Gordos y flacos
La obesidad, leo en The Lancet, es una epidemia mundial. No veo en el resumen las cifras espa?olas, pero en los antiguos pa¨ªses comunistas la mujer obesa es el 50% de la poblaci¨®n femenina; en Alemania, Francia y Gran Breta?a hay entre cinco y diez millones de obesos. Dice el profesor Bjontrop -el obes¨®logo, digamos- que en Europa se gasta entre el 3% y el 5% del presupuesto sanitario total en combatir la obesidad: casi lo mismo que para el c¨¢ncer y el sida. No entro en el tema psicol¨®gico de la angustia del propio cuerpo, que conduce al odio del gordo por s¨ª mismo y al binomio feroz de bulimia-anorexia. Tampoco creo que la angustia sea de nuestro tiempo: en todos ha habido estudios m¨¦dicos -Mara?¨®n, Blanco Soler: ¨¦ste escribi¨® el libro Gordos y flacos hace quiz¨¢ medio siglo; y me pon¨ªa inyecciones de insulina para que engordase, cuando Joaqu¨ªn Calvo Sotelo me llamaba "esqueleto de vizconde"-.Lo que s¨ª hay ahora es una intercomunicaci¨®n mundial -ya se ve que yo cito a un sabio sueco en un peri¨®dico ingl¨¦s recogido en otro franc¨¦s y llegado a m¨ª por Internet- y una ansiedad por escribir de temas comunes que hace que todos nos lancemos sobre las mismas noticias (aunque con otras fuentes: Mart¨ªn Ferrand, en Abc de ayer, se inspiraba en la Mujer con pelliza, que le parece la m¨¢s gorda de Rubens); probablemente tiene m¨¢s importancia para la poblaci¨®n que la ¨²ltima boutade de Arzalluz o el raro paseo triunfal de Ortega Lara por toda Espa?a. Estamos en un enredo informativo grande, que es el de una falsa medida de lo que ata?e a la poblaci¨®n y lo que cuenta en la pol¨ªtica; y de la conversi¨®n de los peri¨®dicos en grandes bocinas pol¨ªticas en lugar de ecos e ilustraciones de la sociedad real (en Espa?a m¨¢s que en otros pa¨ªses; aunque tambi¨¦n se pueden pasar de la raya ellos cuando especulan en tomo a con qui¨¦n se acuesta la princesa Diana. Cierto que la comprensi¨®n de su suegra la reina y la enemistad del arzobispo de Canterbury, que tampoco deja en paz al pr¨ªncipe de Gales, son temas que ata?en a la sociedad general: por cuanto en los grandes ejemplares se discute de libertad sexual y elecci¨®n de pareja. No otra cosa pasaba cuando Eur¨ªpides contaba los terribles chismes de los atridas, reyes de Creta. Tan generales que Freud y otros tomaron sus nombres para se?alar sentimientos y complejos).
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