Los ciclistas beben
Una botella de champa?a para los ¨²ltimos kil¨®metros-Indur¨¢in gusta del vino en la cena- La moda del ponche
Es costumbre dar por sentado que no hay vida m¨¢s sacrificada que la del ciclista. Si esa forma de vida es sana o menos sana, es asunto m¨¢s discutible, pero est¨¢ fuera de toda duda que, para resistir el castigo del Tour de Francia, conviene estar lo m¨¢s saludable posible. Y si un ciclista debe estar fuerte, no deber¨ªa beber alcohol ni fumar. ?Es verdad que los ciclistas beben? ?Es cierto que fuman?Etapa larga, como la de ayer. Quedan pocos kil¨®metros para la meta. Algunos coches reparten bidones de agua entre sus corredores. Otros hacen otra cosa bien distinta: descorchan peque?as botellas de champa?a (popularmente conocidas como benjamines). No est¨¢n celebrando ¨¦xito alguno ni cantan el Asturias patria querida. Los corredores beben y entre burbujas atienden ' a lo que pueda pasar camino de la meta. ?Verdadero o falso?
Verdadero: lo hac¨ªa entre otros el potente equipo Kas en los a?os setenta. Dicen que la moda la importaron de lo que hac¨ªa el belga Fredy Maertens y el truco era bien sencillo: el champa?a (a veces acompa?ado de az¨²car) elevaba el estado de euforia de los corredores. Su vigencia era muy breve, porque, despu¨¦s de la euforia, ven¨ªa el consiguiente bajonazo. Por eso se utilizaba para los kil¨®metros finales.
Ciclistas como Anquetil y el propio Merckx eran sobradamente conocidos por sus excesos, tanto a la hora de comer como de beber. A Merckx pod¨ªa v¨¦rsele algunas noches acompa?ado de Altig y Ferreti tomando unos whiskys en el bar de enfrente durante el Tour de Francia. La influencia del alcohol no se entendi¨® como negativa durante mucho tiempo y han existido algunos altibajos al respecto en los ¨²ltimos a?os. La sociedad actual exige al deportista que sea un modelo social, y ciertos comportamientos antes naturales aparecen hoy como poco recomendables. Sin embargo, no siempre est¨¢n acompa?ados del correspondiente criterio cient¨ªfico.
No nos imaginamos a Miguel Indur¨¢in, tan serio y responsable, tan cuidadoso con el menor detalle, tomando una copa de vino en la cena. Pues no nos lo imaginemos: ¨¦sa era su costumbre en el Tour de Francia.
Los ciclistas antiguos tomaban verdaderos copazos de co?ac para combatir las inclemencias del tiempo o para animarse ante la adversidad de la carrera. Los no tan antiguos conocen de la existencia del ponche o el m¨¢s conocido carajillo como remedios caseros para resistir la dureza de la jornada. Los a?os ochenta, sin embargo, significaron una declaraci¨®n de ley seca en toda regla:. ni vino, ni cerveza, ni siquiera coca-cola. Ese arranque de reglamentismo vino tambi¨¦n condicionado por la masiva aparici¨®n en el mercado de las bebidas isot¨®nicas.
La costumbre de beber alcohol se ha convertido a estas alturas en una moda cambiante. Hace bien poco tiempo, los ciclistas espa?oles se prohibieron el vino en las comidas como una prueba m¨¢s de su ascetismo radical. Pero un buen d¨ªa empezaron a saber que Bernard Hinault exig¨ªa vino en la mesa, o tomaba vino en las conferencias de prensa, y cambi¨® la norma: si lo hace Hinault y gana el Tour... La moda persiste y nadie la discute: belgas y holandeses prefieren la cerveza, propia de su cultura. Es lo que hace el suizo Toni Rominger cada tarde.
As¨ª que el vino se acepta, aunque han quedado en desuso pr¨¢cticas como el ponche, el carajillo o el champa?a. Pero, qu¨¦ curiosidad, todav¨ªa persiste la cruzada de muchos directores por impedir que sus corredores tomen coca-cola. Las burbujas siguen estando mal vistas en el pelot¨®n.
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