La pregunta
Este mes se har¨¢ p¨²blica la sentencia del juicio celebrado hace unos d¨ªas en Par¨ªs contra 33 supuestos miembros de ETA entre los que figuran los componentes del triunvirato que dirigi¨® esa organizaci¨®n hasta su detenci¨®n en Bidart, hace 5 a?os. Uno de ellos, Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, Txelis, el ide¨®logo del grupo, fue el encargado de leer ante el tribunal un largo discurso de justificaci¨®n de la lucha armada. "La violencia -dijo en un correcto franc¨¦s- continuar¨¢ hasta que el gobierno espa?ol manifieste alto y fuerte su disposici¨®n a reconocer el derecho de autodeterminaci¨®n".La fiscal Irene Stoller respondi¨® que ETA no pod¨ªa pretender hablar en nombre de todos los vascos ya que m¨¢s del 80% de ellos rechazan el recurso a la violencia. Es un argumento que deja indiferentes a quienes se consideran vanguardia de una masa alienada. Hay sin embargo una pregunta que Txelis no hubiera podido responder con sinceridad sin reconocer que todo su discurso se desmoronaba por falta de l¨®gica. La pregunta es: Suponiendo que ETA no existiera, ?piensa usted que habr¨ªa que crearla para resolver esos problemas que denuncia? ?O m¨¢s bien ocurre que es el hecho de que ETA exista lo que obliga a buscarle justificaci¨®n a su continuidad? Alguien como Txelis no podr¨ªa dejar de reconocer que lo cierto es lo segundo, y que la conclusi¨®n l¨®gica de ello es que lo que procede es la autodisoluci¨®n de ETA.
Alguien como Txelis: un antiguo estudiante de Filosof¨ªa que se doctor¨® en la Sorbona con una tesis sobre Ludwig Wittgenstein, autor del Tractatus logicophilosophicus, al que tradujo al euskera. ?lvarez Santacristina, miembro de una familia inmigrante afincada en el barrio donostiarra de Martutene, fue seminarista antes de sentir la llamada del compromiso revolucionario, lo que ocurri¨®, seg¨²n revel¨® ante el tribunal parisino en una evocaci¨®n autobiogr¨¢fica, cuando un condisc¨ªpulo suyo fue tiroteado y muerto en un control policial. De tendencia libertaria, fue dirigente de un grupo abertzale ¨¢crata (Laia-ez), del que pas¨® a ETA en 1979. Un a?o despu¨¦s se exili¨® en Francia, donde prosigui¨® sus estudios con una beca del gobierno vasco. A mediados de los ochenta hab¨ªa iniciado gestiones para concursar a una plaza en el departamento de Filosof¨ªa de la facultad de Zorroaga (San Sebasti¨¢n). Sin embargo, la ca¨ªda de Josu Ternera, en 1989, hizo que fuera cooptado para el colectivo Artapalo que dirigi¨® ETA hasta 1992. ?l era el responsable de la oficina pol¨ªtica, organismo encargado fundamentalmente de encontrar argumentos que justificasen el recurso a la violencia. En ese periodo, ETA asesin¨® a un centenar de personas.
Meses despu¨¦s de su detenci¨®n trascendi¨® que Txelis hab¨ªa recobrado la fe religiosa en la c¨¢rcel. Ahora lo ha confirmado ante el tribunal, precisando que dedica parte de su tiempo a la lectura de los evangelios ecum¨¦nicos. Esa lectura no le ha hecho renunciar a la de Wittgenstein, y tampoco a defender la necesidad de los atentados mientras no se permita a los vascos "ser due?os de nuestro destino". "Asumo todo lo que he hecho hasta el final de mis d¨ªas", le dijo al juez.
Su actitud contrasta con la de Philippe S¨¢ez, antiguo activista del comando itinerante de Herini Parot, cuyos componentes est¨¢n siendo juzgados estos d¨ªas en Par¨ªs. Tras haber participado en varios atentados, en los que seis personas murieron, S¨¢ez, conmovido por el dolor de sus v¨ªctimas, ingres¨® como novicio en el monasterio benedictino de Belloc, de donde a fines de mayo fue conducido a la prisi¨®n de La Sant¨¦, en la que ha coincidido con Txelis.
Si la fiscal le hubiera planteado a ¨¦ste la pregunta arriba apuntada lo m¨¢s probable es que hubiera respondido, al menos en su fuero interno, que, con o sin derecho de autodeterminaci¨®n, la situaci¨®n de los vascos no es hoy tan desesperada como para que, de no existir, resultara ineludible crear una organizaci¨®n capaz, por ejemplo, de hacer estallar un coche bomba en el patio del cuertel de Vic en el que jugaban las cuatro ni?as que aquel de mayo de 1991 encontraron la muerte. Pero reconocer que no habr¨ªa que crear ETA ?no equivale a admitir que se mantiene s¨®lo por inercia?
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