"Para imaginar a un nazi me basta con mirarme a m¨ª mismo", dice John Malkovich
El actor norteamericano presenta "El ogro", del director alem¨¢n Volker SchI?ndorff
Con el pelo rapado -"Es evidente, me he afeitado la cabeza. Ya ven, soy una persona muy maleable que se deja influir por las modas"- y exhibiendo el cinismo y la arrogancia de donde dicen proviene su irresistible encanto, el actor norteamericano de origen yugoslavo John Malkovich, de 42 a?os, present¨® ayer en Madrid la pel¨ªcula El ogro. El filme, basado en la novela de Michel Tournier El rey de los alisos, pretende ser una par¨¢bola sobre el nazismo. "Para imaginar a un nazi me basta con mirarme a m¨ª mismo", asegura el actor, que a?ade: "No es malo saber que todos llevamos un nazi dentro, saberlo es la mejor manera de estar vigilante con uno mismo y de controlar una amenaza que es eterna".
El ogro, dirigida por el cineasta alem¨¢n Volker Schl?ndorff (El tambor de hojalata, Muerte de un viajante, Un amor de Swann, Voyager) no tuvo una buena acogida en el pasado Festival de Venecia, donde fue tachada de pel¨ªcula "oscura". La cr¨ªtica, sobre todo la francesa, fue implacable con el filme. "No entiendo por qu¨¦ no gust¨®. Es dif¨ªcil aceptar que a la gente no le guste lo que uno hace", se?al¨® ayer su director. "Creo que el sentido de la pel¨ªcula est¨¢ muy claro: cualquiera puede convertirse en un ogro", a?adi¨®.El ogro, que se estrena en Espa?a el pr¨®ximo 7 de marzo, narra la historia de Abel (John Malkovich), un prisionero de guerra franc¨¦s ingenuo y algo idiota que se deja seducir por los nazis y que se' dedica a capturar ni?os arios para engrosar las filas alemanas. Al actor, que asegura que no lee las cr¨ªticas -"Ieer sobre m¨ª no forma parte de mi trabajo sino del de los periodistas", dice-, no parece preocuparle que s¨®lo le ofrezcan interpretar a psic¨®patas, amantes perversos o personajes de pocas luces. "Yo no voy por ah¨ª gritando: ?oh, quiero interpretar a un ped¨®filo! Pero, si es lo que me ofrecen, ?qu¨¦ voy a hacer? Antes de morir, Louis Malle, que estaba preparando una pel¨ªcula sobre Marlene Dietrich, me dijo que quer¨ªa que interpretara a Joseph von Sternberg [cineasta aficionado al sadomasoquismo]. Yo le contest¨¦: 'A m¨ª a quien me gustar¨ªa interpretar es a la Dietrich'. Malle ni me respondi¨®. Mi papel era el de Sternberg y, por desgracia para m¨ª, nunca me ofrecer¨¢n el de la Dietrich".
Actor de teatro
"No soy un actor de m¨¦todos, trabajo por instinto", continu¨® Malkovich en tina conferencia de prensa en la que, a base de ponerse y quitarse las gafas, qued¨® claro que el ligero estrabismo de sus ojos es, junto a su sinuosa voz, una parte muy importante de sus armas de seducci¨®n. Armas que irremediablemente se vienen abajo ante el abuso de muecas y posturitas que parecen controlar al actor.Para el int¨¦rprete, su principal problema est¨¢ en que es famoso por algo que realmente no se siente: actor de cine. "Yo soy un actor de teatro, y sobre todo de comedias, pero soy famoso por ser actor de cine. Me siento como un bailar¨ªn de flamenco que se hace famoso tocando la guitarra y no bailando".
Afincado en Francia desde hace dos a?os, Malkovich comenz¨® su carrera cinematogr¨¢fica a los 30 a?os y la popularidad le lleg¨® en 1988 con Las amistades peligrosas, de Stephen Frears. Una pel¨ªcula que, adem¨¢s de fama y excelentes cr¨ªticas, supuso que su mujer le dejara tras conocer el t¨®rrido romance que el actor vivi¨® con su compa?era de reparto, la actriz Michelle Pfeiffer. "Las amistades peligrosas no cambi¨® para nada mi vida", asegur¨® ayer Malkovich. "Quiz¨¢ me abri¨® unas puertas que luego me cerr¨®" a?adi¨®.
Malkovich, sin embargo, no niega que la segunda experiencia con el cineasta Stephen Frears, la pel¨ªcula sobre el doctor JekyII Mary Reilly, fue un total desastre. "Fue una experiencia muy dura e insatisfactoria. Pero creo que prefiero no hablar sobre ese tema porque acabar¨ªa en los tribunales y, sinceramente, no me apetece. La calidad de la pel¨ªcula, cuyo resultado ni me, importa, no tiene nada que ver con c¨®mo fue el rodaje, que fue desastroso".
El actor norteamericano rodar¨¢ el pr¨®ximo oto?o en Suram¨¦rica su primera pel¨ªcula como director. Una historia sobre el l¨ªder de Sendero Luminoso Abimael Guzm¨¢n, basada en la novela El bailar¨ªn de arriba, del ingl¨¦s Nicholas Shakespeare. "Le¨ª el libro durante el rodaje de El ogro en -Polonia. Me impresion¨® la historia sobre el polic¨ªa que captur¨® a Abimael Guzm¨¢n y me pareci¨® que conten¨ªa una muy buena historia para llevar al cine. Tiene una parte basada en hechos reales pero tambi¨¦n contiene mucha ficci¨®n. Trabajo en el gui¨®n desde hace un a?o".
Adaptaciones
Sobre el abuso de adaptaciones literarias en el cine actual, Malkovich (cuyo pr¨®ximo trabajo es La m¨¢scara de hierro, basada en la novela de Alejandro Dumas) se?al¨® ayer que es la mejor forma de trabajar sobre seguro. "Cuando una pel¨ªcula no funciona siempre es por lo mismo: una mala historia. Tener entre manos una buena novela es por ello una garant¨ªa. A m¨ª el estilo visual es algo que no me interesa lo m¨¢s m¨ªnimo y el cine actual est¨¢ lleno de estilo visual y vac¨ªo de historias. Y a m¨ª lo que me importa es siempre la historia y con una buena novela eso, al menos, est¨¢ asegurado".John Malkovich afirma que el mejor piropo que le han dicho en su vida es que sus camisas son las m¨¢s blancas que se conocen. Al actor, con tendencia a la gordura desde ni?o, la ropa y la moda siempre le han seducido. "Lo primero que hice cuando gan¨¦ dinero fue comprarme mucha ropa", ha declarado en varias entrevistas este int¨¦rprete que tambi¨¦n ha posado para el dise?ador catal¨¢n Antonio Mir¨®, con cuya ropa, dice, se identifica. "Antonio es un buen amigo y su ropa me gusta mucho. De todas formas, mis d¨ªas como top-model han terminado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.