Qui¨¦n es qui¨¦n
Julio Anguita y el grapo S¨¢nchez Casas est¨¢n de acuerdo: el aislamiento de HB les parece el progromo o la persecuci¨®n de los jud¨ªos. Sus saberes hist¨®ricos le permiten incluso al primero ir m¨¢s all¨¢, evocando "acciones desgraciadas en la historia de Espa?a". Cualquiera puede entonces imaginarse que en los pueblos vascos tiene lugar una feroz persecuci¨®n de pac¨ªficos abertzales por quienes siguen la consigna de "?A por ellos!" lanzada desde el Estado espa?ol.La realidad es bien diferente, como el episodio del pacifista agredido en Donostia nos ha venido a recordar y d¨ªa a d¨ªa explican sin quererlo la p¨¢ginas de Egin. Una vez dada la vuelta a la tortilla, desde el d¨ªa siguiente al asesinato, con la calificaci¨®n de fascistas espa?oles para quienes se manifestaron y / o "criminalizan" a HB, quedaron sentadas las bases, de un lado para la identificaci¨®n y castigo de quienes se manifestaron ante sus sedes, de otro para la caza y captura del enemigo principal, el que llaman entre comillas "pacifista". Ya se sabe: "Los asesinos llevan lazo azul". El joven agredido en las fiestas donostiarras ni siquiera lo llevaba, pero alguien de las txoznas le identific¨® por haberlo exhibido -aqu¨ª s¨ª, como en la Alemania de los treinta al comunista o al jud¨ªo- para a continuaci¨®n agredirle en grupo. Luego, de acuerdo con el manual del perfecto facha, a negar lo ocurrido, tras una buena agresi¨®n a los ertzainas por "la provocaci¨®n" (sic) de presentarse all¨ª para buscar a los culpables. "Estamos investigando, quiz¨¢ fue un intento de robo", comenta el responsable de las festivas txoznas.
Gracias al ¨®rgano de HB, sabemos que no fue un caso aislado. En una informaci¨®n claramente intimidatoria, el diario contabiliza unas cuarenta palizas y otras agresiones contra "pacifistas" en la segunda quincena de julio. Es como un trofeo, a cuyo engrandecimiento contribuye haciendo p¨²blicos siempre que puede nombres de participantes en las manifestaciones. As¨ª que los perseguidos por el aislamiento gozan de buena salud e incluso acent¨²an sus m¨¦todos habituales para que la reacci¨®n frente al asesinato de Blanco no se repita.
?Qu¨¦ conclusi¨®n sacar? Ante todo, lo que explic¨® recientemente Mario Onaind¨ªa: del mismo modo que, un animal que anda, nada y chilla como un pato, suele ser un pato, quien desfila, escribe, golpea y mata como un fascista, suele ser un fascista. Fascismo diferente de otros fascismos que ha habido en la historia, pero fascismo. Es algo que conviene tener en cuenta, tanto al afrontar el tema de las reformas legales, como las soluciones posibles del problema.
En lo primero, resulta comprensible que al PCE-IU no le guste despu¨¦s del Primero de Mayo la prohibici¨®n de las contramanifestaciones. Frente a ello, cabe argumentar que la "contra" ha sido en la pr¨¢ctica un medio para coartar el derecho a la libre manifestaci¨®n de los ciudadanos, tanto en Euskadi como en Madrid. Tampoco los encapuchados tienen mucho sentido en democracia, lo mismo que la apolog¨ªa del terrorismo (o lo que es m¨¢s preciso, la exposici¨®n ¨ªntegra de sus planteamientos y la adhesi¨®n expresa a quienes lo practican). Para valorar la situaci¨®n, tengamos en cuenta lo dicho antes sobre el fascismo: el estado de excepci¨®n lo pone ya la existencia hoy de un contrapoder violento en muchos lugares de Euskadi. Suprimirlo corresponde a la ley, respetando la Constituci¨®n.
Calificar adecuadamente la constelaci¨®n ETA es asimismo necesario para buscar una salida al problema, integraci¨®n o reeducaci¨®n pol¨ªtica de HB incluida. Frente a lo que opina P¨¦rez Esquivel, el caso Blanco no fue "un error pol¨ªtico" de ETA, sino la muestra m¨¢s clara de su l¨®gica de actuaci¨®n. No estamos ante un movimiento de liberaci¨®n rom¨¢ntico o del Tercer Mundo. De este modo, desconocer lo que es ETA, en t¨¦rminos pol¨ªticos, les lleva a ¨¦l, y a otros, a postular una negociaci¨®n pol¨ªtica bilateral, de poder a poder, ignorando que en Eukadi hay ya representantes e instituciones democr¨¢ticas. Significativamente, esta postura se une a la consideraci¨®n de las manifestaciones de julio como algo s¨®lo emotivo, incluso fuente posible de errores, cuando el mensaje popular fue bien claro: deseo profundo de paz, s¨ª a la democracia y a los vascos, pero firme rechazo a la imposici¨®n del terror. Un "?No pasar¨¢n!" dirigido a ETA que vale la pena traducir pol¨ªticamente. Y como oferta de paz.
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