Experiencia bochornosa

El pasado domingo 13 de julio asist¨ª a un espect¨¢culo alucinante mientras acompa?aba a Una de las 75.000 personas que, previo pago de 2.200 pesetas, se somet¨ªan a un examen eliminatorio para optar a las plazas del nuevo hospital de Alcorc¨®n.La cita era en uno de los pabellones del flamante Parque Juan Carlos I y, obviamente, se trataba, entre otras cosas, de publicitar dicho recinto, normalmente infrautilizado. Lo de "Parque" es un eufemismo; cuando nuestro autob¨²s consigui¨® atravesar el marem¨¢gnum ca¨®tico de miles de veh¨ªculos que trataban de acceder al lugar del examen, desembarcamos en un parque sin ¨¢rboles (los escasos que hab¨ªa, debido a su corta edad, eran incapaces de proporcionar la m¨ªnima sombra) a una temperatura de m¨¢s de 37 grados. El asfalto, ¨²nico elemento verdaderamente abundante en el parque, literalmente ard¨ªa mientras miles y miles de personas eran obligadas a soportar largu¨ªsimas colas para entrar en el pabell¨®n donde se hacinaban otros miles.

Se tard¨® m¨¢s de tres cuartos de hora en acomodarlas y comenzar el examen, mientras los acompa?antes que trataban de combatir la deshidrataci¨®n se ve¨ªan obligados a desembolsos dignos de la Expo de Sevilla, guardando pacientemente nuevas colas ante chiringuitos que terminaban r¨¢pidamente sus existencias.

Terminado el examen, nuevas colas kilom¨¦tricas para abordar alguno de los autobuses que, en forma de flota, hab¨ªa dispuesto la EMT. El esfuerzo fue insuficiente, una hora para subir al autob¨²s, broncas con los caras que no respetaban su turno... A muchos a¨²n les quedaban horas de viaje, no s¨®lo hacia los diversos pueblos de Madrid, sino hacia Guadalajara, Valladolid, Cuenca...

Aparte de semejante desastre organizativo y la desacertad¨ªsima elecci¨®n de un lugar tan apartado para la celebraci¨®n de los ex¨¢menes (achacables, sin duda, a la empresa privada encargada de ello), queda la amarga sensaci¨®n de que alguien ha jugado con la necesidad de encontrar un trabajo medio digno de buena parte de la poblaci¨®n. Alguien que, probablemente, no tendr¨¢ que rendir cuentas a la opini¨®n p¨²blica de los cerca de doscientos millones de pesetas aportados por los sufridos examinandos.-