La importante cumbre del d¨ªa 28
Tranquilizada la tormenta del d¨®lar, puede parecer que la segunda quincena de agosto se desarrollar¨¢ con la somnolencia propia del est¨ªo. Detr¨¢s de esa aparente atm¨®sfera ap¨¢tica y pesada se est¨¢n llevando a cabo, sin embargo, febriles negociaciones tanto en Par¨ªs como en Bonn. A finales de mes, concretamente el d¨ªa 28, se celebrar¨¢ en la capital alemana una important¨ªsima cumbre bilateral de la que deber¨ªa salir una se?al inequ¨ªvoca sobre el futuro de la moneda ¨²nica y sobre el proyecto de Uni¨®n Monetaria en su conjunto.Las reuniones que han mantenido hasta ahora, mano a mano, Lionel Jospin y Helmut Kohl han dejado un mal sabor de boca y la impresi¨®n de que Jospin no ser¨ªa capaz de conservar el gran acuerdo pol¨ªtico y el liderazgo que imprimi¨® Mitterrand a los temas europeos. La cumbre de agosto ser¨¢, tal vez, la ¨²ltima oportunidad para que Par¨ªs y Bonn retomen conjuntamente la direcci¨®n de la Uni¨®n Europea y dejen a la intemperie a todos los que est¨¢n, de una forma u otra, presionando para lograr un aplazamiento en la entrada en vigor del euro o, en todo caso, para conseguir que la moneda ¨²nica no acoja en su seno a Italia.
Si Jospin quiere acudir esta vez a Bonn con algo m¨¢s de fuerza que en anteriores conversaciones, es imprescindible que pueda asegurar a su colega alem¨¢n que Francia cumplir¨¢ en 1998, aunque sea a trancas y barrancas, los principales criterios de convergencia. Es decir, para el 28 de este mes de agosto, el primer ministro franc¨¦s tiene que haber terminado una dif¨ªcil negociaci¨®n interna dentro de su propio Gobierno para perfilar un proyecto presupuestario para el a?o pr¨®ximo capaz de cumplir las exigencias de Maastricht respecto al d¨¦ficit p¨²blico: no m¨¢s del 3% del producto interior bruto (PIB).
Todo parece indicar que Jospin lograr¨¢ cuadrar las cuentas: el nuevo impuesto sobre las ganancias del capital le permitir¨¢ recaudar unos 22.000 millones de francos extra entre 1997 y 1998; los distintos ministerios ya han sido informados (el jefe del Gobierno les envi¨® una carta oficial a finales de junio) de que deben ahorrar en total otros 10.000 millones; y la devaluci¨®n del franco frente al d¨®lar permitir¨¢ a Francia aumentar de golpe el valor de sus exportaciones (que, todo sea dicho, romper¨¢n este a?o su propio r¨¦cord) y, l¨®gicamente, aumentar el valor de su PIB.
Jospin se podr¨ªa convertir entonces en un apoyo para el canciller Kohl, del que nadie ha puesto nunca en duda su voluntad de lanzar el euro en 1999, pero que est¨¢ debilitado por su fracaso en la reforma fiscal y por el extra?o humor que muestran en las encuestas sus conciudadanos, asustados por las ambiguas declaraciones que formulan cada d¨ªa pol¨ªticos del partido gubernamental y de la oposici¨®n socialdem¨®crata. El presidente de la Rep¨²blica, Roman Herzog, dijo hace poco que los problemas de Alemania son m¨¢s mentales que econ¨®micos: "Sabemos analizar la situaci¨®n y detectar los problemas. Lo curioso es que, por primera vez, una vez realizado todo esto, no hacemos nada al respecto".
La persona obligada a hacer algo r¨¢pido al respecto es precisamente el canciller Kohl. La cumbre del d¨ªa 28 podr¨ªa ser un buen punto de arranque, si los gobiernos de Par¨ªs y Bonn son capaces de volver a infundir confianza y la sensaci¨®n de que la direcci¨®n conjunta de todo el proceso est¨¢ firmemente en sus manos. Y de paso, Kohl conseguir¨ªa aumentar algo su prestigio cara a las elecciones que se celebrar¨¢n el 21 de septiembre en uno de los estados federados, actualmente en manos del SPD y que muchos europe¨ªstas esperan con temor. Una derrota estruendosa del partido del canciller echar¨ªa le?a al fuego de los ambiguos.
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