Sobrevivir del contrabando de chatarra
Desde comienzos de a?o, cuando empez¨® la revuelta de los desesperados por el desplome de las pir¨¢mides, la econom¨ªa albanesa est¨¢ paralizada, hasta el punto de que el contrabando de chatarra con Serbia y Montenegro, procedente de armamento desguazado o carcasas de munici¨®n, se ha convertido en la primera fuente de ingresos por exportaci¨®n. El lek, divisa nacional, cae cada d¨ªa frente al d¨®lar, la inflaci¨®n anual galopa hacia el 100% y se han secado los ingresos del Estado, incapaz de cobrar impuestos o controlar puestos aduaneros. La mayor¨ªa de lo que se consume entra ilegalmente desde Hungr¨ªa, Macedonia o Grecia.Algunas empresas de envergadura relativa contin¨²an funcionando a base de pagar, ej¨¦rcitos privados para la custodia de sus instalaciones frente a las bandas armadas. Sus propietarios han fundado una asociaci¨®n de casi un centenar de miembros que pretende compensaciones por el vandalismo sufrido. Cada ciudad albanesa tiene su cementerio de f¨¢bricas saqueadas, tiendas arrasadas o banzos quemados por la turbamulta.
El milagro econ¨®mico poscomunista reclamado por Sali Berisha para su hagiograf¨ªa nunca ha existido en Albania, convertida progresivamente a partir de 1992 en una selva sin otra ley que la de la corrupci¨®n y el comercio delictivo fronterizo. Los albaneses, ahora si cabe m¨¢s pobres, han vivido en los ¨²ltimos a?os con una contabilidad ficticia. El dinero de dentro ven¨ªa de los intereses irreales que les proporcionaban los chiringuitos financieros desplomados, donde un ahorro de 200.000 pesetas era suficiente para percibir 20.000 al mes. El de fuera, de la copiosa ayuda occidental y de las remesas de sus centenares de miles de emigrantes, legales o ilegales.
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