IPC de Maastricht
EL 13 de marzo de 1997 pasar¨¢ probablemente a la peque?a historia econ¨®mica como el d¨ªa en que Espa?a cumpli¨® el criterio de convergencia de inflaci¨®n de Maastricht. Y aunque bien es verdad que tambi¨¦n satisface los criterios de estabilidad cambiar¨ªa y tipos de inter¨¦s, lo cierto es que el de la inflaci¨®n, junto con el d¨¦ficit, constituyen el n¨²cleo duro de objetivos que los analistas econ¨®micos consideraron siempre como "muy dif¨ªciles de cumplir por parte de Espa?a". El IPC de febrero baj¨® el 0,1% y situ¨® la tasa anual de inflaci¨®n en el 2,5%, inferior al ¨ªndice del 2,6% que constituye, en estos momentos, el umbral de convergencia; incluso es probable que el ¨ªndice de precios armonizado con la UE, que es el que finalmente se aplicar¨¢ en el examen de integraci¨®n, reduzca en una d¨¦cima adicional la inflaci¨®n espa?ola, como sucedi¨® en enero de este mismo a?o.Se da la circunstancia de que en el mes de febrero la evoluci¨®n negativa del IPC se ha conseguido gracias a la reducci¨®n de los precios industriales; es decir, est¨¢ bajando una parte de la inflaci¨®n estructural, aquella cuyos precios est¨¢n sometidos a la competencia. Debe mencionarse tambi¨¦n la rebaja de los precios de los alimentos elaborados.
En un clima de descenso pronunciado del IPC, el Banco de Espa?a puede ejercer hoy la opci¨®n de lanzar un nuevo mensaje de reducci¨®n de los costes del dinero. Si se atiende exclusivamente a la inflaci¨®n, margen hay para ello. No obstante, cabe recordar que la autoridad monetaria debe atender tambi¨¦n otros frentes de actuaci¨®n como es el tipo de cambio. S¨ª el banco central no bajase hoy los tipos, los mercados pod¨ªan interpretar que la posici¨®n de la peseta requiere atenci¨®n especial.
Aunque la euforia sobre la inflaci¨®n est¨¦ justificada, es necesario afrontar con prudencia extrema los diez meses que restan para afrontar el examen europeo. El descenso de los precios es espectacular y Espa?a cumple ya el criterio de inflaci¨®n, lo cual puede producir un efecto favorable de arrastre en otros costes importantes como los salarios. Pero no debe olvidarse que existen plausibles amenazas sobre la inflaci¨®n, como es la subida del d¨®lar en los mercados internacionales -el Banco de Espa?a alert¨® recientemente sobre los posibles efectos de esta revalorizaci¨®n, dado que el 50% de las importaciones espa?olas est¨¢ nominada en d¨®lares- o la resistencia a la baja de los precios de los servicios. Prudencia es tambi¨¦n el mensaje que transmite el bajo crecimiento de la econom¨ªa espa?ola y, por consiguiente, la amenazadora hip¨®tesis de que el Estado no pueda recaudar los ingresos previstos para controlar el d¨¦ficit en 1997. El Gobierno debe mantener el rigor en el control del d¨¦ficit, con nuevos recortes del gasto p¨²blico si fuere necesario, y una vigilancia estricta sobre los precios d¨ªa a d¨ªa, mes a mes. Las alegr¨ªas prematuras no resolver¨¢n los problemas donde y cuando aparezcan.
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