CIonaci¨®n
Dice Rocco Buttiglione, el ¨¢lter ego intelectual del papa Juan Pablo II, en EL PA?S del pasado d¨ªa 17 de marzo: "Los ni?os tienen derecho a ser procreados. Por esta raz¨®n, la clonaci¨®n de embriones es inmoral". Lo leo y me quedo de piedra. Resulta que, seg¨²n san Agust¨ªn, ha sido la relaci¨®n sexual, o, m¨¢s exactamente, el placer inherente a la relaci¨®n sexual, el que transmite el pecado original y contin¨²a transmiti¨¦ndolo de generaci¨®n en generaci¨®n.Alguien puede pensar que san Agust¨ªn est¨¢ muy lejos en el tiempo (siglo IV), pero no debe olvidar que su moral sexual es exactamente la misma que hoy (final del siglo XX) sustenta y mantiene la Iglesia cat¨®lica y el Papa actual, que en la audiencia general que tuvo lugar en Roma el d¨ªa 8 de octubre de 1980 habl¨® "del adulterio que se perpetra en el ¨¢mbito conyugal con la propia mujer", y lo hizo en la misma l¨ªnea del agustinismo, tomismo, etc¨¦tera; es decir, desde la perspectiva de la hostilidad al placer sexual.
Seg¨²n ese pensamiento, ese pecado original trajo la muerte al g¨¦nero humano, que Cristo, con la suya, redimi¨®. Esa es la doctrina, seg¨²n creo, que siguen creyendo. Pues bien, en la clonaci¨®n no hay placer sexual procreador, sino c¨¢lculo productor (como dice el propio Buttiglione); por tanto, no deb¨ªa haber pecado original, ni muerte, ni necesidad de redenci¨®n para esos nuevos seres. Si la doctrina fuese verdad, las consecuencias ser¨ªan forzosamente ¨¦sas. Y es lo que el ¨¢lter ego papal rechaza como inmoral. Por tanto, lo moral es procrear con placer y traer el pecado original para justificar la muerte de Cristo.
Los seres clonados ser¨ªan seres inmortales, ya que vendr¨ªan al mundo libres de la mancha original. ?Volveremos a resituar a la humanidad en el momento anterior a la famosa ca¨ªda? No me lo creo.
Estamos, al parecer, en los albores de un mundo nuevo, donde precisamente liberarse del pecado original es inmoral. ?No resuena la vieja amenaza de Yav¨¦ en el G¨¦nesis (3, 22) al expulsar a la pareja del ed¨¦n: "... no vaya ahora a tender su mano al ¨¢rbol de la vida y comiendo de ¨¦l viva para siempre"?
En todo caso, ?c¨®mo el miedo a la libertad!-
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