29 de junio
El lector en su fuero m¨¢s ¨ªntimo desear¨ªa que los peri¨®dicos del domingo contribuyesen con noticias amables respetar su jornada de descanso; que el diario, que ese d¨ªa se desencuaderna en suplementos para repartirse mejor, no irrumpiese en el desayuno familiar cargado de malas noticias, aunque ¨¦l. sabe que rara vez las buenas nuevas merecen los honores de una primera p¨¢gina.Desde ese punto de vista, la portada del domingo 29 de junio de este diario era casi un modelo de bonhom¨ªa dominical. Compart¨ªan los titulares una entrevista con Felipe Gonz¨¢lez y una fil¨ªpica de Anguita, el Guernica, Hong Kong, el tamagootchi y una impredecible nevada en la sierra madrile?a. La fotograf¨ªa mostraba la euforia de Bar?a en el marco tambi¨¦n impredecible del Bernab¨¦u.
No duraba mucho la alegr¨ªa, sobre todo para los lectores de la edici¨®n de Madrid que se inauguraba con un brutal y desquiciado crimen de madrugada acaecido en las calles de Majadahonda. "Un universitario muere apu?alado por no ceder el paso en una acera", rezaba el espantoso titular, el ¨²nico a la medida de tan espantoso suceso. Como en la f¨¢bula del lobo y el cordero, la excusa es lo de menos; la preferencia de paso es un desprop¨®sito m¨¢s a sumar en la lista de criminales desprop¨®sitos que figuran como m¨®viles en los cr¨ªmenes nocturnos y alevosos de los cachorros de la camada negra, grupos ultras de tendencia neonazi, lobotomizados por una delet¨¦rea combinaci¨®n de alcohol y consignas fascistas, racistas, xen¨®fobas, hoin¨®fobas o simplemente deportivas, que consiguieron calar a duras penas en la espesa niebla, que reina en sus cerebros de j¨®venes primates y que corean cuando salen en manada a embrutecerse mutuamente y embrutecer a su paso todo lo que tocan.
Unas p¨¢ginas antes, el diario del d¨ªa 29 consignaba el comienzo del juicio de un grupo ultra que tom¨® por la fuerza bruta, armas de fuego incluidas, la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Complutense de Madrid hace... 18 a?os, cuando los autores ten¨ªan quiz¨¢ otros tantos, cuando a¨²n no hab¨ªan nacido muchos de los rebrotes de la carnada actual.
Los vericuetos de una justicia tan irracional como ellos, sentar¨¢ hoy en el banquillo a unos reos a los que habr¨ªa que aplicar el beneficio de la duda, presuponer que al menos algunos de ellos ya se habr¨¢n condenado as¨ª mismos, arrepentido y purgado los errores de su pasado. Para los que persistan en su ceguera, el juicio les reforzar¨¢ como siniestros h¨¦roes entre sus continuadores.
Entre los "guerrilleros de Cristo Rey" y los "pandilleros de la ciudad sin ley", las diferencias van m¨¢s all¨¢ del dise?o vestimentario y de los complementos de moda. Aunque comparten cierta iconograf¨ªa y practican un culto com¨²n a la violencia y a la milicea, los ultras de hoy andan mucho m¨¢s flojos de te¨®rica y no se comen tanto el coco rapado buscando grandiosas y patri¨®ticas justificaciones para sus mezquinos y cobardes atentados. Lo de no ceder la derecha en esta ocasi¨®n carece de toda sutileza sem¨¢ntica; los ultras de hoy son mucho m¨¢s directos, no se detienen en los matices, ni siquiera los captan, no necesitan coartadas, no se molestan en fingirse defensores (le la unidad de la patria, de la revoluci¨®n nacionalsindicalista o de la civilizaci¨®n cristiana, conceptos que ni les suenan o les suenan a malos rollos y les recuerdan los insufribles garabatos de los libros que nunca acabaron de descifran
En la cr¨®nica negra, municipal y dominical del d¨ªa 29 hay una l¨ªnea que deja perplejo por un momento al lector, en ella se dice que uno de los presuntos agresores de Majadahonda es conocido como El Yogui; la posibilidad de que un adepto a la pac¨ªfica gimnasia espiritual hind¨² est¨¦ relacionado con actos as¨ª supera moment¨¢neamente su capacidad de comprensi¨®n. La explicaci¨®n en la p¨¢gina siguiente, en una cr¨®nica m¨¢s pormenorizada, se completa y justifica el inquietante alias; en realidad se trata del oso Yogui. El lector cae en la cuenta, aunque le parece un injustificado insulto para el pac¨ªfico plant¨ªgrado del parque de Yellowstone la comparaci¨®n con uno de estos hom¨ªnidos detenidos a mitad de camino en la escala de la evoluci¨®n.
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