Arte y vida
Con firmeza qued¨® trazada ayer entre los muros de la Academia Espa?ola la imagen de un Antonio Machado disidente -o solitario- en la vida cultural y literaria de su tiempo. ?ngel Gonz¨¢lez se encarg¨® de hacerlo con rigor y pulcritud tomando como gu¨ªa la prosa del poeta. Comenz¨® esta disidencia muy pronto, en 1904, cuando, tras haber bebido intensamente de las aguas del simbolismo, Machado se distanciaba visiblemente de su est¨¦tica, en un movimiento que no s¨®lo explicar¨¢ la segunda edici¨®n corregida y depurada de Soledades, sino tambi¨¦n la posterior evoluci¨®n de su poes¨ªa. Disidente del simbolismo, lo ser¨¢ tambi¨¦n de la vanguardia, sobre cuyos riesgos de barroquismo alertar¨¢ previsorHacia 1920 era Machado un apasionado defensor de la significaci¨®n social del arte, y eso lo dejaba pr¨¢cticamente. solo en la cultura de su ¨¦poca. Ortega tomar¨ªa buena nota de los puntos de vista machadianos en su ensayo La deshumanizaci¨®n del arte (1925) para irlos negando uno por uno. En este punto desarroll¨® Gonz¨¢lez una serie de agudas contraposiciones. As¨ª, Machado rechazaba el concepto del arte como juego, Ortega lo afirmaba; Machado proclamaba la trascendencia del arte, Ortega no la suscrib¨ªa; Machado estaba en contra del aristocratismo est¨¦tico, Ortega se adher¨ªa a ¨¦l; Machado, en fin, cre¨ªa que el arte deb¨ªa mirar a la naturaleza, a la vida, Ortega afirmaba la condici¨®n sustantivamente artificial de la nueva poes¨ªa. En su no le¨ªdo discurso de ingreso, el poeta, que no obstante respetaba profundamente al fil¨®sofo, recusar¨ªa minuciosamente las ideas orteguianas, incluidas las expuestas en La rebeli¨®n de las masas.
Est¨¦tica y pol¨ªtica
Todo ello, en opini¨®n de ?ngel Gonz¨¢lez, explica tanto la soledad est¨¦tica de Machado durante muchos a?os como la soledad pol¨ªtica en que quedar¨ªa al advenir la guerra civil. El poeta no era un revolucionario, pero no le tem¨ªa al hecho revolucionario, al contrario de lo que le ocurri¨® a la mayor¨ªa de sus compa?eros de generaci¨®n.Fue el discurso de Gonz¨¢lez una intervenci¨®n coherente con su propia pr¨¢ctica po¨¦tica y su concepci¨®n de la literatura y el arte. En ella, aunque con nuevos y perspicaces matices, el autor de ?spero mundo se acerc¨® a la figura de Antonio Machado, a quien consider¨® el poeta espa?ol m¨¢s importante de este siglo, con planteamientos en cierta medida cercanos a los que su generaci¨®n, la del cincuenta, desarroll¨® en su momento. Unos planteamientos que el furor culturalista y neovanguardista de parte de los a?os sesenta y de los setenta puso en entredicho pero que hoy vuelven a encontrar nuevas resonancias en algunos de los m¨¢s destacados poetas j¨®venes.
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