El sobrino del Nobel y la hija de Delors
Louis Schweitzer no pasar¨¢ a la historia como su tio abuelo Albert, el premio Nobel de la Paz que levant¨® el famoso y pol¨¦mico hospital de Lambarene en el centro de Gab¨®n. Louis, de 54 a?os, suizo de nacimiento y franc¨¦s de nacionalidad y formaci¨®n, ha provocado casi una guerra europea al ordenar el cierre de la factor¨ªa Renault en Vilvoorde (B¨¦lgica) y el despido de 3.100 obreros.La decisi¨®n del presidente de Renault no ha podido llegar en peor momento para los partidarios de Maastricht, ni en mejor para sus detractores. Hasta Philippe Seguin, el actual presidente de la Asamblea Nacional francesa y antiguo ministro de Trabajo, que hab¨ªa decidido mantener un discreto silencio, ha aprovechado la ocasi¨®n para resucitar y recordar, a trav¨¦s de las p¨¢ginas de La Libre Belgique, que el Tratado de la Uni¨®n Europea, al que se opuso desde el principio, tiene una alarmante falta de preocupaci¨®n social.
El, mensaje de Seguin -uno de los pol¨ªticos franceses m¨¢s valorados por la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs- est¨¢ calando r¨¢pidamente en Francia, donde ya existen voces que reclaman un segundo refer¨¦ndum antes de poner en marcha el euro. Cuanto m¨¢s se agitan las aguas, m¨¢s patente resulta la incapacidad de Jacques Chirac y del primer ministro, Alain Jupp¨¦, para liderar el imprescindible relanzamiento de la idea de Europa, aprovechando los debates de la Conferencia Intergubernamental que debe revisar en los pr¨®ximos meses del tratado.No est¨¢n mejor las cosas entre las filas del Partido Socialista de Lionel Jospin, incapaz, a su vez, de recoger el legado europe¨ªsta de Fran?ois Mitterrand y de convencer a los ciudadanos europeos de que la Uni¨®n es algo m¨¢s que un proyecto estrictamente econ¨®mico y monetario.
En medio de la batalla, reaparece Martine Aubry, que fue tambi¨¦n ministra de Trabajo, pero con un Gobierno socialista, y que acaba de lanzar un nuevo libro, Il est grand temps (Ya es hora). Aubry -que es hija del impulsor de Maastricht, Jacques Delors y que ha despertado siempre la admiraci¨®n de Seguin, que lleg¨® a ofrecerle un importante puesto en su ministerio- hace una defensa apasionada de. la Europa unida, pero precisamente para evitar que prospere el modelo Schweitzer.
La Uni¨®n ser¨ªa, por el contrario, el ¨²nico modo de lograr que sobreviva el modelo sobre el que se ha desarrollado la sociedad europea desde la II Guerra Mundial: "Tenemos que ofrecer otra cosa que no sea la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico y una moneda fuerte", escribe Martine Aubry.
Seg¨²n pasan los meses, la opini¨®n p¨²blica europea se va haciendo m¨¢s reacia a un proyecto que intuye m¨¢s pr¨®ximo al modelo del sobrino del Premio Nobel que al de la hija de Delors. Los responsables de algunos sindicatos alemanes, que siempre han defendido la moneda ¨²nica, empiezan a preguntarse si es posible arrancar con el euro antes de dotarse de mejores mecanismos de pol¨ªtica social. 60 economistas holandeses -otro pa¨ªs en el que el euro obtuvo inicialmente el apoyo del 70% de la poblaci¨®n, frente al 34% actual- acaban de publicar un informe en el que reclaman m¨¢s mecanismos de uni¨®n pol¨ªtica.
El cierre de Vilvoorde ha llegado en un momento crucial. Los responsables europeos est¨¢n todav¨ªa a tiempo de trasladar el debate a la conferencia que revisa el Tratado y conseguir que la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria nazca paralelamente con el relanzamiento de una idea atrayente de Europa. Algo que sea capaz de convencer a los ciudadanos de que la Uni¨®n, como dice Aubry, es precisamente el camino para lograr que los cambios que, sin duda, son necesarios no significan que el modelo econ¨®mico ultraliberal vaya a echar ra¨ªces en nuestra sociedad.
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