Un renovador que conecta con el pasado
Joaqu¨ªn Almunia ha destacado en su tarea pol¨ªtica como un hombre h¨¢bil,dialogante y de talante combativo
Lo dijo un d¨ªa. En diciembre de 1995. Cuando durante escasas seis horas el nombre de Joaqu¨ªn Almunia aparec¨ªa como cabeza de cartel electoral del PSOE ante la incertidumbre del candidato Felipe Gonz¨¢lez y con un Javier Solana llamado ya a la OTAN. Lo dijo entonces: "Yo me miro todos los d¨ªas al espejo y s¨¦ la cara que tengo". Era una muestra de su realismo y del conocimiento de sus propias limitaciones.Esta ma?ana, Joaqu¨ªn Almunia se habr¨¢ mirado en el espejo y habr¨¢ visto la cara de un hombre de 49 a?os, con la cabeza algo m¨¢s que despejada y una barba menos crecida que cuando ingres¨® en el PSOE en 1974. Una cara distinta a la de la de aquellos a?os en los que, desde un peque?o despacho de la madrile?a calle de Santa Engracia -entonces Joaqu¨ªn Garc¨ªa Morato-, asesoraba a cualquier federaci¨®n de UGT. Los economistas -ya se sabe-valen lo mismo para un roto que para un descosido, sobre todo, cuando no hay m¨¢s remedio.
Ahora, en ese espejo de todas las ma?anas, Joaqu¨ªn Almunia habr¨¢ observado un rostro menos duro que entonces, con la sonrisa menos torcida, pero tambi¨¦n m¨¢s esc¨¦ptica. Los a?os mudan el car¨¢cter y dulcifican el gesto, aunque alguno de sus colaboradores jurar¨¢ que sigue teniendo esa firmeza inamovible de los que se creen o saben -a veces viene a ser lo mismo- que han nacido con la raz¨®n debajo del brazo. Sus compa?eros del Grupo Parlamentario Socialista -que preside desde 1994 hasta marzo de 1996, fecha en la que pas¨® a jercer las funciones de portavoz- creen que hoy prevalece en ¨¦l lo flexible sobre lo categ¨®rico.
De su pasado en UGT conserva un cierto aire de universitario progre, de joven profesor. Y cuando, con pocos a?os m¨¢s, pas¨® a ser el ministro m¨¢s joven del primer Gobierno de Gonz¨¢lez, fue para muchos el reconocimiento al trabajo sindical que Almunia hab¨ªa desarrollado durante tanto tiempo. No lo tuvo f¨¢cil. Pero ser¨¢ dif¨ªcil encontrar alg¨²n sindicalista que cuestione el talante dialogante que supo imprimir a su etapa la frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Se empe?¨® en lograr un acuerdo con las organizaciones empresariales y sindicales y lo logr¨®. Y eso que nadie daba un duro por lo que ser¨ªa el primer gran acuerdo de los socialistas en el poder. Nada le fue f¨¢cil. A ¨¦l le toc¨® hacer la primera reforma de las pensiones de la Seguridad Social, cuando -todav¨ªa fresca la rosa del 82- nadie pensaba que los socialistas se atrevieran a meter el cuchillo en el sistema p¨²blico de protecci¨®n social.
Pero Almunia lo hizo y defendi¨®, posiblemente frente a lo que le ped¨ªa el alma, lo que su bien ordenada cabeza le exig¨ªa para salvar un sistema que ven¨ªa ya herido de muerte. Tras su etapa en Trabajo, de 1982 a 1986, pas¨® a ocupar la cartera de Administraciones P¨²blicas hasta 1991.
Almunia conecta perfectamente con el pasado reciente del partido socialista. Un pasado que incluye tanto la labor de oposici¨®n como la de gobierno. ?l fue la persona a quien Felipe Gonzalez encarg¨® la elaboraci¨®n de un programa electoral que sab¨ªan que tendr¨ªan que aplicar desde el Gobierno. Ah¨ª aprendi¨® a trabajar en equipo. Es tan transigente a la hora de delegar competencias, como intransigente al exigir resultados. Eso s¨ª, seg¨²n sus colaboradores, cuando da el visto bueno a una decisi¨®n delicada respalda su ejecuci¨®n y no abandona a quienes se encargaron de llevarla a cabo.
?Sentido del humor? Socarr¨®n. Buen fajador en lo pol¨ªtico y personal, sabe encajar perfectamente las bromas, aunque no sea demasiado extravertido. Casado con Milagros Candela,que -dicen- le pasa por la izquierda. Dos hijos. Bilba¨ªno, y del Athletic, algunos de sus paisanos le ven como un vasco razonador, discreto, prudente, pero hosco muchas veces en el trato hasta los l¨ªmites de la educaci¨®n. Por lo general, no se deja llevar por el apasionamiento y en su trabajo es, dicen los que le rodean, muy resolutivo. En la Junta de Portavoces del Congreso pasa por ser un pol¨ªtico h¨¢bil, muy capaz de tender trampas a sus adversarios, y, adem¨¢s, conseguir que caigan en ellas. Tiene una ret¨®rica que tal vez no pueda calificarse de brillante, pero que resulta eficaz. Algo que conecta bien con su personalidad, en la que destaca un talante pele¨®n y combativo.
Lo que son las cosas. Cuentan que sus inquietudes pol¨ªticas le vienen por una hermana monja, mucho mayor que ¨¦l. Su hermana, que estaba en Alemania, le puso en contacto con gentes de la emigraci¨®n que le llevaron de la mano al socialismo. Y hasta hoy.
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