Regular el capitalismo
Los espa?oles ahorrar¨¢n durante los pr¨®ximos cinco a?os (periodo 1998-2002) alrededor de 60 billones de pesetas, que intentar¨¢n colocar en fondos de inversi¨®n, pensiones, seguros, privatizaciones y otros productos financieros; la oferta de los mercados para esta etapa no supera los 25 billones de pesetas. Es decir, existe un gran hueco entre el ahorro que se generar¨¢ y las necesidades que tienen los ciudadanos para colocarlo. Para aumentar la oferta de papel ser¨¢ necesario ensanchar la base empresarial de las bolsas de valores, multiplicar las obligaciones de las sociedades y la titulaci¨®n, entre otras promociones.En la actualidad, la situaci¨®n es la siguiente: hay invertidos en fondos de inversi¨®n -figura favorita del ahorro de los ciudadanos- alrededor de 24 billones de pesetas, y cada mes que pasa aumenta m¨¢s o menos en un bill¨®n m¨¢s. Para calcular la importancia de estas cifras, comp¨¢rense, por ejemplo, con los Presupuestos Generales del Estado -alrededor de 70 billones de pesetas- o con la cantidad de deuda p¨²blica viva -alrededor de 40 billones de pesetas. Los fondos de inversi¨®n han tenido en Espa?a un crecimiento explosivo, y hasta hace poco tiempo colocaban el ahorro captado, sobre todo, en deuda p¨²blica. Con la ca¨ªda de la inflaci¨®n y la rebaja de los tipos de inter¨¦s, los fondos buscan desesperadamente valores atractivos de renta variable en nuestro pa¨ªs o en el extranjero. Ello es una de las causas de la actual burbuja financiera. Pero ello supone un mayor riesgo; hasta ahora, ning¨²n ciudadano que haya invertido en fondos de inversi¨®n, en nuestro pa¨ªs, sus ahorros los ha perdido.
Tanto para ese futuro inmediato, como para el presente, los ahorradores exigen altos grados de seguridad. Por lo mismo aumenta la significaci¨®n de los organismos reguladores en el ¨¢rea financiera, fundamentalmente el Banco de Espa?a, la Direcci¨®n General de Seguros y el m¨¢s moderno de todos ellos, la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La acci¨®n conjunta de los tres -de los que el primero y el tercero tienen el car¨¢cter de organismos aut¨®nomos- debe revertir en la confianza del inversor. El paso de una Administraci¨®n que dirige, la econom¨ªa (la del franquismo) a otra que la regula se va a producir en una generaci¨®n. Los testigos de ese cambio de un r¨¦gimen cerrado a una econom¨ªa abierta pueden ser los protagonistas, al mismo tiempo, de una moneda fuerte como el euro (el 4 de enero de 1999 el euro devendr¨¢ en la moneda financiera por excelencia, aunque a los ciudadanos no nos llegue, f¨ªsicamente, hasta el a?o 2002), y todo ello en un marco pol¨ªtico de democracia. El avance habr¨¢ sido gigantesco.
En este entorno es peligroso predicar la liberalizaci¨®n total de los mercados; la partida no la jugar¨¢ la ausencia de reglas de juego, sino su regulaci¨®n. Los mercados ser¨¢n m¨¢s transparentes, pero m¨¢s regulados. El presidente de la CNMV, Juan Fern¨¢ndez Armesto, afirm¨® el pasado mi¨¦r coles en el curso de periodismo jur¨ªdico organizado por la Escuela de Periodismo UAM/EL PA?S y los Colegios No tariales que "una buena regulaci¨®n es un beneficio ¨¦tico, ya que de no existir supervisi¨®n de los mercados habr¨ªa inversores que saldr¨ªan perjudicados; y un beneficio econ¨®mico, puesto que mercados m¨¢s seguros suponen primas de riesgo m¨¢s bajas". Armesto defendi¨® lo que le corresponde como ejecutivo de un organismo regulador. Quiz¨¢ haya pa¨ªses -los m¨¢s fuertes- que se puedan permitir el lujo de mercados m¨¢s rentables pero menos seguros; pero para que Espa?a (o los pa¨ªses perif¨¦ricos) se convierta en una plaza financiera s¨®lida no le basta con ser igual a los centros del sistema financiero, sino mejor: a igualdad de condiciones se van all¨ª. La transparencia de los mercados, la correcta formaci¨®n de precios o la protecci¨®n a los inversores son los elementos b¨¢sicos para un funcionamiento atractivo. Ya no est¨¢ de moda la volatilidad.
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