De leyenda
La Staatskapelle de Dresde es una orquesta de leyenda.No se trata, para sostener esta afirmaci¨®n, de aludir ¨²nicamente de un origen que se remonta nada menos que al a?o 1548. Hay otras razones m¨¢s poderosas e indiscutibles. Su cuerda es fastuosa y el equilibrio entre las diferentes familias, prodigioso. La sonoridad que alcanza el conjunto seduce. Si en Europa,se eligieran, como se hace en Estados Unidos, las big five no hay la menor duda de que una de ellas ser¨ªa esta orquesta, que es digna de figurar junto a las Filarm¨®nicas de Viena y Berl¨ªn o la Concertgebouw de Amsterdam en el grupo de ¨¦lite.
Giuseppe Sinopoli es el director titular de este gran conjunto y sabe muy bien todo lo que acabamos de decir acerca de ¨¦l. Por eso saca a flote esa luminosidad que brota de sus entra?as, esa hermosura, acentuando contrastes din¨¢micos y cuidando los detalles con un sentido anal¨ªtico que literalmente envuelve.
Staatskapelle de Dresde
Director: Giuseppe Sinopoli. Schubert: Sinfon¨ªa en si inenor D. 759; Bruckner: Sinfon¨ªa n¨²mero nueve en re menor. Iberm¨²sica.. Fundaci¨®n Caja de Madrid. Auditorio Nacional, 25 de abril
Dos sinfon¨ªas inacabadas, la en si menor de Schubert y la novena y ¨²ltima en re menor de Bruckner, configuraban un programa con mucho atractivo para un director que se mueve a su gusto y ama los terrenos fronterizos. La continuidad en la l¨ªnea sinf¨®nica vienesa se vio reforzada por un tratamiento dram¨¢tico (Giuseppe Sinopoli es un excelente director de ¨®pera, con unos Strauss y unos Puccini excelsos) y por una suspensi¨®n del sonido al estilo de los grandes hist¨®ricos, que a veces (especialmente en el caso de Schubert) le hizo perder la tensi¨®n de continuidad, rozando el manierismo, pero que en otros momentos alcanz¨® una grandeza hechizante, como ocurri¨® con el orgi¨¢stico y brillante Scherzo de Bruckner o con el po¨¦tico fraseo del ¨²ltimo movimiento del mismo autor, situado en el l¨ªmite entre el estremecimiento y una belleza dif¨ªcilmente mantenible.
Raz¨®n y emoci¨®n
A Sinopoli algunos no le perdonan el pan y la sal, no se sabe exactamente por qu¨¦. Sus versiones son discutibles, claro, pero diferentes. Es un hombre culto y tal vez su gran conocimiento musical y hasta psicoanal¨ªtico hace que la dimensi¨®n racional prevalezca en muchas ocasiones sobre la emocional.
No es en cualquier caso Giuseppe Sinopoli un director rutinario (un detalle que lo avala: en las horas anteriores al concierto asisti¨® al ensayo general de La hija del regimiento en el teatro de La Zarzuela). Su curiosidad le conduce en ocasiones al riesgo, pero nunca abandona una transparencia y un respeto a la letra escrita que le honran.
Babelia
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