D¨ªa D
Las autoridades han advertido que no acudan ni?os peque?os al sepelio y que los adultos se dispongan para resistir penalidades durante un indeterminado n¨²mero de horas. Puede ocurrir que, entre los cinco o los seis millones de personas que asistan al paso del entierro, se produzca algo parecido a un cuajado de multitud y no se pueda salir del apelmazamiento en todo el d¨ªa. Incluso hay c¨¢lculos que diagnostican todav¨ªa para el domingo un alto enrarecimiento de la ciudad con una congesti¨®n que acaso no desaparecer¨¢ hasta medianoche. El hecho hist¨®rico se fue traduciendo en un problema de protocolo y, finalmente, en un fen¨®meno de la f¨ªsica de fluidos.La historia entera de Diana puede contarse como un producto cuajado por la complejidad de sus circunstancias o como un cuento elemental, digno de los m¨¢s simples best sellers. Por una u otra causa casi cualquiera puede verse interesado. S¨®lo un 4% de los brit¨¢nicos confiesan que no les importa este asunto. El resto, de una manera o de otra, se ha implicado en un acontecimiento que cruza desde la pol¨ªtica a la psicoterapia, desde la monarqu¨ªa a la rebeld¨ªa y desde la far¨¢ndula al coraz¨®n. No es f¨¢cil, por espont¨¢neo que parezca, la cristalizaci¨®n de un fen¨®meno as¨ª. Los media hacen crecer en sus hornos la masa del pastel, pero es preciso de antemano que contenga su buena porci¨®n de levadura. Lady Di, creciendo moral y hasta corporalmente en el seno de la monarqu¨ªa y estallando al final bajo la tierra como una mina, ha encarnado la ¨²ltima novela rom¨¢ntica del siglo XX. Una novela con muchos pliegues al estilo del siglo pasado o una historia lineal de, buenos y malos, v¨ªctimas y verdugos para marujas, solitarios y escolares. Con el entierro de hoy, el libro cierra la primera versi¨®n de sus distintas e incalculables lecturas.
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