El otro,"Jard¨ªn de las delicias"
Una pintora japonesa dedica cinco a?os a la ¨²nica tarea de copiar la obra de El Bosco
Alguien le dijo a Mariko Umeolca, una pintora japonesa que lleg¨® a Espa?a por culpa de sus inquietudes profesionales, que resultaba un poco raro el que una artista sencilla, normal y corriente como ella se alojara en el hotel Palace. Y Mariko, que por aquella ¨¦poca iba todos los d¨ªas al Museo del Prado, obedeci¨® a su amigo y se compr¨® un piso. Cuenta esta artista que le daba tanto miedo la calle, los madrile?os y que lo pasaba tan mal por no conocer el idioma y las costumbres espa?olas que decidi¨® convertir este hotel de lujo en su refugio.Pero el m¨¦rito de Mariko Umeoka no es haber dejado a la familia, su marido y una forma de vida tradicional, aristocr¨¢tica y c¨®moda en Jap¨®n para estudiar el arte espa?ol. El verdadero m¨¦rito de esta pintora es haber dedicado cinco a?os de su vida a la tarea ¨²nica de contemplar, estudiar y pintar El jard¨ªn de las delicias, el famoso tr¨ªptico de El Bosco que se halla en el Museo del Prado. El resultado de este concienzudo trabajo se expone ahora en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, Es una copia exacta a tama?o natural del original. Aunque los cr¨ªticos digan que ha conseguido crear un jard¨ªn del budismo zen.
Mariko entraba en el Prado a la hora de la apertura y sal¨ªa corriendo con los b¨¢rtulos a cuestas cuando sonaba el ¨²ltimo de los timbres que avisan del cierre del museo. Tanto se entreg¨® a esta labor que s¨®lo se permit¨ªa ir al servicio una vez, la de despu¨¦s de comer: porque los copistas disponen de un tiempo limitado delante de un cuadro. Nada de amigos ni de salidas. Desde noviembre de 1989 hasta el 21 de octubre de 1994, Mariko se prohibi¨® todo ocio que alejara su mente de El Bosco y su famosa obra.
?Por qu¨¦ El jard¨ªn de las delicias? La artista japonesa es parca en palabras. T¨ªmida y sonriente contesta: "Llegu¨¦ a Espa?a en busca de alguna salida a la crisis de mi pintura. Cuando vi este cuadro, sent¨ª la llave de abrir la puerta de algo, no s¨¦ de qu¨¦". Un dato a tener en cuenta es que Mariko contaba con cierto prestigio en su pa¨ªs antes de emigrar.
Hasta prism¨¢ticos lleg¨® a utilizar para captar todos los matices que encierra esta obra del siglo XVI llena de simbolismo. "No todo el mundo es capaz de ver el cuadro", dice. Si era necesario, Mariko empleaba dos semanas en dar la expresi¨®n que ella consideraba correcta a una de las diminutas caras del cuadro. Por la noche, cuando llegaba a su casa (un piso al que le puso suelo de porcelana para evitar que el polvo de la antigua moqueta se topara con su obra), le dol¨ªan las piernas. Diez horas de pie son muy duras y Mariko no se sentaba: no fuera a ser que el cambio de perspectiva deformara su trabajo.
Tuvo tambi¨¦n sus problemas a la hora de pedir los permisos necesarios para plantarse delante de El jard¨ªn de las delicias y reproducirlo. Principalmente, porque el plazo que se concede a los copistas para cada cuadro (o para fracci¨®n del cuadro si es grande) son dos semanas y ella estuvo cinco a?os. Hizo, deshizo y rehizo algunas partes ante el estupor de los que conoc¨ªan su empe?o. "Lo quer¨ªa perfecto. Era una pena borrar, pero hab¨ªa que empezar otra vez", afirma.
Dice tambi¨¦n que no entraba en sus planes ense?ar su copia a nadie, porque le daba verg¨¹enza. "Era mi ejercicio secreto", aclara. Como tampoco entraba en los planes de su madre tener una hija entregada al arte y a la vida bohemia. Ella hab¨ªa educado a Mariko para que fuera "una gran senora", tal y como explica la artista. Aun as¨ª, fueron sus padres y su propio marido los que apoyaron (y financiaron) el capricho de Mariko, que ahora no tiene reparos en reconocer que se siente satisfecha de la copia que ha logrado. Incluso tiene ya alg¨²n novio que pretende. adquirirla y que nunca lo conseguir¨¢, porque Mariko no la vende.
Su Jardin de las delicias se muestra estos d¨ªas por primera vez al p¨²blico. Y, de momento, ya tiene concertadas exposiciones en Viena, Nueva York y Tokio. La ¨²ltima de las an¨¦cdotas de este cuadro es la de cuando, por fin, estuvo acabado el segundo Jard¨ªn las delicias: ni siquiera entonces Mariko Umeolca se permiti¨® un capricho especial. Sali¨® corriendo con el tiempo justo para comprar un billete de avi¨®n a Viena. Ten¨ªa que viajar al d¨ªa siguiente para hablar de una futura muestra. -
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