Un acuerdo hist¨®rico
Si hace ahora tres a?os, en medio de una crisis generalizada en lo pol¨ªtico y de una profunda convulsi¨®n social producida por el afloramiento de reiterados esc¨¢ndalos, alguien hubiera profetizado que ser¨ªa posible el futuro entendimiento entre empresarios y sindicatos en materia tan sensible como es la legislaci¨®n laboral, sin duda le habr¨ªan tachado de loco o visionario.Y hab¨ªa razones para ello. Despu¨¦s de todo, en 1994 las centrales sindicales fueron a la huelga general por una reforma de la ley mucho menos profunda que la que en 1997 han suscrito voluntariamente.
Adem¨¢s era previsible, por lo menos en apariencia, que UGT y CC OO fuesen mucho m¨¢s cr¨ªticos con la pol¨ªtica social de un Gobierno de centro-derecha que con la misma pol¨ªtica de un Gobierno de izquierdas. Por otra parte, cualquier analista poco avisado pod¨ªa haber deducido que las organizaciones empresariales elevar¨ªan, ante un Gobierno m¨¢s proclive a las tesis liberales, su propio nivel de exigencia, haciendo con ello menos posible un consenso con los sindicatos.
Y, sin embargo, a la vista est¨¢ que el acuerdo se ha convertido en un hecho, y que ha primado el sentido de la realidad, el af¨¢n de entendimiento y la b¨²squeda del mayor apoyo pol¨ªtico y social posible a la necesaria reforma de las leyes que en nuestro pa¨ªs regulan la contrataci¨®n y el despido.
Habr¨¢ l¨®gicas y leg¨ªtimas interpretaciones sobre qui¨¦n ha ganado m¨¢s y qui¨¦n menos en este acuerdo. Habr¨¢ igualmente quien se pregunte sobre la eficacia de lo firmado en aras del objetivo final de la creaci¨®n de empleo estable, y habr¨¢, sin duda, quienes pretendan apuntarse la victoria, pero todo esto da lo mismo.
Es la sociedad espa?ola la gran vencedora y es el empleo nacional el gran beneficiado. Es el clima de di¨¢logo y entendimiento el que ha prevalecido y son los agentes sociales quienes lo han hecho posible, actuando todos con un designio de servir a los intereses generales de Espa?a, como oportunamente nos recordaron las m¨¢s altas instancias en un momento clave de la negociaci¨®n.
?Es ¨¦sta la reforma que pretend¨ªan los empresarios? No enteramente, si nos atenemos a nuestras propuestas habituales y conocidas. S¨ª lo es, en cambio, en el sentido de que mejora la legislaci¨®n anterior, contribuye a promover m¨¢s empleo indefinido y, seguramente, es mejor que la que hubiera podido hacer la Administraci¨®n de manera unilateral y con la oposici¨®n de toda la izquierda pol¨ªtica y social, lo que a su vez hubiera influido en la credibilidad de la reforma y en sus posibilidades de aplicaci¨®n.
?Es ¨¦ste el acuerdo que pretend¨ªan los sindicatos? Creo que est¨¢n en el mismo caso. Sin duda, ha sido duro para las centrales admitir el concepto filos¨®fico de que reducir las indemnizaciones por despido en el contrato indefinido es algo que contribuye a que haya m¨¢s contratos de ese tipo, cuando su posici¨®n tradicional era la contraria.
Creo que igualmente habr¨¢ sido dif¨ªcil para ellos admitir que era necesario clarificar las causas del despido objetivo para ajustarlas m¨¢s a la competitividad de las empresas y no solamente a una mala situaci¨®n econ¨®mica. Para nosotros, ofrecer a los empresarios un marco flexible en materia de despido era algo que, contribu¨ªa a que ¨¦stos perdieran el miedo a la contrataci¨®n indefinida y por ello mejoraba las posibilidades de crear empleo estable.
Tambi¨¦n esta filosof¨ªa ha sido aceptada, con una altura de miras y un af¨¢n de enmendar tesis ineficaces que es digna de aplauso y reconocimiento.
Por parte de nuestros socios europeos, ¨¦stos estaban pendientes de la capacidad de los espa?oles de poner en l¨ªnea su marco laboral con el vigente en Europa, con vistas a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Y han podido comprobar que hemos sido capaces de hacerlo desde el entendimiento, lo que seg¨²n mis noticias ha producido asombro y satisfacci¨®n.
A partir de ahora, la credibilidad de la econom¨ªa espa?ola ha ganado muchos puntos y la inversi¨®n extranjera tiene m¨¢s elementos de juicio, y mucho m¨¢s positivos, para entrar en Espa?a.
Quiz¨¢ lo m¨¢s esperanzador de todo este proceso es la respuesta positiva y dialogada que las fuerzas sociales vuelven a dar ante un nuevo desaf¨ªo planteado a la econom¨ªa espa?ola. En 1977 y 1980, los Pactos de la Moncloa y el Acuerdo Marco Interconfederal fueron el instrumento para afrontar la transici¨®n democr¨¢tica y la entrada en vigor de la Constituci¨®n desde el di¨¢logo. En 1984, el Acuerdo Econ¨®mico y Social sirvi¨® para lo mismo frente al inminente ingreso en la Comunidad Europea. En 1997, los acuerdos suscritos servir¨¢n para hacer lo propio ante el ingreso de Espa?a en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria Europea.
Tengo ya dicho que estos acuerdos no agotan los as¨²ntos que conforman una reforma laboral completa. De hecho, cuestiones como la seguridad social o las prestaciones por desempleo no han sido tratadas, e influyen poderosamente en el marco laboral. La reforma es un proceso vivo que se ir¨¢ desarrollando a trav¨¦s del tiempo, y para subrayar este factor el mismo acuerdo prev¨¦ la creaci¨®n de una comisi¨®n de seguimiento y una vigencia temporal de cuatro a?os. Pero es indudable que ya nos hemos puesto en la direcci¨®n correcta y que los pr¨®ximos a?os contemplar¨¢n una inflexi¨®n en la hasta ahora preocupante curva de crecimiento de la tasa de desempleo en Espa?a.
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