De cuando el campo se ech¨® al monte
Cerca de 80.000 tractores en las carreteras terminaron hace 20 a?os con el sindicato vertical en el sector agrario
Corr¨ªa el 20 de febrero de 1977. Cerca de un millar de agricultores, ante la imposibilidad legal de hacerlo en otra parte, se reun¨ªan en asamblea en las llamadas canteras de Rodezno, en Haro. Los precios de la patata estaban por los suelos y la Administraci¨®n no hab¨ªa atendido sus reivindicaciones.No era la primera vez que se hund¨ªa el mercado de la patata y tampoco iba a ser la ¨²ltima. Sin embargo, aqu¨¦lla era una situaci¨®n diferente. Hab¨ªa m¨¢s tensi¨®n de lo habitual por la crisis del sector, y adem¨¢s, el Gobierno Civil hab¨ªa autorizado al promotor de la Asociaci¨®n Regionalista Agraria (ARA), Alberto Ballar¨ªn, a presentar su organizaci¨®n, mientras se prohib¨ªan las asambleas del nuevo sindicato Uni¨®n de Agricultores y Ganaderos de Rioja. Entrada la noche, los agricultores adoptaron por unanimidad una decisi¨®n que iba a ser hist¨®rica: salir con sus tractores a las carreteras.
A las cinco de la madrugada del d¨ªa siguiente, lunes, cientos de tractores comenzaron a ocupar los arcenes de las principales v¨ªas de comunicaci¨®n de La Rioja. A la misma hora iniciaba tambi¨¦n la protesta la Uni¨®n de Campesinos de Le¨®n. La guerra de los tractores estaba en marcha.
Con la patata como principal argumento, horas m¨¢s tarde se sumaban a la movilizaci¨®n agricultores de las provincias m¨¢s cercanas como Burgos, en las zonas de Belorado, Briviesca y Lerma, y ?lava.
Sin embargo, lo que comenz¨® como una protesta agraria, en demanda de mejores precios para un producto -como antes la guerra del pimiento, en 1973, en el Ebro; la guerra de la leche, en 1974; la guerra del tomate, en 1975, y la guerra del ma¨ªz, en 1976- pronto se puso de manifiesto que no se trataba de una tractorada m¨¢s, sino una movilizaci¨®n de mayor calado. No solamente se, buscaban soluciones para un producto concreto. M¨¢s bien se podr¨ªa decir que la patata fue solamente una justificaci¨®n.
En las primeras asambleas multitudinarias de agricultores en Santo Domingo de la Calzada, Astorga, o Villamanzo y Lerma, en Burgos, comenzaron a presentarse las primeras plataformas reivindicativas donde se reclamaba una soluci¨®n global a los problemas del campo tras d¨¦cadas de marginaci¨®n. "Estamos quemados y no del sol", se?alaban las primeras pancartas, resumiendo el sentir general del sector.
Reivindicaciones agrarias
Las reivindicaciones agrarias patentes desde el primer momento de la gran protesta se concretaban en tres grandes cuestiones. Primero, ante el Gobierno en demanda de un trato m¨¢s justo para el sector agrario. "Agricultura, igualdad". "Seguridad Social, todos igual". Otra m¨¢s dura y expresiva: "Los que menos trabajan se jubilan j¨®venes, y, los del campo, cuando no pueden con los cojones".Rodolfo Mart¨ªn Villa, entonces ministro de Gobernaci¨®n, y Fernando Abril Martorel, ministro de Agricultura, llegaban a reconocer las razones del campo. Un segundo frente se orientaba contra la escasa organizaci¨®n del sector y su indefensi¨®n contra los intermediarios: "Te roban tus, ovejas, tu libertad, tu trigo, ?hasta cu¨¢ndo, amigo?", se le¨ªa en las pancartas.
Finalmente, una tercera reivindicaci¨®n clave fue la libertad sindical frente a las viejas estructuras de las Hermandades de Labradores y Ganaderos y la C¨¢maras Oficiales Sindicales Agrarias. "Tenemos derecho a un sindicato nuestro". Con estas reivindicaciones en las carreteras, asumidas por todo el sector, la guerra de los tractores se extendi¨® como la p¨®lvora. De La Rioja y Burgos, pas¨®, por un lado, a todo el valle del Ebro, con movilizaciones masivas de tractores en Navarra, con casi 9.000 m¨¢quinas en las carreteras; Catalu?a, con 13.000, y los 15.000 tractores de Arag¨®n. Igual fen¨®meno se produjo autom¨¢ticamente en todo Castilla y Le¨®n, donde las protestas fueron generalizadas, hasta alcanzar casi los 30.000. tractores. De finales de febrero a las primeras semanas de marzo, la movilizaci¨®n se extendi¨® a otras zonas como Valencia, Murcia, C¨¢ceres, Badajoz, Albacete y Ciudad Real.
En total, seg¨²n las cifras barajadas por la entonces a¨²n no reconocida Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), cerca de 80.000 tractores, en algunos casos, permanecieron m¨¢s. de 15 d¨ªas en los arcenes.
En las carreteras de casi media Espa?a participaron en la misma protesta agricultores de a pie en un 95%, sin ninguna militancia pol¨ªtica, afectos al r¨¦gimen pero con ganas de lograr viejas reivindicaciones y superar marginaciones hist¨®ricas que no pudieron hacer durante el franquismo. Fue una gran protesta consecuencia de una frustraci¨®n hist¨®rica a la que trataban de dar respuesta las nuevas organizaciones sindicales tras lograr el reconocimiento de la nueva Administraci¨®n.
Las C¨¢maras Agrarias no quer¨ªan perder su sitio, y el propio presidente de la Hermandad Nacional de Labradores y Ganaderos, Mombiedro de la Torre, llegaba a entrevistarse con el Rey para pedir un convenio para el campo.
Pero, a pesar de esos y otros intentos para recoger el protagonismo de la gran tractorada (v¨¦ase apoyo), la protesta, organizada por una docena de uniones que luego formar¨ªan la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), supuso una clarificaci¨®n en la representatividad en el sector y el comienzo del fin para las viejas estructuras.
La Administraci¨®n de UCD acept¨® el reconocimiento de la coordinadora como interlocutor en el sector agrario a cambio de que se retirasen los tractores de las carreteras. Eso se produc¨ªa progresivamente a partir de la primera semana de marzo.
Los agricultores, tras una gran movilizaci¨®n, en l¨ªneas generales sin violencia y donde la Guardia Civil convivi¨® con ellos, compa?eros en el medio rural, volvieron a casa con la sensaci¨®n d¨¦ que se hab¨ªan sentado las primeras bases; que se hab¨ªa ganado una batalla para acabar con el modelo sindical que hab¨ªa consentido una situaci¨®n de grave frustraci¨®n al sector agrario y que el campo hab¨ªa ganado capacidad y peso negociador para defender sus intereses generales. La sociedad tambi¨¦n reconoci¨® las razones del campo para un buen d¨ªa echarse al monte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.