Las presiones a los fiscales anticorrupci¨®n para favorecer a un aliado de Trump desatan una revuelta en el Departamento de Justicia
La petici¨®n de desestimar un caso contra el alcalde de Nueva York provoca siete dimisiones en 48 horas y muestra la instrumentalizaci¨®n de la justicia por el republicano
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Hacerse amigo de Donald Trump trae mucha cuenta. Que se lo pregunten a Elon Musk, con permiso del presidente de Estados Unidos el hombre m¨¢s poderoso de la Administraci¨®n republicana; a Vlad¨ªmir Putin, por el plan de la Casa Blanca para acabar con la guerra de Ucrania, que amenaza con beneficiar al Kremlin, o, en una escala inferior, pero muy significativa, al alcalde de Nueva York. El regidor, Eric Adams, que es dem¨®crata, se ha congraciado tanto en los ¨²ltimos meses con Trump que el martes el Departamento de Justicia pidi¨® el sobreseimiento de los cinco cargos de corrupci¨®n que pesaban sobre ¨¦l.
El caso puede parecer anecd¨®tico ¡ªaunque Adams es el primer alcalde de Nueva York imputado en la historia moderna¡ª, pero no lo es el terremoto que la injerencia para favorecer a Adams ha causado en el Departamento de Justicia: al menos siete dimisiones en 48 horas. Desde la fiscal en funciones del Distrito Sur de Nueva York ¡ªla fiscal¨ªa federal m¨¢s prestigiosa del pa¨ªs¡ª, que para colmo es una republicana del ala dura, a abogados y funcionarios del propio Departamento en Washington. Todos han denunciado en sus cartas de renuncia la presi¨®n pol¨ªtica de la Casa Blanca sobre un poder te¨®ricamente independiente.
Para Nicholas Grossman, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Illinois, ¡°el hecho de que el presidente ordene el archivo de una s¨®lida causa penal contra un alcalde a cambio de favores pol¨ªticos y dimitan abogados del DOJ [siglas en ingl¨¦s del Departamento de Justicia] es por s¨ª solo uno de los mayores esc¨¢ndalos en la historia de EE UU [que] recuerda a la Masacre del S¨¢bado Noche de Nixon¡±, apunta, en alusi¨®n a la tarde del 20 de octubre de 1973 en la que la fulminante destituci¨®n por el presidente del fiscal especial para el caso Watergate, a la postre la tumba pol¨ªtica de Nixon, desencaden¨® una oleada de dimisiones. ¡°Ahora este [el caso de Justicia] es solo uno entre muchos, pero valdr¨ªa la pena recordar que EE UU sol¨ªa tener normas¡±, a?ad¨ªa Grossman el jueves en la red social Bluesky.
El portal informativo Axios calificaba el viernes lo sucedido como ¡°una guerra civil en el Departamento de Justicia¡±, instrumentalizado por Trump para indultar a sus amigos y simpatizantes, como los 1.500 procesados por el asalto al Capitolio, o a quienes le hacen favores, y cuando toca, en ariete para arremeter contra sus enemigos. Los favores de Adams, alcalde de una ciudad hasta ahora refugio para los migrantes, consisten en secundar la pol¨ªtica migratoria de la Casa Blanca, plegarse al ICE (siglas en ingl¨¦s del Servicio de Inmigraci¨®n y Control de Aduanas) y, desde el viernes, facilitar a sus agentes la identificaci¨®n y detenci¨®n de migrantes en el interior de la ominosa c¨¢rcel de Rikers Island. El acceso pulveriza una protecci¨®n en vigor desde los ochenta.
En septiembre, tras ser imputado por recibir dinero y otras prebendas de Turqu¨ªa a cambio de dar luz verde al nuevo consultado turco en Manhattan pese a los fallos de seguridad detectados, Adams empez¨® a acercarse a Trump, primero asegurando abiertamente que ambos hab¨ªan sido v¨ªctimas injustas de una persecuci¨®n pol¨ªtica (el mantra favorito del republicano durante su odisea judicial, a la que su victoria en las urnas puso fin). Luego, despu¨¦s de que Trump fuera elegido presidente, mostrando su disposici¨®n a colaborar con la campa?a de deportaciones masivas de la nueva Administraci¨®n, pese a las cr¨ªticas de sus correligionarios dem¨®cratas. Adams, que el jueves recibi¨® en Nueva York a Tom Homan, el llamado zar de la frontera del presidente, firm¨® pocas horas despu¨¦s del encuentro el decreto que da acceso a Rikers Island a la polic¨ªa migratoria.
¡°La batalla m¨¢s dram¨¢tica¡±
Pero el esc¨¢ndalo va mucho m¨¢s all¨¢ de Adams, que pretende presentarse a la reelecci¨®n en noviembre pero cuyo cr¨¦dito pol¨ªtico est¨¢ por los suelos pese al indulto. Para Axios, esta es probablemente ¡°la batalla m¨¢s dram¨¢tica hasta ahora entre los leales a Trump que est¨¢n tomando las riendas en Washington y los funcionarios que intentan mantener la firmeza contra extralimitaciones¡± de poder; es decir, los probos servidores p¨²blicos que en primera l¨ªnea de fuego se erguir¨ªan como guardarra¨ªles de la separaci¨®n de poderes. Aquellos contrapesos a los que tanto se encomendaron muchos en el primer mandato de Trump y que hoy parecen dinamitados en una presidencia a cara descubierta.
La revuelta en el Departamento de Justicia llama a¨²n m¨¢s la atenci¨®n si se tiene en cuenta la identidad de algunos de los dimisionarios (unos, motu proprio; otros han causado baja administrativa autom¨¢tica por negarse a obedecer). La fiscal en funciones del citado Distrito Sur de Nueva York, Danielle Sassoon, ten¨ªa una prometedora carrera por delante a sus 38 a?os hasta que el jueves rechaz¨® la orden de desestimar la causa contra Adams. Republicana, en su d¨ªa secretaria del juez y referente legal del conservadurismo Antonin Scalia, y miembro de la muy conservadora Sociedad Federalista, la fiscal se plant¨® ante Emil Bove, fiscal general adjunto en funciones de EE UU, que fue quien le dio la orden de olvidarse del caso Adams.
El Departamento de Justicia se ha convertido en una extensi¨®n del equipo de abogados de Trump; no en balde Bove fue en su d¨ªa el principal letrado de la defensa en el caso Stormy Daniels, el juicio en el que el republicano fue condenado por los 34 delitos que se le imputaban por el pago de un soborno a esa actriz porno a cambio de su silencio, luego maquillado en las cuentas de su emporio. Pese a que arreciaban las dimisiones, Bove reuni¨® en la ma?ana del viernes a los restantes fiscales anticorrupci¨®n del Departamento de Justicia y les dio una hora para encontrar a alguien que firmara el sobreseimiento de la causa contra Adams. Uno de ellos acept¨® hacerlo para evitar que los dem¨¢s fueran despedidos, seg¨²n la agencia Reuters. Otras fuentes afirman que varios fiscales federales firmaron el indulto.
Para tratar de convencer a Sassoon de la conveniencia de retirar los cargos contra el alcalde, Bove argumentaba que ello permitir¨ªa a Adams secundar las pol¨ªticas migratorias de Trump, es decir, casi una raz¨®n de Estado ¡ªese Estado adelgazado a hachazos por Musk¡ª, pero los modos utilizados est¨¢n m¨¢s cerca de la amenaza mafiosa que del argumento oficial. La republicana Sassoon ha aguantado la presi¨®n, aun a costa de su carrera, como han hecho otros destacados funcionarios, entre ellos Hagan Scotten, ayudante de la misma fiscal¨ªa, y el ¨²ltimo dimisionario hasta el momento. ¡°Cualquier asistente de un fiscal sabr¨ªa que nuestras leyes y tradiciones no permiten usar el poder de la fiscal¨ªa para influir sobre otros ciudadanos, y mucho menos sobre un funcionario electo. Si no hay ning¨²n abogado al alcance del presidente que le d¨¦ este consejo, espero que encuentre usted alguien suficientemente tonto, o suficientemente cobarde, para aceptar. Pero nunca voy a ser yo¡±, reza la carta de Scotten a Bove, que r¨¢pidamente se hizo viral.
El corolario del profesor Grossman a la reuni¨®n de Bove con los fiscales tampoco tiene desperdicio. ¡°[El mensaje] A los principales agentes de la ley anticorrupci¨®n de Estados Unidos [es]: Dejen pasar los delitos de un pol¨ªtico corrupto a pesar de las s¨®lidas pruebas de su culpabilidad, porque hizo un trato corrupto para ayudar corruptamente a un presidente corrupto, o ese presidente corrupto les destituir¨¢ corruptamente y encontrar¨¢ a alguien lo suficientemente corrupto para hacerlo¡±.
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