El primer borrador de la Historia
Recuperar la confianza de la gente en el periodismo, objetivo del Museo de las Noticias inaugurado en Washington
La ¨²ltima noticia en museos es el Museo de las Noticias inaugurado el pasado viernes en Washington por el vicepresidente Al Gore, que antes de dedicarse a la pol¨ªtica ejerci¨® el periodismo, y visitado m¨¢s tarde para grabar un mensaje a la naci¨®n por el presidente Bill Clinton. Su objetivo, seg¨²n su director, Peter S. Prichard, es "restaurar la confianza del p¨²blico en el periodismo". Prichard, que fue director del diario USA Today, es de los que reconocen que los "excesos informativos" de los ¨²ltimos a?os -la falta de rigor en noticias provocada por la feroz competencia, la intromisi¨®n abusiva en las vidas privadas, la conversi¨®n de la informaci¨®n en espect¨¢culo...- han "quebrado" el prestigio en todo el mundo de la profesi¨®n period¨ªstica y los medios de comunicaci¨®n.No obstante, Prichard y la fundaci¨®n que promueve el museo, el Freedom Forum, el Foro de la Libertad, creen que la vieja sentencia de Thomas Jefferson tiene hoy m¨¢s vigencia que nunca para los dem¨®cratas: "Si me obligan a escoger entre un Gobierno sin Prensa y una Prensa sin Gobierno, escoge sin dudas la segunda opci¨®n". "Creo", dice Prichard, "que si el p¨²blico comprende que el aut¨¦ntico periodismo es el primer borrador de la Historia y que por ello es imperfecto, ser¨¢ m¨¢s comprensivo con los periodistas".
El Museo de Noticias, un nuevo edificio de tres alturas situado frente al Kennedy Center pero al otro lado del r¨ªo Potomac, esto es, cerca de Arlington, en Virginia, recuerda a los norteamericanos que las libertades y comodidades de las que disfruta la mayor¨ªa de ellos quiz¨¢ no fueran las mismas sin el periodismo. Por ejemplo, si Bob Woodward y Carl Bernstein, cuya historia se cuenta con detalle, no le hubieran parado los pies al presidente Nixon con sus investigaciones sobre Watergate para The Washington Post.
Y es que la necesidad de una permanente movilizaci¨®n de la sociedad civil frente a los abusos del poder pol¨ªtico, las grandes empresas y las organizaciones criminales constituye el alma del periodismo norteamericano, como recuerda el lema del Daily News, el peri¨®dico de Aspen (Colorado), situado en el vest¨ªbulo del museo: "Si usted no quiere verlo impreso ma?ana, no deje que ocurra hoy".
El museo exhibe en lugar destacado recuerdos que demuestran que la b¨²squeda de lo sensacional e incluso lo morboso no es patrimonio, ni mucho menos, de la actual generaci¨®n period¨ªstica. Por ejemplo, la primera p¨¢gina de 1938 del New York Daily News con una foto a todo trapo de Ruth Snyder atada a la silla el¨¦ctrica de Sing Sing y una ¨²nica palabra como titular: "?Muerta!". Al lado puede verse la c¨¢mara en miniatura que el reportero gr¨¢fico se coloc¨® en el tobillo para tomar clandestinamente la foto. No lejos, hay una divertida muestra de disparate period¨ªstico: The New York Sun inform¨® a sus lectores en 1835 que se hab¨ªa descubierto vida en la luna a trav¨¦s de un telescopio. Y no cualquier tipo de vida: se trataba de "seres murci¨¦lagos".
Cara Sutherland, la comisaria del museo, ha recogido cientos de objetos relacionados con el mundo de las noticias. Van desde tablillas sumerias y una estatua del dios egipcio de los escribas hasta la c¨¢mara usada por Mathew Brady para fotografiar la Guerra Civil norteamericana y el micr¨®fono conectado con un sat¨¦lite empleado por Peter Arnett para informar desde Bagdad a trav¨¦s de la cadena CNN sobre la guerra del Golfo. En el camino se pasa por por una Biblia de Gutenberg, un informe de Cristobal Col¨®n sobre sus descubrimientos en Am¨¦rica y un ejemplar del Boston News Letter informando en 1719 que un "caballero escoc¨¦s" ha terminado con la vida del pirata Barbanegra.
El museo, cuya construcci¨®n ha costado 50 millones de d¨®lares (7.250 millones de pesetas), contiene toda clase de alta tecnolog¨ªa relacionada con la imprenta, la radio, la televisi¨®n y los ordenadores. Sus visitantes, y en particular los ni?os, pueden usarla all¨ª mismo para investigar historias, contarlas, enviarlas antes del cierre y verlas editadas de inmediato en papel, sonido o imagen. Tambi¨¦n pueden escoger el otro aspecto de la actividad informativa y jugar a ser editores que encargan temas, insultan a los reporteros porque no los han recibido todav¨ªa, seleccionan la informaci¨®n y el material gr¨¢fico que les va llegando y los ponen en escena en forma de primeras p¨¢ginas o telediarios.
En las salas consagradas a los asuntos ¨¦ticos, los visitantes se enfrentan a las dif¨ªciles elecciones que los periodistas deben hacer en cuesti¨®n de minutos. ?Se publica o no el manifiesto de un grupo terrorista? ?Debe presentarse en su integridad la imagen espantosa de la v¨ªctima de un crimen o una cat¨¢strofe? ?Est¨¢ tal dato relacionado con la vida privada de una personalidad p¨²blica de inter¨¦s general? ?Hay que proteger el anonimato de una fuente incluso al precio de que e periodista vaya a la c¨¢rcel?
La visita al museo, que cada d¨ªa puede ser diferente en funci¨®n de las ¨²ltimas noticias, termina con un monumento de cristal que recuerda a 934 periodistas que murieron en la b¨²squeda de noticias.
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