Lavapi¨¦s espera que le laven la cara
Las gentes del barrio hablan sobre la futura reforma en la que se van a invertir 11.400 millones de pesetas
Cien a?os despu¨¦s de que Picasso ocupara una de sus casas (un edificio en esquina que recuerda al pintor con un mural de cer¨¢mica), el barrio de Lavapi¨¦s conserva su esp¨ªritu, aunque los cuadros que ofrece hoy son distintos a los que se podr¨ªan haber pintado hace un siglo. Tres africanas, muy elegantes con trajes de colores, hablan con los dependientes magreb¨ªes de una tienda de art¨ªculos de f¨²tbol repleta de bufandas del Real Madrid. Muy cerca, cuatro ancianos juegan al mus en una mesita recubierta de cart¨®n. De vez en cuando se oyen los bocinazos de alg¨²n cami¨®n que no logra girar en el laberinto de calles que, de Tirso de Molina a la Ronda de Valencia, cuesta abajo forman el barrio de Lavapi¨¦s: "Una isla en la que se puede vivir sin salir al resto de la ciudad". El problema es que la isla se hunde.
El 61% de las viviendas se construyeron en el siglo pasado. El 20% de todas las casas de este barrio en el coraz¨®n de Madrid se caen de puro viejas. La Gerencia de Urbanismo las cataloga dentro del apartado de "ruinosas". Faltan aparcamientos, zonas verdes, polideportivos y hasta espacio en las calles y aceras. Las madres con carrito para ni?os practican un curioso eslalon para sortear los bolardos rotos, los coches metidos en cualquier parte y las zanjas de las obras. El Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento se han comprometido a poner 11.389 millones sobre la mesa del barrio para rehabilitar casas y adecentar las calles, entre otras operaciones. Pero a los vecinos la ayuda les cubrir¨¢ s¨®lo la mitad del coste de reparaci¨®n de sus edificios. Todos aguardan esta subvenci¨®n, prometida hace m¨¢s de un a?o, que, seg¨²n el concejal de Urbanismo, Ignacio del R¨ªo, comenzar¨¢ a llegar de verdad "en cuanto pase San Isidro". Esto es lo que piensan y as¨ª es como viven los habitantes de uno de los barrios m¨¢s emblem¨¢ticos y m¨¢s degradados de la ciudad.
Antonio Cruz, 60 a?os, sin recursos: "Llevo cuatro meses viviendo en medio de obras
Antonio Cruz vive en una vieja casa de la calle de Mes¨®n de Paredes, frente a las ruinas del Colegio de San Fernando. A la parte delantera del inmueble no le queda m¨¢s que la fachada y en la entrada, mirando hacia arriba, se ve un pedazo de cielo. Antonio, que padece la enfermedad de Parkinson, abre con dificultad la puerta destartalada de su casa. Desde el descansillo casi se ve, por un agujero en la pared, el cuarto de estar. "Llevo 18 a?os viviendo aqu¨ª con mi mujer y tres hijos", explica, mostrando una de las pocas fotos que hay en una pared del diminuto piso (30 metros cuadrados), en la que aparece su hija de seis a?os vestida de chulapa y acariciando a su gato. Mientras, el perro corretea por la casa. Su piso, sin calefacci¨®n, ni tel¨¦fono, ni ducha, acumula las carencias m¨¢s extremas del barrio. Y adem¨¢s, ahora tiene tierra en el suelo porque desde que empezaron las obras le han quitado las baldosas.La cocina no es m¨¢s que un peque?o cuarto donde hay una pila improvisada con ladrillos. "Si las obras las hubiera hecho el Ayuntamiento, por lo menos nos habr¨ªan realojado", explica, "pero los propietarios no quisieron porque el Ayuntamiento pretend¨ªa agrupar varios pisos en uno y el due?o no estuvo de acuerdo porque as¨ª, con pisos raqu¨ªticos, gana m¨¢s dinero". "Yo estoy sin trabajo y sin pensi¨®n alguna, aunque estoy enfermo y, como me hacen vivir en estas condiciones, me niego a pagar el alquiler, que es de 25.000 pesetas", a?ade.
Admite que en estas circunstancias le hubiese favorecido que su propietario se acogiera al plan de rehabilitaci¨®n de Lavapi¨¦s.
Paula, universitaria, 23 a?os: "Tengo miedo de que se carguen el alma del barrio".
Medio adormilada, Paula, una chica estirada de rasgos finos, se toma la primera ca?a a las doce de la ma?ana en un bareto de la calle del Amparo. Antes viv¨ªa en Majadahonda con su madre y ahora comparte un apartamento de 60 metros cuadrados con una amiga.El alquiler es de 60.000 pesetas y no le falta nada. ?La rehabilitaci¨®n de Lavapi¨¦s? Un tema complicado, seg¨²n ella: "Aqu¨ª la mayor¨ªa de los alquileres son antiguos y a los propietarios lo que les interesa es que despu¨¦s los van a poder subir mucho". "Aunque est¨¢ claro que la rehabilitaci¨®n se impone: yo, cuando estuve visitando casas para alquilar, alucin¨¦: hay lugares preciosos, con baldosines antiguos y pasillitos de madera, pero muchas casas s¨®lo tienen un servicio compartido en la parte baja".
Ella eligi¨® Lavapi¨¦s entre muchos otros barrios madrile?os "porque es como una isla dentro de la ciudad: "Aun estando en el centro es muy tranquilo, no hay mucho tr¨¢fico y la gente de aqu¨ª es especial". Sin embargo, tiene miedo de que con la rehabilitaci¨®n "pierda su alma". "Comentan que con el plan se quiere tirar el teatro Olimpia", explica. [La intenci¨®n del Ayuntamiento es sustituirlo, en principio, por un centro cultural]. "Para m¨ª, el plan es especulativo", concluye.
Juan Jos¨¦ Fern¨¢ndez, 39 a?os, due?o de una papeler¨ªa: "La gente no va a poder pagar la mitad de los gastos de la rehabil¨ªtaci¨®n".
A m¨ª este reacondicionamiento no me afecta", explica, orgulloso, el due?o de una papeler¨ªa de la calle de Miguel Servet "Mi piso tiene 130 metros cuadrados y dos ba?os. Est¨¢ muy nuevo porque lo compr¨¦ por dos millones de pesetas y lo rehice completarnente", a?ade. "Pero no creo que el plan vaya a funcionar: en el barrio falta dinero. Yo tengo muchos clientes mayores que no les llega ni para pagar las revistas y, con los alquileres tan bajos que cobran, los propietarios nunca podr¨¢n financiar la mitad de las obras. A m¨ª lo que me gustar¨ªa saber es ad¨®nde va a ir todo el dinero que ha dado la Uni¨®n Europea (2.000 millones) para pagar la rehabilitaci¨®n", a?ade.
Abdeslam, 49 a?os, camarero en un restaurante ¨¢rabe: "Vivo aqu¨ª porque soy pobre y ¨¦ste es el barrio de los pobres".
Abdeslam es un marroqu¨ª que trabaja en el restaurante de su cu?ado, tambi¨¦n magreb¨ª, en la calle de Mes¨®n de Paredes, y lleva dos meses y medio viviendo justo enfrente, en un bajo de unos 15 metros cuadrados. Habla espa?ol con alguna dificultad (antes estuvo 18 a?os en Gibraltar) y los pedidos de sus clientes africanos, espa?oles o magreb¨ªes... los apunta siempre en ¨¢rabe. "Yo no puedo decir nada de la rehabilitaci¨®n porque no tengo dinero, pero mi casa s¨ª que es muy antigua". "Hay muchas zonas que me gustan, pero como soy pobre, prefiero vivir con los pobres. Aqu¨ª hay muchos extranjeros y la gente del barrio suele ser abierta..." dice. Abdeslam afirma que en su casa, de 17 viviendas que hay, 11 las ocupan inmigrantes.
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