La nube
Dice el poeta Heine que Dios cre¨® el mundo en seis d¨ªas y el s¨¦ptimo llam¨® a Goethe y le dijo: haz t¨² las nubes. No estoy seguro de que Polanco sea dios; desde luego, yo no soy Goethe, pero me gustar¨ªa que esta columna fuera una ventana con una peque?a nube para que el lector pudiera escapar despu¨¦s de leer el peri¨®dico. Me gustan las nubes muy blancas y las ventanas pintadas de verde. Hay muchos lectores que entran en el peri¨®dico por la ¨²ltima p¨¢gina. En los primeros tramos de esa galer¨ªa a¨²n hay luz de la calle. A medida que va uno penetrando en esa sima la oscuridad se hace m¨¢s compacta. El lector pasa por el lugar donde est¨¢n todos los cr¨ªmenes del d¨ªa con sus correspondientes regueros de sangre; despu¨¦s de atravesar los recovecos de la pol¨ªtica nacional, repleta de turbias m¨¢s caras, en el fondo del t¨²nel se en cuentra con las guerras y las hambres del mundo. Esta ¨²ltima pared est¨¢ bloqueada por los titulares de primera p¨¢gina, que impiden toda salida. Lleno de angustia vuelve el lector sobre sus pasos en compa?¨ªa de otros exploradores que tal vez han lo grado entrar en el peri¨®dico por la puerta principal. Este camino, aunque ya conocido, se hace a tientas, con el peligro de caer en el foso de las serpientes. Me gustar¨ªa fabricar una peque?a nube blanca y colocarla sobre una ventana verde y que el lector de regreso la divisara desde la en sangrentada secci¨®n de sucesos. Llegado a esta ¨²ltima p¨¢gina podr¨ªa montarse en ella y escapar todo el domingo. ?En qu¨¦ lugar del cerebro estar¨¢n almacenadas las sonrisas diarias? Esa nube no e s una alfombra m¨¢gica, Es s¨®lo la convicci¨®n de que este mundo est¨¢ hecho en seis d¨ªas con los pufios de Mike Tysson pero que, a pesar de todo, las tostadas que el lector va a tomar en el desayuno tienen prioridad absoluta frente a cualquier titular del pe ri¨®dico. Yo las suelo tomar de pan de centeno mientras oigo m¨²sica de Irving Berlin o boleros de Benny Mor¨¦. ?En qu¨¦ lugar del cerebro estar¨¢ el esenciero que contiene nuestras peque?as l¨¢grimas?
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