Amigos, f¨²tbol 7, la tele y el pimp¨®n
Ronaldo vive junto al mar en Castelldefels sobrellevando las ofertas que le llueven
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Ni goles, ni pichichi, ni aviones -siempre planea cuando marca- que valgan. El ritual se cumple religiosamente los viernes cuando Brasil o el Bar?a se lo permiten. Ronaldo se olvida entonces de su mundo, se planta en medio de un campo de f¨²tbol 7 -de dimensiones algo mayores -al del f¨²tbol sala- en Castelldefels, toma un silbato, hace un quiebro: a sus carreras endiabladas y se mete a hacer de ¨¢rbitro. Sus amigos, los m¨¢s ¨ªntimos, algunos de ellos brasile?os, visten la zamarra de la canarinha; el resto, liderados por el hijo del due?o de Viajes Marina, la agencia oficial del Barca, la que m¨¢s les guste. O juegan contra el equipo de alguna firma de autom¨®viles. No importa: el equipo de Ronaldo era, es y ser¨¢ Brasil. Pero dicen que es imparcial, que no le afecta. Debe de ser a medias: al principio sus paisanos perd¨ªan muchos partidos, hasta que ¨¦l fich¨® a un compatriota de un equipo de f¨²tbol sala en el Bar?a. Ahora ya golean. Despu¨¦s, todos juntos, se van a comer, ya sea en un restaurante o en una terraza cerca del mar, para proseguir con la fiesta.Tiene que prestar sus brazos para que las seguidoras no se desplomen cuando se desmayan al tocarlo -eso pas¨® esta semana en Brasil-; los tifosi romanos se saben de memoria su clave de Internet para convencerle de que se vaya a Roma; ocho clubes se disputan sus huesos y hacen n¨²meros por si merece la pena pagar en 10 a?os 14.600 millones de pesetas... Y ¨¦l, mientras, deja su futuro en manos de sus representantes y vive para meter goles, jugar los viernes a hacer de ¨¢rbitro, practicar el pimp¨®n y buscar como un loco os partidos de f¨²tbol que, le ofrece su parab¨®lica. Parece que la Ronaldoman¨ªa desborda al mismo personaje, un joven de 20 a?os introvertido -aunque menos que Giovanni, el otro brasile?o del Barcelonaal que le gusta la marcha y que encaja bien las bromas.
Ronaldo vive en un imponente chal¨¦ de dos plantas en la monta?a de Bellamar, en Castelldefels, una poblaci¨®n costera cercana a Barcelona. No le falta el jard¨ªn, pensamientos a la entrada y una piscina. Tiene una vista inmensa sobre el mar y al macizo del Garraf. Puede que se despierte con un ojo hacia, el Mediterr¨¢neo, pero otro lo tiene decid¨ªdamente en el Atl¨¢ntico.
Tanto es as¨ª que hasta se ha tra¨ªdo de Brasil a Julia, una decoradora brasile?a, para que le reforme la casa. Susana Werber, su rubia novia, modelo la primera, la morena, con la que se dej¨® ver al principio, ha desaparecido del mapa-, supervisa personalmente las reformas. Ronaldo quiere convivir con Susana, en Castelldefels o donde sea, cuando ella concluya en diciembre su contrato con una cadena de televisi¨®n brasile?a.
Casa en reformas
La casa, comprada por 85 millones -ha formalizado una hipoteca a 17 a?os y las malas lenguas dicen que inicialmente estaba a la venta por 60-, est¨¢, por las obras, patas arriba. El traj¨ªn de carpinteros es constante. Tanto cable suelto hay que hasta la parab¨®lica se ha resentido. No s¨®lo eso. Otra incomodidad, ¨¦sta a medias: tiene un cachorro de pastor alem¨¢n, facilitado por quienes adiestran a los Perros de seguridad del Camp Nou los d¨ªas de partido, que le tiene frito. O al menos eso susurra su jardinero, que acude tres veces por semana al chal¨¦. "Es que se lo come todo", dice.No solo sus cosas. Tambi¨¦n las de C¨¦sar, su amigo y secretario, con quien comparte techo. C¨¦sar, un brasile?o muy introvertido, amante, de la peque?a pantalla, pasa bastantes m¨¢s horas que Ronaldo en Barcelona y act¨²a de cicerone por la ciudad. Es quien le descubre los restaurantes, los bares o los lugares por d¨®nde vale la pena dejarse caer. Pero cada vez menos: Ronaldo despierta furor por donde va. Cualquier local necesita un agente de seguridad para evitar avalanchas. Como el caso de un restaurante del puerto de Barcelona al que acudi¨® hace poco. Comi¨® con sus amigos navajas, langostinos y pescado, y bebieron cerveza con limonada y cubitos de hiel0. Nada de vino. Fuera, cuando corri¨® la voz, una legi¨®n de seguidores aguardaba enloquecida en busca del aut¨®grafo.
Amigos contados
Su mundo no es muy amplio. Su amigos se cuentan casi con los dedos de la mano. Su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo lo componen C¨¦sar, Giovanni y Rafa Carrasco, ex director del equipo ciclista Kelme que ahora trabaja en la firma deportiva Kappa. Lo que son las cosas: Ronaldo firm¨® en enero un contrato vitalicio, por el que cobrar¨¢ 2.000 millones de pesetas en 10 a?os, con Nike, la marca rival. Carrasco, apelando a la amistad que le une con RonaIdo, no suelta prenda: "S¨®lo puedo decir que es una persona estupenda. Es igual que en el campo, como cuando no protesta ni contra los ¨¢rbitros ni contra sus compa?eros". Quedan pruebas de la relaci¨®n que les une: Carrasco acudi¨® el viernes a buscarlo al aeropuerto de El Prat a su llegada de Brasil y se dice que su mujer acompa?a al brasile?o de compras adem¨¢s de obsequiarle con tortillas de patatas.Pero los reyes est¨¢n en Brasil. All¨ª est¨¢n sus padres, sus dos hermanos, Susana y sus agentes y padrinos, Alexandre Martis y Reinaldo Pitta, quienes compraron hace a?os los derechos sobre el jugador a cambio de pagarle las deudas al club de Jaizirinho donde jugaba. Ronaldo se subi¨® por las paredes cuando un directivo azulgrana los tild¨® de "buitres y aves de r¨¢pi?a". Ambos Son intocables. A mayor distancia y en un segundo plano est¨¢n el abogado Josep Oriola, que lleg¨® a pedir dinero al principio por conceder entrevistas, y Tamayo, de Viajes Marina.
No sale mucho. Se ha dejado ver alguna vez por restaurantes de Castelldefels o por bares de la poblaci¨®n con m¨²sica brasile?a o caribe?a. Pero no en demas¨ªa. No es el caso de Romario, que dominaba al dedillo la vida nocturna de la vecina Sitges, donde viv¨ªa. Manda la discreci¨®n. "Tampoco tiene tiempo para m¨¢s", dice quien le conoce bien.
"Entre los viajes a Brasil, las concentraciones con el Bar?a y los compromisos publicitarios est¨¢ muy atado". Puede. Pero cuando tiene tiempo se escapa solo a jugar al baloncesto a una peque?a plaza llena de columpios al lado de su casa, aprovechando que los ni?os est¨¢n en clase.
Loco por la velocidad, invierte apenas 15 minutos en recorrer los 19 kil¨®metros que separan Castelldefels del Camp Nou al volante de un BMW modelo S-3 de color azul el¨¦ctrico. No es gratuito el detalle: cuando empez¨® la temporada rechaz¨® con obstinaci¨®n un modelo de otro color que le ofreci¨® la casa automovil¨ªstica. No se le conoce demasiado amor por la lectura y viaja siempre con los auriculares del minicasete puestos y, como la mayor¨ªa, enganchado a un tel¨¦fono celular. Su taquilla, limpia de fotograf¨ªas, est¨¢ situada junto a la de dos canteranos -lv¨¢n de la Pe?a y Roger- Tiene buena relaci¨®n con sus compa?eros: saben que es un crack -no es f¨¢cil que se escriban varios libros sobre una vida que no supera los 20 a?os- y que vive en otra dimensi¨®n. Aqu¨ª est¨¢n Ronaldo y el resto. Sus compa?eros ya aguantaron con estoicismo que disfrutara de los carnavales en R¨ªo mientras ellos pagaban los platos rotos por perder en Sarri¨¤. Pero cae bien: es cordial, se integra con facilidad y encaja las bromas. Cuando le llaman: "?Eh, t¨² estrellita!", ¨¦l sonr¨ªe. Al fin y al cabo, no ha pasado tanto tiempo desde el Mundial de Estados Unidos, cuando con s¨®lo 17 a?os, con un aparato de ortodoncia colocado y siempre cargado con los balones, era con fundido con un recogepelotas.
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