Mulisch refleja en su nueva novela la coexistencia del bien y del mal en el hombre
Capaz de lo mejor y de lo peor, de ser Francisco de As¨ªs o Adolf Hitler, de delatar y de salvar. As¨ª describ¨ªa ayer Harry Mulisch (Haarlem, Holanda, 1927) la condici¨®n humana cuando se le preguntaba si el bien y el mal conviv¨ªan en las personas. Se declara agn¨®stico y pese a ello ha escrito una novela, calificada de "extraordinaria" por la cr¨ªtica y titulada El descubrimiento del cielo (Tusquets), que dibuja un friso sobre este atormentado siglo que est¨¢ a punto de terminar.Narrada por un ¨¢ngel, la historia ha ocupado casi una d¨¦cada de trabajo de este escritor holand¨¦s, con aires de burgu¨¦s elegante y que ha cultivado la poes¨ªa, la narrativa, el ensayo y el teatro. El nombre de Harry Mulisch -conocido ya en Espa?a por dos novelas anteriores: El atentado y Dos mujeres- ha sonado varias veces como candidato al Nobel. Sin duda, su biograf¨ªa ha pesado en esta obsesi¨®n por descifrar las claves del bien y del mal que han llevado al autor al borde de una "locura creativa". "No conceb¨ª la novela", comenta. Mulisch, "como una obra monumental, sino que la trama fue creciendo y creciendo. Creo que un escritor nunca debe plantearse que est¨¢ loco, sino que ha de seguir para ver qu¨¦ pasa".
La eterna dualidad la comprob¨® Mulisch en su familia. Su madre era jud¨ªa y su padre colabor¨® con los invasores nazis cuando el escritor apenas era un adolescente. "En realidad El descubrimiento del cielo responde un poco a mi propia biograf¨ªa, aunque todo est¨¢ fabulado y novelado se?ala el escritor holand¨¦s. Para reflejar que lo m¨¢s sublime y lo m¨¢s abyecto pueden convivir en la misma persona Mulisch recuerda a su padre: "Fue horrible su actitud, pero al mismo tiempo su apoyo a los alemanes le permiti¨® salvar a mi madre de que la enviaran a un campo de concentraci¨®n".
La historia como cat¨¢strofe
El nazismo, que Mulisch considera la p¨¢gina m¨¢s negra de la historia de la Humanidad, est¨¢ presente en El descubrimiento del cielo a trav¨¦s del personaje de Max que, empujado por su historia familiar, visita Auschwitz, donde percibe aquel siniestro lugar como una aut¨¦ntica representaci¨®n del mal.
Con una actitud estoica, Mulisch se interroga sobre las cat¨¢strofes que sacuden el mundo y las contempla como algo inevitable: "Ah¨ª tenemos conflictos como Oriente Pr¨®ximo, Africa o Yugoslavia, que hunden sus ra¨ªces de odio hace siglos, pero que siguen vivos y sin soluci¨®n".
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