Tiendas monumentales
El nuevo Plan General de Ordenaci¨®n Urbana protege, por primera vez casi 2.000 establecimientos comerciales, de los que 140 no se podr¨¢n tocar
Hay tiendas en Madrid que ya no son un simple local en el que la gente entra a comprar algo .Con la aprobaci¨®n del Plan General de Ordenaci¨®n Urbana (ya en vigor), m¨¢s de 1.000 locales comerciales de la ciudad se han con vertido en un bien que, por sus caracter¨ªsticas arquitect¨®nicas, decorativas o hist¨®ricas, merece una protecci¨®n especial. Y as¨ª, una simple panader¨ªa pasa a ser parte del patrimonio hist¨®rico, como cualquier monumento. Es la primera vez que las normas urban¨ªsticas de Madrid se ocupan de proteger establecimientos comerciales. Durante un a?o, un equipo de arquitectos de la oficina municipal del plan ha elaborado un cat¨¢logo, incluido ahora en el plan, en el que se recogen 1.894 locales situados en 1.569 edificios. Farmacias, peluquer¨ªas, tascas, mercer¨ªas, ferreter¨ªas. Todo tipo de negocio es susceptible de conventirse en un bien de inter¨¦s. De ¨¦stos, 141 establecimientos pertenecen al nivel 1: tiendas que por su gran valor no podr¨¢n modificar sus caracter¨ªsticas espaciales, volum¨¦tricas o decorativas, tanto en acabados como en materiales, "a no ser", dice la norma, "que hayan sido transformadas sus caracter¨ªsticas originales, en cuyo caso deber¨¢n recuperarse".
Todo un orgullo para los due?os de estos establecimentos que, sin embargo, no se podr¨¢n dar el capricho de renovar su local. Los propietarios ven inconvenientes en tener una tienda protegida. Y ninguna contrapartida. Por ejemplo, dice el plan que no se puede cambiar la actividad en un local protegido si esto significa la destrucci¨®n o alteraci¨®n grave de sus elementos, y que en las obras que se hagan en locales del nivel 1 se deben emplear "materiales y t¨¦cnicas acordes con el elemento en que se act¨²e
"Que no cobren impuestos
Para los propietarios esto supone una carga a?adida. Y sugieren: "Que no nos cobren impuestos", o "que nos los bajen". De momento, no est¨¢n previstas ayudas, aunque seg¨²n sus responsables se est¨¢ barajando una forma de financiaci¨®n. "Desde la Gerencia de Urbanismo se estudian f¨®rmulas de apoyo a estos locales", comenta Jos¨¦ Ignacio G¨®mez Cuesta, gerente del plan."Observarnos que se pod¨ªan perder locales de inter¨¦s m¨¢ximo si la catalogaci¨®n continuaba como hasta ahora; ten¨ªa: que avanzar m¨¢s", comentan en la oficina del plan. Seg¨²n los t¨¦cnicos, los criterios para la catalogaci¨®n son el valor hist¨®rico, el car¨¢cter precursor y el valor arquitect¨®nico del local. "Chicote, un bar catalogado, define una ¨¦poca de la decoraci¨®n. Hasta la coctelera que dise?¨® Guti¨¦rrez Soto est¨¢ all¨ª. Tiene valor como conjunto contempor¨¢neo", a?aden.
Sin embargo, los due?os se han quejado porque no ten¨ªan ni idea de que su local estuviera protegido. Nadie les ha comunicado la nueva situaci¨®n. "El plan se expuso al p¨²blico para que se presentaran alegaciones", explica G¨®mez Cuesta. "Es imposible notificar un plan general persona a persona", justifica.Las exigencias se van suavizando en los niveles 2 y 3 de protecci¨®n: se permiten Ias obras con materiales y t¨¦cnicas distintos a los originales, siempre que sean respetuosos con la memoria hist¨®rica del local. Entre los locales que han logrado el nivel m¨¢ximo de protecci¨®n se han seleccionado los siguientes.
Mercer¨ªa El Bot¨®n de Oro. Juan de Austria, 33. Uno entra a comprar hilo de bordar y se encuentra con que varios angelotes vigilan desde el techo este establecimiento del barrio de Chamber¨ª. Un transformista que se qued¨® en paro cuando termin¨® la guerra civil se ocup¨® de que as¨ª fuera. Fue ¨¦l el primer due?o de esta mercer¨ªa, propiedad de Gloria Herraiz desde hace 30 a?os. A ¨¦l se le ocurri¨® tambi¨¦n pintar a mano los miles y miles de flores que asoman por cada hueco: crecen en cada uno de los cientos de cajones que, perfectamente alineados, forran las paredes de la tienda y la trastienda. El orden es impecable: a cada caj¨®n, por ejemplo, le corresponde un solo color de botones. "?stas personas tienen un gusto enorme. Y no llam¨® a nadie para que le ayudara, toda la decoraci¨®n es artesanal", cuentan en la tienda sobre el primer due?o. Tambi¨¦n hay estatuas cl¨¢sicas en tonos do rados, y otras de mujeres semidesnudas que sujetan una concha. Y por supuesto, un extens¨ªsimo repertorio de botones de oro. "?Cambiar la decoraci¨®n de la tienda? De ninguna manera. Nos quedamos con ella porque nos gustaba as¨ª. Renovarla ser¨ªa un crimen", a?aden antes de saber que su local est¨¢ protegido. Tampoco ven muchas ventajas en ello, m¨¢s bien inconvenientes.
Alpargater¨ªa Antigua Casa Crespo. Calle del Divino Pastor, 29. Desde que en 1863 el bisabuelo de Maxi Garbayo fund¨® esta tienda del barrio de Malasa?a, su aspecto no se ha alterado salvo en lo imprescindible. "No la hemos cambiado porque no hab¨ªa dinero", confiesa Maxi, el menor de una familia numerosa procedente de Navarra y responsable ahora del negocio. Pero ha resultado que las penurias econ¨®micas han convertido esta tiendecita de aspecto sencillo, que huele a verano todos los meses del a?o, en un establecimiento de lujo. Las tablas de madera del suelo, de cuatro dedos de ancho, son iguales que las de los estantes donde reposan las alpargatas. Todo el calzado se confecciona a mano en Navarra y lo adquieren desde arist¨®cratas a j¨®venes de presupuesto escaso. A partir de ahora, entrar¨¢n a comprar en una tienda protegida. "No nos importa que est¨¦ catalogada", se?ala Maxi, que tambi¨¦n desconoc¨ªa la novedad. "Si hici¨¦ramos algo, siempre lo mantendr¨ªamos igual. Todo el mundo nos dice que no lo cambiemos, incluida la Reina", se?ala Maxi. Esta tienda comenz¨® como esparter¨ªa y lleg¨® a exportar g¨¦nero a Estados Unidos y Jap¨®n. El plan ha protegido su fachada exterior, el suelo, la carpinter¨ªa y los muebles auxiliares.
Ferreter¨ªa Atocha. Atocha, 57. Cuenta ?ngela Garcia, una de las dos hermanas que regenta esta tienda, que el alcalde Jos¨¦ Abascal firm¨® en 1888 la licencia de apertura a nombre de su abuelo, Esteban Garc¨ªa Ochandatya, y que su ferreter¨ªa lleg¨® a ser de las mejores: no era muy corriente en esa ¨¦poca que las tiendas se surtieran de mercanc¨ªa llegada del extranjero. Tambi¨¦n comenta que entra mucha gente a mirarla. "Vienen muchos extranjeros, yo no s¨¦ de d¨®nde lo sacan, toman muchas fotos y se van", comenta esta mujer de edad avanzada y sumamente avispada. Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n de este establecimiento son los cajones que fabric¨® su abuelo, de madera de nogal maciza con conchas de tiradores, y llegan desde el suelo hasta el alt¨ªsimo techo para cubrir hasta donde no se ve. "Eso lo copiaron otras ferreter¨ªas", dice la due?a. Mostrador y suelo tambi¨¦n son de madera. Adem¨¢s, siempre hay dos perros en uno de los mostradores, flores, plantas y objetos antiguos.
R¨²stika Antig¨¹edades, decoraci¨®n y muebles. San Bernardino,3. Donde ahora se venden muebles y caros objetos decorativos estuvo antes el sal¨®n de conciertos de la contigua f¨¢brica de pianos Montero. ?sta, a pesar de ser un edificio protegido, est¨¢ en un estado lamentable. R¨²stika, una inmensa tienda de la zona de No viciado (250 metros cuadrados), fue a finales del siglo XIX un local muy concurrido por la aristocracia. Se daban all¨ª tambi¨¦n clases de piano. Su antiguo come tido a¨²n aparece en los ¨®leos de Daniel Zuloaga, que engalanan techos y paredes con motivos musicales. Despu¨¦s de la guerra, el local fue una biblioteca de artes y oficios. "No hemos cambiado en nada la decoraci¨®n, sino que lo hemos saneado. C¨®mo yo te n¨ªa una galer¨ªa de arte, traje artistas para que recuperaran las pin turas", comenta Enrique del Val, propietario de la tienda pero no del local, que mantiene en r¨¦gimen de alquiler. "Reformas interiores no se hacen porque no se necesitan. Ni la Comunidad ni nadie se ha preocupado de esto. Nunca han dado dinero para su rehabilitaci¨®n", comenta. El plan especifica como superficies protegidas la sala de audici¨®n, el despacho y la zona de entrada. Y como elementos, paredes, techos, carpinter¨ªas y mobiliario.
Panader¨ªa sucursal de Echegaray. Le¨®n, 25. Imposible sospechar que este peque?o establecimiento del barrio de las Letras es un local protegido al pasar por delante. Hay que pararse a mirar para entenderlo: un original escaparate de madera, un mostrador de m¨¢rmol, su carpinter¨ªa y toda su estructura. Dice el plan general que es art d¨¦co, y hay que conservarla. Pero el departamento municipal de Sanidad conmina a Juan Dom¨ªnguez, propietario de la panader¨ªa desde hace 16 a?os, a que sustituya el mostrador de m¨¢rmol por uno met¨¢lico: una de las contradicciones a las que se enfrentan continuamente los due?os de estos locales hist¨®ricos. "Ya he hecho un pliego de descargo contra esa orden. Tambi¨¦n ten¨ªa un expositor de madera y Sanidad me oblig¨® a cambiarlo", declara Dom¨ªnguez. La vitrina ahora es met¨¢lica, pero el due?o no encuentra a nadie capaz de reparar el m¨¢rmol del mostrador principal, algo deteriorado. El propietario de este peculiar local opina que est¨¢ bien que el plan se ocupe de establecimientos como el suyo. "Pero si quieren que lo conservemos como se debe, deber¨ªan ayudarnos", a?ade.
Taberna de Antonio S¨¢nchez. Mes¨®n de Paredes, 13. Sigue pr¨¢cticamente igual que cuando el matador Antonio S¨¢nchez, nacido en el piso que hay encima de la tasca (fundada por su padre), frecuentaba el local. Ah¨ª siguen las cabezas de toros que mat¨® y la antigua l¨¢mpara de gas, reconvertida para funcionar con electricidad. Ah¨ª sigue tambi¨¦n una estufa primitiva, el aparato de hacer sif¨®n, el suelo de baldosa catalana, o una especie de montacargas. Todo casi igual que en 1830, fecha de su inauguraci¨®n. Hasta los anuncios originales siguen pintados en la puerta de madera: "Vino de consagrar", "Caf¨¦: 0,25" y su n¨²mero de tel¨¦fono, de tres cifras. Esta taberna, con todos sus elementos protegidos, pas¨® por muchos due?os que siempre respetaron su aspecto.
Joyer¨ªa Grassy. Gran V¨ªa, 1. Ejemplo de establecimiento de posguerra, fundado en 1952 por el se?or Grassy. El granito y el m¨¢rmol verde son protagonistas de esta lujosa tienda, decorada por un artesano italiano que, con 90 a?os, viaj¨® para hacer in situ su labor.
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