Y la libertad contraataca
Si le pica una mala pulga, Robert Altman carga con cianuro la saliva y escupe que Hollywood ocupa en EE UU el hueco de lo irreal: no es un lugar sino una met¨¢fora. Apeada de esa irrealidad, padecimos la patra?a nacionalista Independence day y fue ¨²til para ver su oquedad un venablo as¨ª de bien envenenado, que destapa la cloaca donde Hollywood (escudado en la rentable inocencia de lo espectacular) oculta en met¨¢foras como esa su militancia en la caverna.La met¨¢fora de Hollywood destripa la funci¨®n envilecedora de su culto al entretenimiento, pero tras esa idea se abre paso la cara libre del cine estadounidense: aquella peliculucha se hizo con residuos de un c¨®lico de ombliguismo tan obtuso que, vuelta del rev¨¦s su sosa solemnidad, tiene gracia. Y ah¨ª aparece Tim Burton, que percibe ese rev¨¦s c¨®mico desaprovechado, da la vuelta a la tortilla patri¨®tica y extrae una tacada perfecta de ocurrencias contrarias, vivas como ascuas.
Mars attacks!
Direcci¨®n: Tini Burton. EE UU, 1997. Int¨¦rpretes: Jack Nicholson, Glenn Close, Lisa Marie. Madrid: Liceo, Excelsior, Florida, Vaguada, Palacio de de M¨²sica, Benlliure, Acte¨®n, Novedades, Aluche, Canciller, Lido, Luna (V.O.).
Quiz¨¢ Mars attacks! no nace como respuesta a aquel engendro, pero basta que lo parezca para que lo sea. Por azar o por c¨¢lculo -es lo mismo en el territorio sin leyes de la met¨¢fora de Hollywood- al cine libre le bastan cuatro d¨®lares para mofarse de su hermano tonto atrincherado en millones. Y all¨ª donde Independence day pasa la mano por el lomo del adocenamiento -en todos lados lo hay, pero no con tanta vocaci¨®n de invasor (es decir, de marciano) como en EE UU- de una forma muerta de vida, Mars attacks! apalea los signos de ese adocenamiento y entra a deg¨¹ello en su l¨®gica. El resultado es una maravilla de cine dinamitero.
Burton suelta a sus asquerosos marcianos para que cumplan su destino de zorros en un gallinero quieto. Los p¨¦rfidos bichos iconoclastas se l¨ªan a zarpazos en el corral y lo hacen con tanto discernimiento que no dejan tonto con cabeza y hacen de Mars attacks! una de las pel¨ªculas con mayor poder para demoler estupideces que ha dado el cine: les basta a los bichos una ojeada para que lo que ven les produzca un cabreo tan ilimitado que (asesorados por Burton, que conoce el patio) disparen contra lo que se les atraviesa con punter¨ªa de Billy el Ni?o.
Y no es casual que cuanto se les pone a tiro son signos de la caverna, frente a los que Burton, con la libertad encrespada, se siente marciano y nos pone en bandeja un formidable pim-pam-pum, que arranca de la primera imagen del filme: la estampida de un reba?o de vacas ardiendo, tan poderosa y furibunda como las m¨¢s graves del cine surreal. Y por encima de torpezas su pel¨ªcula se eleva a gloriosa e irresistible mezcla de detergente e insecticida.
Babelia
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