El fin del principio
El cineasta mexicano Arturo Ripstein bautiz¨® a?os atr¨¢s una de sus m¨¢s geniales pel¨ªculas como El principio del fin, t¨ªtulo que recobra ahora actualidad porque de tan breve leyenda se saca, a voz de pronto, la mejor explicaci¨®n de la cat¨¢strofe pri¨ªsta del domingo.Sin embargo, hay quien prefiere invertir los t¨¦rminos y calificar el naufragio del partido de Estado como el fin del principio. Razones existen, entre ellas la p¨¦rdida del control parlamentario por parte del PRI, que no significa que este partido, al que todav¨ªa vota un 38% de los mexicanos, haya muerto.
Controlado por barones, el PRI ha sido y sigue siendo el rancho de muchos mexicanos, pero tambi¨¦n el pozo petrol¨ªfero de otros. No mienten quienes aseguran que dos de los antecesores de C¨¢rdenas en la regencia capitalina -nacidos y criados en la pobreza- han acumulado tal fortuna que de ella vivir¨ªan con holgura todos sus descendientes durante un milenio.
Cada sexenio, con raras excepciones, el tesoro nacional ha sido saqueado sin escr¨²pulos, unas veces por amigos del presidente y otras por su propia familia, como ocurri¨® en el caso de Ra¨²l Salinas de Gortari. Pero m¨¢s que el saqueo, ha sido la utilizaci¨®n del poder en beneficio propio la que m¨¢s resultados ha dado, al menos para el bolsillo.
Esto explicar¨ªa fortunas millonarias como la del fallecido presidente Miguel Alem¨¢n, que no dud¨® un minuto en hacerse due?o de la televisi¨®n de su pa¨ªs mientras gobernaba. 0 la de Rub¨¦n Figueroa padre, el m¨ªtico gobernador de Guerrero due?o de medio Acapulco y de todos sus autobuses. O para situarnos en 1997, la del pelado Jes¨²s Guti¨¦rrez Rebollo, el general que dirig¨ªa la lucha contra la droga pero que al mismo tiempo estaba en la n¨®mina del mayor narcotraficante del pa¨ªs.
Hasta ahora las principales investigaciones para esclarecer la corrupci¨®n e incluso la vinculaci¨®n del poder pri¨ªsta en los ¨²ltimos asesinatos pol¨ªticos han sido archivadas por la mayor¨ªa gubernamental nada m¨¢s llegar a las C¨¢maras. La nueva situaci¨®n parlamentaria nace con la esperanza de que la impunidad puede dejar de ser el fin de lo que nunca debi¨® de ser un principio.
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