La m¨¢quina del ritmo arrasa Benic¨¢ssim
Por la playa o cualquier calle, almorzando en un bar o descansando en una cafeter¨ªa, vayas por donde, vayas, es imposible no tropezar con alguno de los 15.000 aficionados que durante este fin de semana ha venido a Benic¨¢ssim, a la tercera edici¨®n del cada vez m¨¢s multitudinario Festival Internacional de M¨²sica Independiente (FIB). Y a cualquier hora del d¨ªa o de la noche. Es dif¨ªcil confundir la original y colorida est¨¦tica de los asistentes. Los pelos de colores, en especial azul el¨¦ctrico y rojo fuego, est¨¢n haciendo furor y el tenderete de tintes y body piercing es uno de los m¨¢s visitados del mercadillo. A?adamos la pulsera rosa, que permite acceder al vel¨®dromo y a la zona de acampada. "Parecemos las reses de Benic¨¢ssim", comenta un grupo. "Esto es para que no nos confundan con los veraneantes", a?ade otro.El FIB ha crecido. No es necesario fijarse demasiado para darse cuenta. Transitar por el interior del recinto sin sufrir un ataque de claustrofobia es una odisea. Encontrar un peque?o hueco donde relajarse, casi una utop¨ªa. Algunas bandas, como las nacionales Little Fish o Cecilia Ann, jam¨¢s habr¨ªan so fiado poder actuar ante una audiencia tan numerosa. Y eso que sus pases fueron de los primeros de la jornada y la mayor¨ªa hac¨ªa cola en la entrada o deambulaba sin prestar excesiva atenci¨®n al escenario. Todo lo contrario que cuando Ed Simons y Tom Rowlands, arrebatadora m¨¢quina de ritmo bautizada como The Chemical Brothers, se presentaron dispuestos a repetir el ¨¦xito de su anterior edici¨®n. Se superaron. Fue el broche perfecto a una jornada que discurri¨® entre la emoci¨®n (Matthew Sweet y The Divine Comedy), la decepci¨®n (Echobelly) y la indiferencia (Space). Despu¨¦s de disfrutar del tremendo espect¨¢culo audiovisual de los Hermanos Qu¨ªmicos o escuchar a todo el p¨²blico simulando las sirenas de Block rockin-beats intentar recordar alg¨²n otro momento memorable del d¨ªa era dif¨ªcil.
Y los hubo. El m¨²sico de Nebraska Matthew Sweet, un mago de las melod¨ªas que interpreta el folk o el rock norteamericano con la sensibilidad del pop, compareci¨® con dos miembros de Velvet Crush en su banda de acompa?amiento. Su deuda con Big Star o los Byrds es enorme pero se le perdona pronto. Antes, The Divine Comedy ofrecieron una lecci¨®n magistral de elegancia y melodramatismo comparable a Tindersticks, Pulp o Scott Walker. Neil Hannon, excelente vocalista y admirable front man, supo encoger el coraz¨®n a su audiencia (las lagrimas se dejan para la intimidad) con partituras e interpretaciones que casi merecieron el calificativo de gloriosas. Y eso que, en un local de mediano aforo, su ilimitada sensibilidad se degustar¨ªa con mayor placer.
A Echobelly se le supon¨ªa en mejor forma. Del power pop radiante de sus dos primeros ¨¢lbumes han pasado a un pop, sin m¨¢s, al ralent¨ª que parece querer restar fans a los Cranberries. Sustituir la inmediatez por el exhibicionismo vocal es un error. Y posiblemente tambi¨¦n un riesgo. Deber¨ªan saber que los edulcorantes pueden abrirles las puertas del p¨²blico masivo, pero, del mismo modo, cortar los lazos de uni¨®n con sus seguidores habituales. No ser¨ªa el primer caso.
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