes, Meryl Streep, Diane Keaton y, ayer, Glenn Close y Jack Nicholson.
Pero en esta Berlinale, la mejor de los ¨²ltimos a?os, no se ha notado su ausencia: son gente prescindible. La hueca mitolog¨ªa de que se rodean los grandes rostros del cine norteamericano ha demostrado ser aqu¨ª bastante m¨¢s fr¨¢gil y desmontable de lo que se supon¨ªa. Esta edici¨®n de, la Berlinale est¨¢ resultando viva, brillante y, por primera vez en mucho tiempo, programada con racionalidad y armon¨ªa. No ha hecho falla para lograrlo ni una gota de glamour.
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