Ca¨ªdo bajo fuego amigo
Alfonso Guerra abandona la ejecutiva, tras 23 a?os, sin reconocimiento alguno
Es que no le dieron ni un reloj. En cualquier otro sitio, y tras tantos a?os, le habr¨ªan entregado, por lo menos, un omega de oro con inscripci¨®n grabada: De tus compa?eros. Y la fecha de entrada y la de salida. Pero a ¨¦l este congreso no le ha dado nada.A los que caen bajo fuego amigo se les entierra con todos los honores y se manda un telegrama a la familia comunicando una muerte tan heroica como si se hubiera producido defendiendo a pecho descubierto la ¨²ltima colina con un palillo por toda arma. Pero a Alfonso Guerra, ayer, ni un telegrama. Ni una bandera. Ni un sepelio honroso. Se le despach¨® como al soldado desconocido. Sin el reconocimiento de la m¨¢s m¨ªnima herida de guerra ni del m¨¢s humilde gal¨®n. Cuatro frases de Joaqu¨ªn Almunia y adi¨®s a 23 a?os de causa.
La pol¨ªtica es la madrastra de Blancanieves. Almunia, ayer, en su discurso, vuelto hacia Guerra, le alababa "su finura, su sensibilidad y su elegancia". Sin un pesta?eo. Y en el rostro de Guerra -?c¨®mo describirlo?- asomaba la sensaci¨®n de haber recibido "encima de la cruz, las banderillas". Todos miraban -"?fijate, fijate!"- su cara descompuesta. Y Guerra, la verdad, no miraba a nadie. Escuchaba.
Luego, m¨¢s tarde, Alfonso se reuni¨® con sus fieles -Txiki Benegas, Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, Jos¨¦ Luis Corcuera, Matilde Fern¨¢ndez, Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n...- en un restaurante y, como hicieran los jud¨ªos al abandonar Egipto, compartieron el pan ¨¢cimo y las hierbas amargas del exilio.
Ya ves t¨². Con Gonz¨¢lez, todo tan distinto. A ¨¦l se le dar¨¢ una fundaci¨®n y a Guerra posiblemente, dicen, se le ofrecer¨¢ otra. Es todo tan distinto... Gonz¨¢lez, por la ma?ana, cuando los periodistas estaban confinados en la zona de prensa, se apareci¨® en carne mortal en lo alto de las escaleras que daban acceso a la sala. Aureolado por los focos y los flashes, pulido, sonriente, plet¨®rico, ganador. "?Baja! ?Baja!". "No, si s¨®lo quer¨ªa saludaros".
"?Baja! ?Baja!". ,Que no, que no puedo". No baj¨®. No hab¨ªa manera entre tanta c¨¢mara, tanto magnet¨®fono, tanto periodista dispuesto a recibir sus palabras Habl¨® desde arriba, casi desde e mismo sitio desde donde el d¨ªa anterior Guerra hab¨ªa mostrado la carta-reliquia, y dijo que ¨¦l s pone, al servicio de la ejecutiva sin estorbar. A lo que digan.
A esas horas, el congreso de la renovaci¨®n, cumplidos sus ¨²ltimos objetivos, ya languidec¨ªa Veintitantos a?os resueltos en 48 horas. La cuadratura del c¨ªrculo Renovaci¨®n generacional en la misma generaci¨®n. Renovaci¨®n de nombres con las mismas personas. Cuando ya las listas de la ejecutiva y el Comit¨¦ Federa circulaban de mano en mano, alg¨²n guerrista recomendaba a Julio Anguita est¨¦ sistema para resolver sus crisis: "Que aprenda c¨®mo se puede hacer una purga con el benepl¨¢cito de los propios y el aplauso de los extra?os". ?O¨ªdo, barra! Pero eran maldades. Como estaba todo perdido, se tiraba con bala y al ojeo, a la primera pieza que se cruzara. Maldades. Porque all¨ª todo era alegr¨ªa, abrazos, felicitaciones.
Suresnes se ha nombrado mucho. Suresnes ha estado en la boca de muchos en estos tres d¨ªas. Y de Suresnes andaban por all¨ª Manolo Garnacho, Paulino Barrab¨¦s... Pero de los que resist¨ªan en la ejecutiva ya no queda nadie: Felipe, Alfonso, Txiki. Los ¨²ltimos de Suresnes causaron ayer baja de muy distinta forma. Pero es que siempre hay puertas falsas y puertas principales.
?Ser¨¢ verdad que nada se ha roto en este congreso? Nunca se sabe por d¨®nde aparecer¨¢ el destrozo. Pero lo cierto es que ayer, Luis Y¨¢?ez, su presidente, lo ten¨ªa muy claro. Y se lo pregunt¨® a los delegados, refiri¨¦ndose, claro, a su fama de gafe: "?No les sorprende que el congreso haya acabado como ha acabado presidi¨¦ndolo quien lo ha presidido?". Logr¨® que todos soltaran el trapo en una carcajada universal. Pero depende. A lo, peor todav¨ªa es pronto para saber c¨®mo ha acabado esto. Adem¨¢s, ?alguien puede jurar que esto ha terminado?
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