El trueque de tejidos

El programa escogido por Duato para volver al escenario de La Vaguada est¨¢ balanceado, comenzando con una pieza propia de su reciente etapa manierista que se ha reposado con el tiempo. Cautiva no es perfecto ni mucho menos, pero ahora se deja ver mejor, tras sutiles cambios. La m¨²sica de Alberto Iglesias sigue siendo la excelencia del montaje. Dentro de este compositor est¨¢n en distintas dosis Shostakovitch, Schinitke, Bloch y Scriabin, y de los m¨¢s actuales, el agrio y desgarrado condimento de P?rt. A pesar de ello, su talento y originalidad emergen, su ingenio y artesan¨ªa salen victoriosos y ganan la partida a ese c¨²mulo de influencias bien asimiladas; digamos que es una m¨²sica cult¨ªsima en sentido estricto y ¨¦se es un digno destino de cierto tipo de composici¨®n. Iglesias compone para ballet con un elevado sentido de lo esc¨¦nico, con respeto hacia el movimiento que vendr¨¢ a?adido despu¨¦s por el core¨®grafo, y eso le hace merecedor de todos los elogios.La segunda pieza fue un hallazgo. El p¨²blico enmudeci¨® de emoci¨®n, de recogimiento ante el instinto casi animal de Naharin que desgran¨® su talante impulsivo, tan¨¢tico, luchando a brazo partido con su parte oscura, buscando alivio en el agotamiento de todas las fuerzas. Arbos es parte del viaje a la semilla de este core¨®grafo israel¨ª. Todos los bailarines son Magadalena y Barrab¨¢s, y acaso uno, puede ser el Azazel, errante, desprotegido, con alguna misi¨®n imprecisa relacionada con la culpa, gozando con dignidad el tormento de su sangre. Bell¨ªsimo ballet compuesto sobre la no menos hermosa y fuerte partitura de P?rt, donde no falta una solemnidad que quiere decir esperanza, b¨²squeda de la luz, apoyos en el cuerpo amigo.

Cerr¨® la noche la creaci¨®n m¨¢s reciente de Duato, Self, una pieza herm¨¦tica, sin demasiados rebuscamientos y donde el core¨®grafo camina ensimismado en un r¨ªo interior. Hay tinieblas, miedos, contactos nocturnos; acaso un bosque de deseos urbano que se expresa en esa ropa de after hours, muy apropiada para su danza atl¨¦tica y expansiva. Self est¨¢ hecho sin prisas y en la obra se verifica un cambio de piel, del negro al blanco, de la lana al algod¨®n, de la noche a otra noche. En las alturas, la casa de la vida, la madre que centellea y advierte. Debajo, las huellas latentes del ansia. Hay poes¨ªa y se estrecha el cerco comunicativo e ¨ªntimo con el compositor. En Self Nacho se siente acosado por un para¨ªso que no lo es. La percusi¨®n llama al humor, y eso se expresa en el movimiento con detalles, chispas aisladas que son como bocanadas de aire fresco, girasoles en medio del vicio lunar. Este ballet de Duato quiz¨¢ significa su entrada en la madurez y un cierto reposo, esmerado en la factura, atento al trabajo solista y profundizando como nunca en los contenidos dram¨¢ticos.

Tambi¨¦n fue la noche de un bailar¨ªn discreto y concentrado Antonio Calero, que en Arbos tuvo el papel m¨¢s duro (donde a veces fue el Jos¨¦ sin sus vestiduras y otras el David traicionado por sus hermanos) y en Self se entreg¨® a un frenes¨ª dram¨¢tico de gran fuerza, de dolor verdadero.