Un congreso de renovac¨ª¨®n
En el ¨²ltimo debate parlamentario se evidenci¨® la consolidaci¨®n del Gobierno de Aznar y de su mayor¨ªa parlamentaria y la pr¨¢ctica inexistencia de alternativa de gobierno en el campo de las izquierdas. Suena fuerte afirmar esto tan s¨®lo a un a?o y pocos meses de las ¨²ltimas elecciones generales, las de la victoria de Aznar. En aqu¨¦llas hubo un mill¨®n largo m¨¢s de votos hacia las opciones que nos reclamamos de la izquierda que hacia las derechas. O sea, socio l¨®gicamente, la izquierda sum¨® 12 millones de votos.El triunfo del PP fue por escaso margen, y consegui0o tambi¨¦n por la singularidad del sistema electoral espa?ol de los m¨ªnimos provinciales y de la regla de D'Hondt. Pero, pol¨ªticamente, la primera explicaci¨®n de aquel triunfo es, sin lugar a dudas, el margen que facilitaron determinados errores del Gobierno del PSOE. Como ha reconocido el propio Felipe Gonz¨¢lez, fueron los casos de corrupci¨®n, reales y de entidad, convenientemente proyectados por medios de comunicaci¨®n, los que influyeron decisivamente en aquellos resultados. Tambi¨¦n influyeron las peleas y los desencuentros entre las izquierdas.
De una mayor¨ªa sociol¨®gica y parlamentaria que se. hubiese basado en el PSOE y en IU-IC en el a?o 1993, aquella que generaba una expectativa ciudadana y una desgana de los dirigentes, se- pas¨® a un acuerdo PSOE-CiU, para acabar con el desgaste generado por los casos de corrupci¨®n en un Gobierno del PP con mayor¨ªa conjunta con otras derechas, como son el PNV y CiU.
Ahora, mientras las derechas consolidan su mayor¨ªa, las izquierdas contin¨²an sin dialogar, en plena, pelea entre ellas, y en procesos de autodestrucci¨®n y cainismo en su propio seno. ?Qu¨¦ lejos estamos del denominador com¨²n de muchos pa¨ªses europeos, que con experiencias muy diversas dan una resultante de Gobiernos y de mayor¨ªas progresistas y de izquierdas!
En este contexto, me parece dram¨¢tico que en el espacio de Izquierda Unida se emprenda un viaje de sanciones que anula la pluralidad y lleva al desastre. Pero quiz¨¢s a¨²n es m¨¢s dram¨¢tico, por disponer de mayor cuota de representaci¨®n electoral, el hecho de que el PSOE inicie un congreso con escas¨ªsimos visos de renovaci¨®n de discurso y de replanteamiento de alternativa.
En el debate citado al principio se ech¨® de menos una respuesta alternativa desde el PSOE a la pol¨ªtica econ¨®mica del PP (por ejemplo, a la ruptura de la progresividad fiscal o el desmentido del "Espa?a va bien" en el plano de la dualizaci¨®n social), a la pol¨ªtica educativa que est¨¢ mimando el sector privado religioso alej¨¢ndonos de una concepci¨®n de la educaci¨®n como instrumento de igualdad de oportunidades, a la pol¨ªtica cultural y, en general, a unos valores reaccionarios que atacan la laicidad, o que sustentan nombramientos de personajes con creencias autoritarias en lugares decisivos de la justicia, etc¨¦tera. En aquel debate, Gonz¨¢lez, en mi modesta opini¨®n con una confusa actitud de estadista, estaba reiterando el error del decisionismo sobre la praxis de la pol¨ªtica participativa. En los esca?os de la izquierda se echa de menos una tarea decidida de oposici¨®n , que, como indican los manuales, comprende cr¨ªtica y alternativa.
El congreso del PSOE no deber¨ªa obviar esta realidad, y menos a¨²n la tarea fundamental que emprendieron en otras latitudes dirigentes como D'Alema, Blair o Jospin, cada uno a su manera y con contenidos distintos, para renovar los discursos de las izquierdas. Los renovaron tanto en el plano de la extracci¨®n de lecciones de los errores del pasado como en el plano del avance de las soluciones m¨¢s atrevidas e imaginativas ante los retos del futuro. Por mis conocimientos, parece ser que el PSOE no se atreve ni con una cosa ni con la otra. Se obvia el debate cr¨ªtico sobre la anterior etapa gubernamental (tanto de sus errores como de sus aciertos), y se deriva hacia una carpa, fuera del ¨¢mbito decisional del congreso, la discusi¨®n sobre los retos del futuro.
Yo plantear¨ªa que todas las izquierdas hici¨¦semos una renovaci¨®n de discurso sobre la corrupci¨®n (el caso Rold¨¢n no es imputable s¨®lo a un individuo aislado, sino tambi¨¦n a una etapa de loa a la cultura de f¨¢cil enriquecimiento), sobre el autoritarismo y los aparatos del Estado (el GAL tambi¨¦n se explica porque hubo quien, desde la Administraci¨®n, acept¨® una brutal concepci¨®n cuartelera del combate antiterrorista, concepci¨®n siempre rechazable y que ha comportado resultados contraproducentes), sobre el modelo de Estado, la plurinacionalidad y el autogobierno (es incomprensible que se acuda al Tribunal Constitucional contra el sistema de financia ci¨®n y corresponsabilidad fiscal de las comunidades aut¨®nomas, mientras se acepta un cupo que pagaremos todos o nuevos desequilibrios fiscales insulares), una reflexi¨®n sobre la Uni¨®n Europea (con 18 mi llones de parados, este dato no imputable ni exclusiva ni principalmente a la Uni¨®n, pero que tiene m¨¢rgenes de trata miento a aquel nivel).
Si queremos seguir los ejemplos de los ¨¦xitos electorales de las izquierdas europeas se tiene que hacer un gran esfuerzo para restablecer la confianza de la ciudadan¨ªa de izquierdas, aquella que no quiere ni peleas ni asimilaciones, que no enga?aremos con falsos maquillajes, que quiere sentirse motivada en la tarea pol¨ªtica con un nuevo protagonismo individual y colectivo donde es indispensable combinar las exigencias sociales con las necesidades econ¨®micas. Y, por supuesto, ello comporta un di¨¢logo de las izquierdas sin complejos. Y vistas, hasta ahora, las previsiones congresuales del PSOE o asamblearias de IU tan internalizadas, tenemos que confiar en la capacidad de presi¨®n social y de opini¨®n p¨²blica para dar, tarde o temprano, un vuelco progresista a aquella situaci¨®n.
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